Espacio de opinión de Canarias Ahora
Veraneantes
Los políticos veranean, según sus gustos y aficiones, en distintas localidades, costas o montes. Zapatero parecía tener una cierta querencia por las tierras volcánicas y los mares azulísimos de Lanzarote. Pero, en el presente estío, se ha decantado por Doñana. Sus motivos tendrá. Aunque no está el horno de la actualidad para ninguna vacación presidencial, si quieren que les diga. No vino a la ínsula conejera el Jefe del Ejecutivo, pero sí se encuentra allí uno se sus antecesores en el cargo, Felipe González, que siempre es noticia, incluso cuando no pretende serlo y se refugia en sus silencios sonrientes o en su taller de bisutero exclusivista. Pero, el ex presidente socialista es un hombre abierto y cordial hasta cuando busca las sombras de la intimidad relajante. De modo que ni inconveniente tuvo en conceder una entrevista a una tele local lanzaroteña. No dijo grandes cosas, pero sí insistió en resaltar algo que, se me antoja, resulta mucho más evidente para nuestros compatriotas de fuera que para los propios isleños encerrados en las enfurruñadas fronteras de nosotros mismos. Nuestro empeño suicida en primar lo insular por encima de lo archipielágico. ÂA mi Âdijo- no me preocupa que haya una identidad isleña. Me parece perfecto. Pero, la identidad de identidades, que es la comunidad canaria, habría que reforzarlaÂ. Que, además, González nos recordase que mucho nacionalismo de pacotilla, en nuestros peñascos, no es más de un insularismo férreo y feroz, tampoco es un descubrimiento. Lamentó Felipe González, en la televisiva interviú, no haber logrado, durante su estancia en La Moncloa, el objetivo de trasformar Canarias en Âuna verdadera plataforma tricontinental, de cruce de culturas y de formación universitariaÂ. Ahí el carismático orfebre cayó en un tópico tan consabido que grima produce, oigan. Lo de la plataforma tricontinental es un recurso retórico que ya se usaba cuando Franco. Y que jamás se convertirá en realidad porque, si así fuese, los políticos ya no podrían recurrir a él y no sabrían qué decir sobre el futuro y la situación geoestratégica de estas Islas.
José H. Chela
Los políticos veranean, según sus gustos y aficiones, en distintas localidades, costas o montes. Zapatero parecía tener una cierta querencia por las tierras volcánicas y los mares azulísimos de Lanzarote. Pero, en el presente estío, se ha decantado por Doñana. Sus motivos tendrá. Aunque no está el horno de la actualidad para ninguna vacación presidencial, si quieren que les diga. No vino a la ínsula conejera el Jefe del Ejecutivo, pero sí se encuentra allí uno se sus antecesores en el cargo, Felipe González, que siempre es noticia, incluso cuando no pretende serlo y se refugia en sus silencios sonrientes o en su taller de bisutero exclusivista. Pero, el ex presidente socialista es un hombre abierto y cordial hasta cuando busca las sombras de la intimidad relajante. De modo que ni inconveniente tuvo en conceder una entrevista a una tele local lanzaroteña. No dijo grandes cosas, pero sí insistió en resaltar algo que, se me antoja, resulta mucho más evidente para nuestros compatriotas de fuera que para los propios isleños encerrados en las enfurruñadas fronteras de nosotros mismos. Nuestro empeño suicida en primar lo insular por encima de lo archipielágico. ÂA mi Âdijo- no me preocupa que haya una identidad isleña. Me parece perfecto. Pero, la identidad de identidades, que es la comunidad canaria, habría que reforzarlaÂ. Que, además, González nos recordase que mucho nacionalismo de pacotilla, en nuestros peñascos, no es más de un insularismo férreo y feroz, tampoco es un descubrimiento. Lamentó Felipe González, en la televisiva interviú, no haber logrado, durante su estancia en La Moncloa, el objetivo de trasformar Canarias en Âuna verdadera plataforma tricontinental, de cruce de culturas y de formación universitariaÂ. Ahí el carismático orfebre cayó en un tópico tan consabido que grima produce, oigan. Lo de la plataforma tricontinental es un recurso retórico que ya se usaba cuando Franco. Y que jamás se convertirá en realidad porque, si así fuese, los políticos ya no podrían recurrir a él y no sabrían qué decir sobre el futuro y la situación geoestratégica de estas Islas.
José H. Chela