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Quemar lo viejo por San Juan

Por lo demás, lo de siempre. Hace unas pocas horas hubo redada en el poblado de rumanos de Cañada Real (Madrid). La policía tomó literalmente el barrio para detener a 26 personas y llevárselos a comisaría por robar el cobre de los tendidos telefónicos con el que Telefónica sigue engordando sus bolsillos. Y en la Cañada, siguen sin agua, sin luz, sin nada porque ser pobre y ser rumano en este país es como estar fuera de la ley por nacimiento.

Algunos cientos de kilómetros más al norte, en la muy europea ciudad de Barcelona, un joven ecuatoriano, apenas 20 años, apareció ahorcado en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía. Al parecer, se colgó con su propia camiseta. Tenía varios antecedentes por robo, pero el arresto tuvo que ver con el hecho de que no tenía papeles para residir legalmente en España. Una falta administrativa, una detención injusta, un final demasiado triste.

Más al sur, las pateras. Tras el triunfalismo de los últimos meses, “nuestras medidas han logrado acabar con la inmigración clandestina”, decían algunos por los corrillos, seis embarcaciones venidas de África plantaron sus reales en las playas del sur peninsular y Lanzarote. La misma historia de siempre. Jóvenes marroquíes o subsaharianos desesperados que se lanzan a la aventura para encontrarse con la misma respuesta de siempre. Que no, que tiene usted que volver por donde vino, que aquí ya no lo queremos.

Mientras tanto, en Barajas, a un inmigrante senegalés lo amarran como si fuera un cerdo, pies y manos por la espalda, y tras pisarlo y patearlo lo arrojan dentro de una furgoneta. Un compatriota lo graba todo desde la terminal y cuelga el vídeo en Internet. Vean cómo expulsa la Policía española, cómo respeta los derechos de la gente. Si fuera un español ya habrían rodado cabezas. Pero como es un negro, resulta que actuaron poco menos que en defensa propia.

Y yo pienso que a lo mejor un año de estos las hogueras de San Juan deberían convertir en cenizas, de verdad, todo lo viejo y desechable de nuestro mundo miserable y ojalá que ese año podamos tener un pensamiento limpio y una mirada nueva y comprensiva hacia los demás y sus circunstancias. Este año, de momento, toca seguir aguantando.

Blog Los Invisibles

José Naranjo

Por lo demás, lo de siempre. Hace unas pocas horas hubo redada en el poblado de rumanos de Cañada Real (Madrid). La policía tomó literalmente el barrio para detener a 26 personas y llevárselos a comisaría por robar el cobre de los tendidos telefónicos con el que Telefónica sigue engordando sus bolsillos. Y en la Cañada, siguen sin agua, sin luz, sin nada porque ser pobre y ser rumano en este país es como estar fuera de la ley por nacimiento.

Algunos cientos de kilómetros más al norte, en la muy europea ciudad de Barcelona, un joven ecuatoriano, apenas 20 años, apareció ahorcado en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía. Al parecer, se colgó con su propia camiseta. Tenía varios antecedentes por robo, pero el arresto tuvo que ver con el hecho de que no tenía papeles para residir legalmente en España. Una falta administrativa, una detención injusta, un final demasiado triste.