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Rajoy la tiene cruda

La anécdota le vino al pelo a Mota. Según él, las medidas propuestas ayer por Rajoy debieron tomarse en diciembre pasado en lugar de “extravagancias como dos reformas financieras fracasadas, una subida del IRPF equivocada como instrumento de recaudación adicional, una miriada de recortes educativos y sanitarios que no han servido para nada útil (el déficit sigue en el 8%) pero han roto los derechos sociales y las oportunidades de futuro de muchos ciudadanos y una amnistía fiscal que cada día que pasa parece más infame”. Indica luego el error de subir el IVA, que ahondará la recesión, para rematar con que, después de seis meses de errores, “la alternativa de la economía española ya no está entre crecimiento y estabilidad fiscal, sino en supervivencia o ruina”.

Estas duras palabras confirman mi impresión de que el mal legado de Zapatero lo ha empeorado Rajoy como se aprecia en el formidable deterioro de todos los indicadores de confianza-país durante el primer semestre de 2012; desde la prima de riesgo a los seguros por impago de la deuda del Tesoro, pasando por la Bolsa española, con el farolillo rojo de las demás del mundo y la fuga de capitales a los que no será fácil atraer de nuevo; y unos presupuestos caprichosamente aplazados por intereses electorales en Andalucía, que, encima, han quedado viejos por desfasados.

El Gobierno, en fin, ha cargado el peso del rescate de la Banca en deudores y contribuyentes, lo que da idea del poder del lobby bancario. Se ha atendido en especial a Bankia, principal beneficiaria del grueso de los 100.000 millones. Bankia es un asunto feo del PP, que lo quiere arreglar como sea. Ese dinero, insisto, lo hemos de pagar todos, pues computa como déficit y deuda aunque Rajoy lo ocultara antes de irse al fútbol.

No sé cómo se las arreglará Rajoy para justificar esto ya que parece haber agotado el cupo de falacias y disimules y habrá de enfrentarse a la realidad. Una realidad en que la economía española dejó de ser autónoma al ser la de un país intervenido. Esa intervención se tradujo en la imposición por el Eurogrupo de treinta y dos condiciones durísimas para autorizar la entrega del dinero destinado a Bankia, precisamente. La pérdida de autonomía servirá al menos para enterarnos de lo que hay al no poder el Gobierno controlar el flujo de información. Otras cuestión, no la menor, será si el Gobierno va a poder cumplir esos requisitos.

La torpeza económica unida a cuanto les dije ayer de los malos modos del PP para exterminar Zapatero comienza a pasar factura. Ya se visualiza que, por más que el líder psocialista no supiera lidiar la crisis mundial, no fue quien la desencadenó, como pretendía la derechona. Con tantas mentiras de por medio, es terrible que venga Rajoy ahora a solicitar la ayuda de la sociedad española a la que ha mantenido en el limbo informativo. Terrible no porque solicite esa ayuda, que habrá de prestársele porque es necesaria, sino debido a su absoluta falta de autoridad moral y de credibilidad para solicitarla. La tiene cruda, ya digo.

La anécdota le vino al pelo a Mota. Según él, las medidas propuestas ayer por Rajoy debieron tomarse en diciembre pasado en lugar de “extravagancias como dos reformas financieras fracasadas, una subida del IRPF equivocada como instrumento de recaudación adicional, una miriada de recortes educativos y sanitarios que no han servido para nada útil (el déficit sigue en el 8%) pero han roto los derechos sociales y las oportunidades de futuro de muchos ciudadanos y una amnistía fiscal que cada día que pasa parece más infame”. Indica luego el error de subir el IVA, que ahondará la recesión, para rematar con que, después de seis meses de errores, “la alternativa de la economía española ya no está entre crecimiento y estabilidad fiscal, sino en supervivencia o ruina”.

Estas duras palabras confirman mi impresión de que el mal legado de Zapatero lo ha empeorado Rajoy como se aprecia en el formidable deterioro de todos los indicadores de confianza-país durante el primer semestre de 2012; desde la prima de riesgo a los seguros por impago de la deuda del Tesoro, pasando por la Bolsa española, con el farolillo rojo de las demás del mundo y la fuga de capitales a los que no será fácil atraer de nuevo; y unos presupuestos caprichosamente aplazados por intereses electorales en Andalucía, que, encima, han quedado viejos por desfasados.