El turismo como negocio bandera de esta tierra bendecida, anduvo muchos años por vericuetos de muy alta cota desde los que contemplar paisajes gratificantes. Motivo de satisfacción y orgullo por el aparente éxito que indujo elevado ensimismamiento institucional y gran autocomplacencia popular; excesiva por lo de las “vacas gordas”, que no lo son para siempre.
Nada hay peor que una construcción con cimientos débiles. Nuestra estructura productiva basada en el turismo como recurso exclusivo, adoleció desde sus principios de un riesgo que ya nos anunció en cabeza ajena la “primavera árabe”. Cualquier evento intempestivo o situación traumática sobrevenida e inesperada, podía dar al traste con toda la tramoya mal asentada en un escenario tan vulnerable.
Cierto que parece sencillo opinar a balón pasado. Incluso podría ser una impertinencia.
Para no caer en la apariencia de oportunismo por juzgar la actualidad en plan ventajista, ante la inquietud que producen las últimas noticias, he repasado mi blog en el apartado “categorías” donde dice “Turismo Canarias” (sigue abierto para consumo colectivo). Son ocho artículos relacionados… escritos desde la perspectiva profana del ciudadano peatón, sin vínculo alguno con la especialidad, pero con la buena fe que acompaña el uso de razón y el más elemental sentido común. Datan de hace más de una década, en distintos avatares que me hicieron “despacharme” con intención de compartir percepciones que, por desgracia, se han cumplido.
Reaccioné en su día contra el triunfalismo de los números de afluencia, pernoctaciones e incrementos anuales de ingresos, gracias a que actos terroristas se habían cargado a la competencia. En lugar de poner a remojo las barbas propias y dedicarnos a fidelizar clientes, nos regodeamos en desgracias ajenas y nos aprovecharnos de lo fácil que era atraer gente sin apenas esfuerzo operativo.
Hacia 2018 empezaron a flaquear las cifras, porque ya los países damnificados por la violencia terrorista iban resurgiendo de sus penurias y empezaban a plantar cara.
El problema para afrontarlo, así como el abuso acomodaticio anterior, radicó en la penosa gestión política que, por desgracia, está vinculada indefectiblemente al sector turístico. La FITUR de 2015, comentada en el artículo “JACTA EST”, habla de la injerencia institucional en un ámbito necesitado de la operatividad y eficacia imprescindibles para el éxito, presente y futuro, La entradilla rezaba así: “Culminada con el triunfalismo habitual FITUR 2015, un año más se celebra el éxito en Canarias con ostentosos titulares referidos al reiterado incremento de turistas, gracias a la buena gestión de los responsables políticos y las muy optimistas perspectivas de futuro. Cuando las realidades de presente y las venideras son preocupantes sin paliativos…” .
En otros trabajos se aludía a la fatua pretensión oficial por el “turismo de calidad”. Solo titulares rimbombantes, pues todo parecía diseñado en contra: Paquetes del “todo incluido”; turoperadores especuladores con precios a la baja; aerolíneas de bajo coste; maltrato laboral a los empleados de hostelería; un litoral isleño afectado de vertidos fecales incontrolados; pasajeros mal tratados con largas horas de espera a pleno sol porque la T-1 del Reina Sofía se había quedado vieja e insuficiente, cuando ¡oh sorpresa! en enero de 2017 se descubrió que existía una T-2 construida e inaugurada en 2008, pero al día siguiente fue cerrada a cal y canto. Se quedó sin estrenar para ignorancia de las autoridades y sin explicación de AENA. Eso sí; los alcaldes del Sur clamando por una 2ª pista para sacar áridos hacia el fallido puerto de Granadilla… ¿Turismo de calidad?...
Claro, con estos antecedentes, el presente pandémico es angustioso y las posibilidades de futuro inquietantes al máximo. No ya por lo también comentado en otros artículos sobre la imprescindible diversificación de recursos, ante el riesgo de polarización de los huevos en una sola cesta, sino porque la gestión sigue en las manos oficiales menos recomendables por su ineptitud y falta de conocimiento.
Dejamos en las redes y sus comentarios el reciente número de las “low cost” ofertando pasajes de Reino Unido y Alemania a Canarias por 25 €. Ha sido una eclosión de pánico ante la posible afluencia descontrolada de infectados de covid 19, sin pasar test de salida, llegada ni alojamiento. El riesgo de que nos confinen de nuevo en plan masivo, contrasta con algunas declaraciones triunfalistas de “¡Qué bien! ¡Qué suerte! Por fin se va a reactivar el turismo (¿de calidad?)”.
Esta muestra de desconocimiento viene dada por el problema endémico de responsables políticos ignorantes que no tienen idea de lo que tienen en sus manos, y solo les interesa algún titular o declaraciones llamativas para justificar su cargo. ¿Cómo es posible, con la que está cayendo, que desde la Consejería de Turismo se declare la brillante iniciativa de gastarse un pastón en promocionar el turismo de EEUU y Canadá hacia Canarias? ¿Acaso han calculado cómo se podría competir con Hawai, o los archipiélagos del Caribe? No solo por entidad ni importancia, sino por una simple cuestión geográfica y el simple acceso al alcance de la mano. Aparte de nuestras limitaciones comentadas, incompatibles aquí con el turismo de calidad.
“Si lo barato es barato por su baja calidad, deja de ser barato”.