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Soria: Cuando ser un alcalde xenófobo no era impopular
En la carrera de Historia los mejores profesores son los que nos enseñan a ver las cosas con perspectiva. Saber de dónde vienen los acontecimientos del presente analizando bien toda la casuística del pasado es fundamental para un análisis correcto de los acontecimientos. Cuando hacemos este ejercicio nos sorprende mucho descubrir cómo era en el pasado de remoto y desconocido: la mentalidad de las personas, las condiciones de vida, cómo eran los políticos, los reyes…Miramos a esos personajes escandalizados desde nuestro blindado y democrático presente occidental, reconfortados por estar tan lejos en tiempo y espacio de aquella tiranía, de aquella demagogia.
Pero lo que voy a contarles, no sucedió hace dos siglos, ni quinientos años. Sucedió hace solo doce. ( A Braudel eso no le parecía ni tiempo histórico).
Y es que en 2002, el entonces alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, (hoy ministro de Industria, Energía y Turismo del Gobierno de España), José Manuel Soria, tuvo a bien dejarse asesorar para escribir algo que hoy nos parecería inadmisible: una arenga a los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria para que apoyaran la expulsión a los inmigrantes que llegaban en masa a las islas.
En aquel entonces su opinión ocupaba con frecuencia una página de uno de los periódicos más vendidos en las Islas Canarias, el Canarias7 y fue en este espacio donde se despachó a gusto. El actual ministro se refería a los inmigrantes que llegaban, por aquel entonces con mucha frecuencia al sur de Gran Canaria y a las islas de Lanzarote y Fuerteventura en patera, de la siguiente forma:
“En el entorno del parque Santa Catalina, pernoctan cada noche entre doscientos y trescientos inmigrantes ilegales, generando no sólo alarma entre los vecinos sino un espectáculo impropio de una ciudad como la nuestra”.
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En la carrera de Historia los mejores profesores son los que nos enseñan a ver las cosas con perspectiva. Saber de dónde vienen los acontecimientos del presente analizando bien toda la casuística del pasado es fundamental para un análisis correcto de los acontecimientos. Cuando hacemos este ejercicio nos sorprende mucho descubrir cómo era en el pasado de remoto y desconocido: la mentalidad de las personas, las condiciones de vida, cómo eran los políticos, los reyes…Miramos a esos personajes escandalizados desde nuestro blindado y democrático presente occidental, reconfortados por estar tan lejos en tiempo y espacio de aquella tiranía, de aquella demagogia.
Pero lo que voy a contarles, no sucedió hace dos siglos, ni quinientos años. Sucedió hace solo doce. ( A Braudel eso no le parecía ni tiempo histórico).