Espacio de opinión de Canarias Ahora
Son como niños
Lo primero que tendrían que habernos advertido a los estudiantes de periodismo el primer día de clase en la universidad es que si seguimos obcecados con pertenecer a esta maldita profesión, un fatídico día tendremos que cubrir informativamente, más pronto que tarde, la Lotería de Navidad y el discurso del rey en Nochebuena.
Son dos buenas razones para rechazar de plano este abnegado e incomprendido oficio y dedicarse a otros trabajos igual de cansinos y plúmbeos pero mucho mejor remunerados, como notaría o Registrador de la Propiedad. Viva el vino.
No hay nada más pesado para un periodista que cubrir el día de la Lotería Nacional de Navidad. Es tan aburrido y reiterativo que cansa física y mentalmente. Afortunadamente he tenido que cubrir pocas veces estos acontecimientos en mis más de cuarenta años de profesión. No solo son insufribles para los periodistas sino también inaguantables para el público en general, ya sean televidentes, oyentes o lectores.
Como el discurso del rey en la Nochebuena, algo que afortunadamente no escucho desde hace años no solo porque soy republicano sino porque me aburre soberanamente. Podría hacer una excepción en mis convicciones si al menos fuera divertido y ameno pero no es ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario. Es un relato trufado de tópicos repetitivos e inaguantable.
Esos informativos especiales de las televisiones sobre el sorteo navideño pueden ser perfectamente intercambiables: el del año 2013 podría valer para este 2024 y el del año pasado podría sustituirse por el de hace un lustro sin que en el fondo la noticia apenas sufra más modificación que el nombre de los agraciados, a no ser que te llames Fabra o Zerolo, que han tenido tanta suerte en la vida que han sido premiados en múltiples ocasiones por el sorteo.
Estas tradiciones navideñas son tan ridículas como los discursos de la presidenta de la Comunidad preconizando el cristianismo católico al mismo tiempo que anatemiza al Papa como si fuese el mismo diablo encarnado con mitra de azufre.
Ayuso en su pregón navideño ensalzó y enalteció el cristianismo católico al mismo tiempo que insultaba a sus rivales políticos. Esta es una característica del catolicismo, según IDA. Ver a la presidenta de la Comunidad junto a Cuca Gamarra (títere fue) hablando de Jesucristo y las enseñanzas evangélicas estos días es como ver a un vegano comiéndose un chuletón de Ávila o a un carnicero haciendo cola para comprar alcachofas en el Mercado del Puerto el día de Navidad.
Estas dos señoronas del Partido Popular tienen los ojos inyectados en sangre y una vena inflada cada vez que se dirigen a su público. Sacan espumarajos por la boca al tiempo que muerden y sorben a la vez. Los mensajes de odio que ofrecen junto al portal de Belén son antitéticos al cristianismo y dignos de una película de terror. Digo bien terror y no Teror porque cada vez que trato de escribir el nombre de mi pueblo el puñetero corrector me lo cambia por esa palabra terrorífica. Teror y terror son antagónicos, no sinónimos.
Todavía me acuerdo cuando fui a estudiar a Madrid y me llevé el chándal de mi padre con la leyenda UCD Teror. Los godos leían siempre terror con mucho terror donde simplemente decía Teror, el pueblo más bonito de Canarias. Eso último lo añado yo.
Aunque en aquella época de la Transición las siglas UCD eran muy conocidas ya que gobernaba Adolfo Suárez al frente de Unión de Centro Democrático, en este caso las tres letras blancas que se anteponían al nombre de mi pueblo en el chándal negro de mi padre no tenían nada que ver con la política sino con la Unión Cultural y Deportiva Teror. El nombre del club terorense fue muy anterior a la UCD de Adolfo Suárez.
Ayuso tuvo la osadía de afirmar el otro día que vivíamos en una sociedad sin los valores cristianos y que por eso no había tantos nacimientos, además de las figuritas que ella (o su potentado novio, a la sazón defraudador confeso) coloca en su casa junto al portal de Belén en estas fechas tan tópicas y entrañables en ese ático de un millón de euros del que usted me habla. Hogar, dulce hogar.
IDA se comporta como esos curas que predican en el desierto cómo tienen que ser y comportarse las familias cuando ellos no tienen ninguna experiencia en la materia porque no tienen hijos debido al celibato que han jurado. Dios les da sombrero a los que no tienen cabeza.
La presidenta de la Comunidad tiene 46 años, los mismos que Pablo Iglesias. Ambos nacieron el mismo año, el mismo mes y el mismo día. Son mellizos políticos de calendario. Isabel Natividad no tiene hijos a pesar de su nombre pero en cambio sí tiene el atrevimiento de afear a los demás por no tener descendencia, o sea, exactamente por hacer lo mismo que ella. La hipocresía y el cinismo no son solo características de la Iglesia sino de muchos políticos ultras. No predican con el ejemplo.
Lo peor de todo es que esto no ha acabado porque aún nos queda la Lotería del Niño. Como decía el maestro Pepe Alemán en su excelsa y celebrada columna diaria, estos políticos son como niños.
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