Espacio de opinión de Canarias Ahora
Iconoclastia
Del sueño a la pesadilla
Iconoclastia
El sueño de Coalición Canaria siempre ha sido ser decisiva en el Congreso para investir a un presidente del Gobierno de España (da igual el partido) a cambio de mucha pasta para el archipiélago. Ese sueño puede haberse materializado este año pero son otros nacionalistas los que tienen más ases en la manga, aunque Cristina Valido pueda poseer el tres de bastos. Pero este es otro juego de cartas.
Ahora puede ser la hora de Coalición Canaria (una hora menos) pero da la impresión de que a los nacionalistas isleños no les gusta demasiado la situación política en la que tienen que decidir un voto que puede ser clave.
Coalición Canaria gobierna en las islas con el PP pero el candidato conservador a la Moncloa no tiene ninguna posibilidad de ser investido presidente, a no ser que el PNV y Junts per Catalunya se vuelvan literalmente locos y cambien su voto en el último momento. Algo que no entendería su electorado aunque Feijóo les diera el oro y el moro.
Las relaciones del PP con los nacionalistas vascos y catalanes se han convertido en una montaña rusa en las últimas décadas. Los nacionalistas en general suelen acercarse al sol que más calienta o a la plaza que más sombra proporcione, aunque parezca una contradicción. La contradicción es el alma mater de cualquier partido nacionalista porque igual que hoy vota al candidato de derechas mañana lo hace al de izquierdas.
Ya lo han hecho con Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy y ahora con Sánchez. El candidato socialista, a pesar de haber sido menos votado que el popular en el 23J, tiene paradójicamente más posibilidades de gobernar, en su caso de seguir gobernando.
La razón es muy simple: los nacionalistas de izquierdas están con él mientras que los de derechas no están con Feijóo. Los nacionalistas de derechas o de izquierdas nunca se han llevado bien con la derecha nacional porque es mucho más intransigente y menos dialogante que la izquierda.
La derecha no quiere oír hablar del peluquín ni de nada que suene a referéndum de autodeterminación o de amnistía mientras que la izquierda está abierta a dialogar al menos, aunque en principio no esté de acuerdo. La democracia consiste en dialogar, negociar y ceder para conseguir las demandas. Aquí nada es gratis total. La política es el arte de lo posible.
El partido de Puigdemont, Esquerra Republicana, PNV, Bildu y Bloque Nacionalista Gallego no pueden darle nunca el voto al candidato de un partido que los denigrar, vilipendiado, ofende y persigue sistemáticamente y que encima ahora, si quiere gobernar, tiene que apoyarse en los votos de la ultraderecha.
Los nacionalismos periféricos son los enemigos naturales de la ultraderecha, aunque esta también sea nacionalista pero española y populista. Vox está en contra del Estado autonómico que recoge nuestra sacrosanta Constitución y eso no lo perdonan los nacionalistas.
La contradicción de Vox es evidente: a la vez que se enroca en Murcia y no quiere dar sus votos al PP sin entrar en el gobierno, a nivel nacional Abascal le ha regalado sus escaños al PP para que gobierne Feijóo, aunque todo sea un paripé porque este no puede hacerlo sin los votos de los nacionalistas. Lo tiene jodido el gallego a pesar de tener 33 votos gratis. En realidad los votos ultras nunca son gratis porque siempre te lo van a hacer pagar.
La derecha nos toma por tontos al pretender comparar los pactos de gobierno y legislatura del PP y Vox con el apoyo de Bildu a un gobierno socialista a través de la abstención, como acaba de hacer en Navarra y ya hizo hace cuatro años en España.
El PSOE no tiene ningún pacto de legislatura ni de gobierno con Bildu. Solo hay apoyos puntuales con los abertzales y con los republicanos catalanes. De hecho hay leyes fundamentales en esta última legislatura que han sido rechazadas por Bildu y Esquerra Republicana de Cataluña. Eso ha ocurrido por ejemplo con la reforma laboral de Yolanda Díaz, que no fue respaldada por estos dos partidos.
La reforma laboral de la ministra de Trabajo no solamente fue apoyada por el PSOE y Unidas Podemos sino también por Ciudadanos, Nueva Canarias, Coalición Canaria y el partido cántabro de Revilla. En cambio, Esquerra Republicana de Cataluña, la CUP y Bildu votaron en contra junto al PP, Vox y el izquierdista Bloque Nacionalista Gallego. La política hace extraños compañeros de cama.
Está claro que la política española es un galimatías y nada es lo que parece. Incluso el PP de Feijóo se ha arrepentido de haber rechazado la reforma de una ministra comunista, por lo que le ha dado la razón a Alberto Casero, el diputado popular que se equivocó votando a favor.
El PP y el PSOE, que están en contra del referéndum de autodeterminación en Cataluña, deberían aprovechar la ocasión para convocarlo inmediatamente, ahora que el nacionalismo y el independentismo catalanes están en horas bajas. El Partido Socialista catalán logró más votos y escaños que todas las fuerzas independentistas juntas en las últimas elecciones. El PP ni está ni se le espera en Cataluña y en el País Vasco. Un partido nacional que apenas tiene representación en dos comunidades tan importantes como estas no podrá gobernar jamás España. España no es solo Madrid por mucho que cacaree Ayuso.
Están tardando en convocar el referéndum los partidos de ámbito estatal para ganarlo con creces y callar las bocas de Puigdemont y Oriol Junqueras. Una oportunidad similar no se les va a dar en mucho tiempo. Ahora o nunca. Seguro que serán tan brutos y elegirán nunca.
El sueño de Coalición Canaria siempre ha sido ser decisiva en el Congreso para investir a un presidente del Gobierno de España (da igual el partido) a cambio de mucha pasta para el archipiélago. Ese sueño puede haberse materializado este año pero son otros nacionalistas los que tienen más ases en la manga, aunque Cristina Valido pueda poseer el tres de bastos. Pero este es otro juego de cartas.
Ahora puede ser la hora de Coalición Canaria (una hora menos) pero da la impresión de que a los nacionalistas isleños no les gusta demasiado la situación política en la que tienen que decidir un voto que puede ser clave.