La trampa de Eurovisión: Zorra sí, zorra no

El triunfo del dúo Nebulossa con Zorra ha desatado una polémica y un debate que, desde mi punto de vista, desvía y desenfoca asuntos mucho más trascendentales e importantes para el conjunto de las mujeres y de la ciudadanía. 

El término «zorra» no es de mi agrado. Tampoco «una cualquiera», «cornúo», «maricón» o  «esposa», «esposo», por ejemplificar solo algunas palabras que contienen connotaciones negativas. Reproducen comportamientos, roles y valores machistas. La imagen negativa y estereotipada de la mujer se traslada a muchas expresiones de la lengua. Sin embargo, otras personas prefieren o han preferido reapropiarse de términos estigmatizantes para otorgarles un nuevo sentido, a modo de reto y reivindicación, de cambio y reafirmación. Este debate está a la orden del día, extensible, porque no, a la aceptación o rechazo del «todos, todas, todes». 

Inmersos en el análisis de la letra de la canción, que ha suscitado controversias entre sectores de la izquierda y críticas de la derecha, casi nadie cuestiona el sistema patriarcal imperante. Tampoco, la naturaleza de Eurovisión y la propuesta de vetar a Israel y denegarle su participación en este festival. 

La división sexual del trabajo y la propiedad privada de las personas (del hombre sobre la mujer) son dos pilares fundamentales del patriarcado, que pasan desapercibidos. «Zorra sí, zorra no», nos puede llevar a quedarnos en la epidermis de una temática, de un sistema, que no solo se ha prolongado a lo largo de la historia sino que convive actualmente entre todos y afecta, ataca con mucha fuerza a las mujeres. Asimismo, «zorra sí, zorra no» puede sumirnos en una peligrosa moralina.

Eurovisión no representa ni ha representado la liberación de los pueblos de los distintos países que han intervenido. No es un foro donde se cuestione el cambio climático, la pobreza ni la distribución de la riqueza. Es un festival que puede o no entretener, despertar o no la curiosidad, abrir un turno de apuestas a favor de una u otra canción, etc. Y los points -puntos que concede cada país a otra canción- pueden anticiparse casi siempre antes de la actuación. El amiguismo ideológico y la confabulación entre países muestran su rostro en este festival.

La cuenta atrás para el festival de Eurovisión ya ha empezado y participarán 37 países. Entre estos, Israel. La Unión Europea de Radiodifusión ha rechazado las innumerables y numerosas solicitudes que piden la descalificación de Israel del Festival de Eurovisión y ha reafirmado su presencia en el certamen: “Las comparaciones entre guerra y conflicto son complejas y, como organización de medios apolíticos, no nos corresponde hacerlas”. La declaración habla por sí misma y los hechos también. 

En realidad, Israel no necesita Eurovisión. El genocidio y la limpieza étnica de Palestina no se han frenado porque, entre otros, los mismos países que presentarán sus canciones en Eurovisión no han querido. Ojalá me equivoque. Ojalá  se produzca un alto el fuego definitivo y el Estado palestino consiga renacer de las cenizas.