Espacio de opinión de Canarias Ahora
Vivir con la esperanza de un día nuevo
Por otro lado, por la parte afectiva que me compromete con mis hermanos\as que residen en Venezuela, y que de algún modo, me permite sentirme motivado e ilusionado para volver nuevamente a Venezuela. Esa parte afectiva familiar, junto con algunos amigos residentes en el mencionado país, me permite conocer con mayor información la realidad social que actualmente vive Venezuela. Sin duda, el apoyo incondicional que estoy recibiendo en Venezuela por parte de mi familia resulta de vital importancia para mí, para estar por segunda vez en Venezuela. La solidaridad afectiva de mis hermanas, Tere y Licha, junto a sus respectivas familias, unida a la de mi hermano, Domingo y mi sobrina, Paola y marido, Giovanni Stefani, personas maravillosas, hacen que yo pueda sentirme mas seguro , tranquilo y cómodo, pues no descubro nada nuevo si escribo que la inseguridad en Venezuela es de alto voltaje, sobre todo en la ciudad de Caracas.
Al igual que muchos países de mundo, Venezuela no atraviesa por un buen momento, pero la gente que reside en el citado país se muestra esperanzada por seguir luchando, con el objetivo de que Venezuela sea cada día más grande, libre y segura. Un país que lo tiene todo, pero que se ve alterado ante tantos secuestros exprés y asesinatos entre bandas armadas que se suceden cada fin de semana en la ciudad de Caracas y en otros tantos puntos del país. Para hablar de Venezuela hay que estar en el país, vivir el día a día, caminar por los lugares más bellos y pobres, por los más seguro y peligrosos. No hay que ver solamente el lado turístico de Venezuela, hay que ver también los barrios más complejos y oscuros de Caracas. Entre ellos, los famosos ranchos que están ubicados en los cerros de Venezuela. Del mismo modo, ver las carencias y necesidades del pueblo venezolano y las prestaciones que necesitan para vivir con dignidad. Sin embargo, y pese a todos los problemas que pueda tener este maravilloso país, hay lugares que son dignos de vivir y visitar. El Hatillo, La Lagunita Country Club, Los Cayos de Morrocoy y sus manglares. Y los que aún me gustaría ver como son: Los Roques, El Salto del Ángel o la Gran Sabana. Sólo llevo nueve días en Venezuela y todavía quedan muchas cosas que ver y contar.
Rafael Lutzardo
Por otro lado, por la parte afectiva que me compromete con mis hermanos\as que residen en Venezuela, y que de algún modo, me permite sentirme motivado e ilusionado para volver nuevamente a Venezuela. Esa parte afectiva familiar, junto con algunos amigos residentes en el mencionado país, me permite conocer con mayor información la realidad social que actualmente vive Venezuela. Sin duda, el apoyo incondicional que estoy recibiendo en Venezuela por parte de mi familia resulta de vital importancia para mí, para estar por segunda vez en Venezuela. La solidaridad afectiva de mis hermanas, Tere y Licha, junto a sus respectivas familias, unida a la de mi hermano, Domingo y mi sobrina, Paola y marido, Giovanni Stefani, personas maravillosas, hacen que yo pueda sentirme mas seguro , tranquilo y cómodo, pues no descubro nada nuevo si escribo que la inseguridad en Venezuela es de alto voltaje, sobre todo en la ciudad de Caracas.
Al igual que muchos países de mundo, Venezuela no atraviesa por un buen momento, pero la gente que reside en el citado país se muestra esperanzada por seguir luchando, con el objetivo de que Venezuela sea cada día más grande, libre y segura. Un país que lo tiene todo, pero que se ve alterado ante tantos secuestros exprés y asesinatos entre bandas armadas que se suceden cada fin de semana en la ciudad de Caracas y en otros tantos puntos del país. Para hablar de Venezuela hay que estar en el país, vivir el día a día, caminar por los lugares más bellos y pobres, por los más seguro y peligrosos. No hay que ver solamente el lado turístico de Venezuela, hay que ver también los barrios más complejos y oscuros de Caracas. Entre ellos, los famosos ranchos que están ubicados en los cerros de Venezuela. Del mismo modo, ver las carencias y necesidades del pueblo venezolano y las prestaciones que necesitan para vivir con dignidad. Sin embargo, y pese a todos los problemas que pueda tener este maravilloso país, hay lugares que son dignos de vivir y visitar. El Hatillo, La Lagunita Country Club, Los Cayos de Morrocoy y sus manglares. Y los que aún me gustaría ver como son: Los Roques, El Salto del Ángel o la Gran Sabana. Sólo llevo nueve días en Venezuela y todavía quedan muchas cosas que ver y contar.