Teobaldo y Spínola allanan el camino

Debía ser esta la semana de gloria o de vía crucis de Soria, para enaltecer sus logros o para no saber dónde meterse por sus constantes escándalos judiciales, ya sea por su condena a las costas al presentar una querella de mala fe en el caso eólico o para fiscalizar su dotes en la pesca del salmón.

Pero Soria tiene amigos hasta en el infierno. Uno de ellos se llama Francisco Hernández Spínola. No me cabe en la cabeza que un político de la talla del ex vicesecretario general del PSC-PSOE no cayera en la cuenta de que su arrebato de dignidad es un balonazo de oxígeno para esconder las miserias de Soria. Vale. Se sabe que el congreso popular no tiene ni chicha ni limoná. Que el sí arrasará más aún en presencia de Rajoy, pero ya poco interesa si habrá contestación como prometió Arroyo desde su exilio.

Spínola abrió una espita que por mucho que quiera cerrar, pidiendo también la dimisión de Soria por su visita habitual a los Juzgados, deja el Congreso del PP en una reunión de comunidad de propietarios. Pudo Spínola, no haber hecho caso a Blanco y esperar “un mes y medio hasta el Congreso” del PSC, sino diez días, dominando los tiempos políticos de esta semana de bufones.

Pero ni así. El ángel caído socialista dio la nota y el infierno se llenó de amigos de Soria. Como también, para no dejar caer la ola que tapa el congreso de los populares, la Cámara de Teobaldo Power ardió en las llamas de los titulares y las primeras páginas. Menuda chaflamejada de brindis al sol contra El Día. Como cuando Colón no pasó por Las Isletas (Hermoso dixit).

Lo dije aquí hace días, con respecto al Cabildo. ¿De qué sirve tanta pólvora mojada contra El Día si no se insta al Gobierno de Canarias a no prevaricar por entregar un dinero a sabiendas que se utiliza para otra cosa? Que deje Paulino, con el dinero de todos, de inyectar ingresos a Don Pepito con la excusa de la cohesión de las Islas, que es la partida finalista de la subvención. Son unos mentecatos, señorías.

En fin. Seguro que algo pasará para que los aliados de Soria en el infierno dejen en agua de borrajas cualquier discrepancia, por mínima y testimonial que sea, en el Congreso del PP de Canarias. Al tiempo. Sólo espero que no sea un batacazo de la UD.

P.D.: entre todas las cancaburradas que se han escuchado, en el PSOE y en el Parlamento de Canarias, me quedo con una voz, discutida dentro de su partido, pero siempre edificante, por la claridad y hasta el tono didáctico de cómo cuenta las cosas: como son. Escuchen.

Debía ser esta la semana de gloria o de vía crucis de Soria, para enaltecer sus logros o para no saber dónde meterse por sus constantes escándalos judiciales, ya sea por su condena a las costas al presentar una querella de mala fe en el caso eólico o para fiscalizar su dotes en la pesca del salmón.

Pero Soria tiene amigos hasta en el infierno. Uno de ellos se llama Francisco Hernández Spínola. No me cabe en la cabeza que un político de la talla del ex vicesecretario general del PSC-PSOE no cayera en la cuenta de que su arrebato de dignidad es un balonazo de oxígeno para esconder las miserias de Soria. Vale. Se sabe que el congreso popular no tiene ni chicha ni limoná. Que el sí arrasará más aún en presencia de Rajoy, pero ya poco interesa si habrá contestación como prometió Arroyo desde su exilio.