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Sáhara o el reino de la impunidad

Hace unos días, Costa Rica y Uganda presentaron una solicitud ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para los soldaditos de la ONU que se encuentran en este territorio pudieran velar por el respeto a los Derechos Humanos. Sin embargo, el embajador francés vetó dicho acuerdo. Es comprensible. Los cascos azules de la MINURSO andan demasiado ocupados haciendo rallies por las dunas con los 4x4 de la ONU, pintando graffitis del tipo “John was here” sobre los grabados prehistóricos del desierto y celebrando fiestas privadas en hoteles de lujo mientras en las calles por las que ellos mismos circulan se golpea, se tortura y se reprime brutalmente cualquier intento de expresión libre de los saharauis.

No es ciencia ficción. Es la pura realidad. Pude verlo con mis propios ojos en mayo de 2005 en la ciudad ocupada de El Aaiún. Vi como machacaban a golpes al activista de Derechos Humanos Bazid Salek o cómo entraba la Policía en las casas del barrio de Matallah y arrasaba todo a su paso o los siniestros y trágicos resultados de la tortura en los cuerpos de Hamed Hmad o Brahim Numria. No es propaganda, es tan cierto y constatable como la indiferencia del mundo hacia la última de las vergüenzas internacionales heredadas de la fallida descolonización.

El intento de modificar la misión de la ONU en el Sahara para que los soldaditos puedan empezar, de verdad, a trabajar, incluía también los campamentos de refugiados de Tinduf, donde, según la propaganda marroquí, también se violan los Derechos Humanos. Sería lo más justo. Pero no ha podido ser. Y, como ha venido ocurriendo desde hace treinta años, el reino de Marruecos ya se ha alegrado oficialmente de que un manto de olvido y oscuridad siga tapando lo que ocurre en el Sahara.

Y a todas estas, España, antigua potencia colonizadora, mantiene un vergonzoso silencio para no molestar. Pero no se preocupen. Llegará el día en que se abran las puertas y un aire purificador recorra las arenas de ese desierto y las calles de sus ciudades. Mucho tendrá que cambiar el mundo, pero puede hacerse. Y entonces, quienes hoy miraron para otro lado o negaron la evidencia o hicieron negocios para beneficiarse de esta situación (léase algunos empresarios canarios) tendrán que mirarse al espejo y aceptar que fueron cómplices de un silencioso y pertinaz crimen contra la dignidad del ser humano en medio de la total impunidad. Tiranías peores han caído.

http://pepenaranjo.blogspot.com

José Naranjo

Hace unos días, Costa Rica y Uganda presentaron una solicitud ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para los soldaditos de la ONU que se encuentran en este territorio pudieran velar por el respeto a los Derechos Humanos. Sin embargo, el embajador francés vetó dicho acuerdo. Es comprensible. Los cascos azules de la MINURSO andan demasiado ocupados haciendo rallies por las dunas con los 4x4 de la ONU, pintando graffitis del tipo “John was here” sobre los grabados prehistóricos del desierto y celebrando fiestas privadas en hoteles de lujo mientras en las calles por las que ellos mismos circulan se golpea, se tortura y se reprime brutalmente cualquier intento de expresión libre de los saharauis.

No es ciencia ficción. Es la pura realidad. Pude verlo con mis propios ojos en mayo de 2005 en la ciudad ocupada de El Aaiún. Vi como machacaban a golpes al activista de Derechos Humanos Bazid Salek o cómo entraba la Policía en las casas del barrio de Matallah y arrasaba todo a su paso o los siniestros y trágicos resultados de la tortura en los cuerpos de Hamed Hmad o Brahim Numria. No es propaganda, es tan cierto y constatable como la indiferencia del mundo hacia la última de las vergüenzas internacionales heredadas de la fallida descolonización.