Espacio de opinión de Canarias Ahora
Referéndum en Costa Rica
Varios años duró el debate. El presidente de origen socialdemócrata pero hoy más bien neoliberal, Oscar Arias, se jugó su prestigio al defender el TLC. Arias recibió el Nobel de la Paz (1987) por su intervención para la pacificación de Centroamérica en los años 80, ejerció de presidente de Costa Rica entre 1986 y 1990 y regresó al poder en 2006, aunque ganó con apenas el 1.1% de diferencia de votos ante su contrincante Otton Solis. Un sector de su organización, el Partido de Liberación Nacional (PLN), rechazó la actitud favorable al tratado de Arias, a quien acusaron de tener intereses familiares en la agroexportación. Promocionó el acuerdo con Estados Unidos, dicen, porque su familia posee el mayor ingenio del país y colocará sus productos en California.Otras reproches dirigidos al Gobierno. El manejo a su favor de los medios de comunicación y la campaña de los ÂmiedosÂ, a saber, provocar miedo al supuesto aumento del desempleo si pierde el ÂsíÂ, miedo a la intervención política extranjera (Hugo Chávez, naturalmente), miedo a la desestabilización democrática de un país sin convulsiones políticas graves. La otra cara del temor afecta al mismo Arias y a su futuro como presidente, cuya legitimidad ya estaba cuestionada al presentarse por segunda vez a la jefatura del Estado, ganando por una insignificante diferencia de votos. Perder el referéndum metería en crisis su gestión. Sus más allegados confesaron las dificultades para vencer a una coalición basada en centenares de organizaciones civiles que consiguieron una de las mayores manifestaciones en la historia de Costa Rica, precisamente contra el TLC.Los argumentos del Âno adquirieron peso en un país que algunas conquistas sociales conserva con muchas dificultades. Eugenio Trejos, rector del prestigioso Instituto Tecnológico y cabeza visible de la oposición en este asunto, se refirió precisamente a aquel aspecto a proteger porque estaría en grave peligro, señalando concretamente el seguro social, la educación pública y empresas del Estado eficientes como la encargada de la electricidad y la energía. La seguridad alimentaria preocupa ante la avalancha prevista de productos agrícolas estadounidenses subvencionados. El pez grande acabaría con el chico. Algunos empresarios tampoco ven con buenos ojos el TLC porque afectará en general al aparato productivo nacional. El periodista Gilberto Lopes se pregunta por qué crece tanto la resistencia al TLC. Y responde: ÂPor la amenaza de privatización de las telecomunicaciones; las concesiones a empresas farmacéuticas y agroquímicas en materia de propiedad intelectual; las garantías a las inversiones extranjeras, que podrían demandar al Estado en la jurisdicción internacional ÂCreo que a Costa Rica, como al resto de Centroamérica, le conviene mirar hacia el sur, trabajar por la unidad del conjunto sudamericano en lugar de caer definitivamente en las manos de los persistentes depredadores de siempre. Que los ciudadanos contradijeran el próximo domingo a sus dirigentes representaría un impulso político de calado a la integración de América Latina. Eso espero.
Rafael Morales
Varios años duró el debate. El presidente de origen socialdemócrata pero hoy más bien neoliberal, Oscar Arias, se jugó su prestigio al defender el TLC. Arias recibió el Nobel de la Paz (1987) por su intervención para la pacificación de Centroamérica en los años 80, ejerció de presidente de Costa Rica entre 1986 y 1990 y regresó al poder en 2006, aunque ganó con apenas el 1.1% de diferencia de votos ante su contrincante Otton Solis. Un sector de su organización, el Partido de Liberación Nacional (PLN), rechazó la actitud favorable al tratado de Arias, a quien acusaron de tener intereses familiares en la agroexportación. Promocionó el acuerdo con Estados Unidos, dicen, porque su familia posee el mayor ingenio del país y colocará sus productos en California.Otras reproches dirigidos al Gobierno. El manejo a su favor de los medios de comunicación y la campaña de los ÂmiedosÂ, a saber, provocar miedo al supuesto aumento del desempleo si pierde el ÂsíÂ, miedo a la intervención política extranjera (Hugo Chávez, naturalmente), miedo a la desestabilización democrática de un país sin convulsiones políticas graves. La otra cara del temor afecta al mismo Arias y a su futuro como presidente, cuya legitimidad ya estaba cuestionada al presentarse por segunda vez a la jefatura del Estado, ganando por una insignificante diferencia de votos. Perder el referéndum metería en crisis su gestión. Sus más allegados confesaron las dificultades para vencer a una coalición basada en centenares de organizaciones civiles que consiguieron una de las mayores manifestaciones en la historia de Costa Rica, precisamente contra el TLC.Los argumentos del Âno adquirieron peso en un país que algunas conquistas sociales conserva con muchas dificultades. Eugenio Trejos, rector del prestigioso Instituto Tecnológico y cabeza visible de la oposición en este asunto, se refirió precisamente a aquel aspecto a proteger porque estaría en grave peligro, señalando concretamente el seguro social, la educación pública y empresas del Estado eficientes como la encargada de la electricidad y la energía. La seguridad alimentaria preocupa ante la avalancha prevista de productos agrícolas estadounidenses subvencionados. El pez grande acabaría con el chico. Algunos empresarios tampoco ven con buenos ojos el TLC porque afectará en general al aparato productivo nacional. El periodista Gilberto Lopes se pregunta por qué crece tanto la resistencia al TLC. Y responde: ÂPor la amenaza de privatización de las telecomunicaciones; las concesiones a empresas farmacéuticas y agroquímicas en materia de propiedad intelectual; las garantías a las inversiones extranjeras, que podrían demandar al Estado en la jurisdicción internacional ÂCreo que a Costa Rica, como al resto de Centroamérica, le conviene mirar hacia el sur, trabajar por la unidad del conjunto sudamericano en lugar de caer definitivamente en las manos de los persistentes depredadores de siempre. Que los ciudadanos contradijeran el próximo domingo a sus dirigentes representaría un impulso político de calado a la integración de América Latina. Eso espero.
Rafael Morales