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Turismo natural

Generalmente, las personas que desean permanecer en contacto con la naturaleza son sus más entusiastas defensores, aunque claro está, siempre hay excepciones. De ahí la necesidad de una regulación y un control estricto para evitar desmadres.

El desarrollo de las zonas rurales exige la atención de las administraciones, sean insulares, municipales, autonómicas o comunitaria, para crear infraestructuras, normativas y, por supuesto, empleos, y ofrecer fondos destinados a este fin.

Son muchas las actividades que pueden practicarse en la naturaleza y en las inmediaciones de establecimientos situados en zonas rurales, bien de forma voluntaria, u organizadas, recibiendo incluso estipendios esta última modalidad. Senderismo, paseos a caballo, escaladas, ciclismo, barranquismo, trabajos agrícolas o en granjas, ya existentes, o reactivando esos sectores; colaborar en tareas de regeneración del paisaje, repoblaciones forestales, de habilitación de caminos y senderos, reorientar y afianzar la política forestal, etc. Como se ve las posibilidades son muchas. Solo hay que tener voluntad política, imaginación y un afán de abrir estos cauces de desarrollo y progreso.

Se debe también estimular la sensibilidad y la educación medioambiental, de forma que cada canario se sienta, en primer lugar, orgulloso de sus islas, de su naturaleza, y al mismo tiempo sea un valedor de su conservación.

José M. Balbuena Castellano

Generalmente, las personas que desean permanecer en contacto con la naturaleza son sus más entusiastas defensores, aunque claro está, siempre hay excepciones. De ahí la necesidad de una regulación y un control estricto para evitar desmadres.

El desarrollo de las zonas rurales exige la atención de las administraciones, sean insulares, municipales, autonómicas o comunitaria, para crear infraestructuras, normativas y, por supuesto, empleos, y ofrecer fondos destinados a este fin.