Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Todos somos WOMAD

Miguel Amorós

0

En el siempre creativo cartel del WOMAD de este año destaca la icónica imagen del león junto a la leyenda 20 años juntos WOMAD + Gran Canaria. Casualidad o no, mi visita a esa amigable isla para disfrutar de mi primer WOMAD canario fue en 1998, justo hace veinte años. Repaso el cartel de aquella edición y recuerdo con entusiasmo las actuaciones del jamaicano Ernest Ranglin, de los franceses Lo’Jo, de las rebeldes Tarika de Madagascar o del angoleño Waldemar Bastos, un maestro de la sensibilidad, entre muchos otros. Pero lo que más me sorprendió, y lo he dicho en múltiples ocasiones, fue la amabilidad, respeto y complicidad con las que el público canario vivió, y sigue viviendo, el WOMAD.

Observé, asombrado, como eran capaces de asistir en masa a ver al cantautor irlandés Andy White, en silencio y aplaudiendo a rabiar después de cada una de sus canciones, y poco después volverse locos bailando con los ritmos cubanos y de soukous del congoleño Ricardo Lemvo & Makina Loca. Y todo eso en un festival gratuito que acoge un público transversal, en todos los sentidos. Ese respeto ante los artistas es algo que se mantiene año tras año, y no solamente eso, sino que, gracias al festival, el público asistente se ha convertido cada vez más en experto, conocedor y también crítico de eso que se convino en definir como músicas del mundo.

De aquella edición recuerdo también con cariño la actuación de los sudafricanos Ladysmith Black Mambazo, con sus ricas armonías vocales, que de nuevo, casualidad o no, vuelven este año. Aunque han sustituido a algunos de sus componentes, seguro que volverán a conquistarnos con temas del mítico Graceland de Paul Simon. Repite también este año (estuvo en 2009) la diva Oumou Sangaré. La cantante malí que más ha hecho por el empoderamiento femenino en África vuelve más vital que nunca con Mogoya, su disco más bailable y que no por ello olvida sus habituales letras combativas y de denuncia. No está de más recordar también que fue uno de los conciertos triunfales de la pasada edición de WOMAD Cáceres, así que vayan preparándose.

Dicen que un festival consolida su prestigio tras cinco ediciones consecutivas con una programación de calidad. Bien, pues WOMAD lleva todos estos años demostrándolo, de ahí su gran éxito tanto en lo musical como en cifras de público. Y es que una de sus virtudes es saber combinar figuras incontestables de las músicas del mundo con talentos todavía por descubrir. Gracias a ello, cada año nos llevamos agradables sorpresas con artistas que pueden llegarnos desde cualquier parte del mundo. En este sentido, me atrevería a apostar a que uno de los grupos más celebrados de esta edición serán los belgas KermesZ à l’Est, con una mezcla de klezmer, rock, balkan y punk que pondrá a todo el público a bailar. También estoy seguro de que serán muy bien acogidos Delgrès, la valiente propuesta del guitarrista francés Pascal Danaë con su especial power trio (dobro, tuba y batería), que une Guadalupe con Louisiana a través de un fiero blues. Prepárense asimismo para el hipnótico directo del maestro del gnawa Maalem Hamid el Kasri. Conociendo lo entregado que es el público canario que suele asistir al festival, puedo asegurar que la respuesta será fantástica. Poco que decir del apasionado extremeño Gecko Turner, quien nos deleitara con su particular mezcla de soul-funk de aires afrocaribeños. Lo mismo que el Colectivo Panamera con su cumbia panatropica.

Gracias a esa búsqueda incansable de este festival con propuestas de todos los rincones del globo, podremos viajar musicalmente (sin salir del Parque de Santa Catalina) desde Sudáfrica con la mezcla de raíz y modernidad de BCUC a Israel con el pop electrónico experimental de Noga Erez, desde Argentina-Colombia con el pop&rock-latino de Sol Escobar a Reino Unido con el folk de Talisk. Y no nos olvidemos de artistas nacionales como la joven cantaora María José Llergo, junto al guitarrista Marc López, o el canario Aníbal Faycán y su rap fusión.

Completando la programación, habrá de nuevo sesiones de Dj, talleres infantiles y de adultos, pasacalles y una larga lista de actividades paralelas que siempre se llenan de participantes entusiastas. Porque todas ellas suponen otro de los aspectos importantes de los que el festival puede vanagloriarse: su apuesta por hacernos compartir nuestro tiempo y nuestro espacio, por generar espacios de tolerancia, por su lucha por la igualdad de género, por la solidaridad entre los pueblos y por la defensa del medio ambiente. Año tras año, el mensaje ha ido calando en ese público abierto y participativo del que tengo muchas ganas de volver a formar parte en esta celebración tan especial. Un público que ha crecido con WOMAD y que ha acabado tan enamorado del festival que ha decidido también traer a sus hijos e hijas para que también lo disfruten. Porque, al margen de todo lo demás, son los asistentes los que se han convertido en el verdadero protagonista del festival. Todos y cada uno de ellos forman parte indispensable del WOMAD. Porque todos son WOMAD. Porque todos somos WOMAD.

En el siempre creativo cartel del WOMAD de este año destaca la icónica imagen del león junto a la leyenda 20 años juntos WOMAD + Gran Canaria. Casualidad o no, mi visita a esa amigable isla para disfrutar de mi primer WOMAD canario fue en 1998, justo hace veinte años. Repaso el cartel de aquella edición y recuerdo con entusiasmo las actuaciones del jamaicano Ernest Ranglin, de los franceses Lo’Jo, de las rebeldes Tarika de Madagascar o del angoleño Waldemar Bastos, un maestro de la sensibilidad, entre muchos otros. Pero lo que más me sorprendió, y lo he dicho en múltiples ocasiones, fue la amabilidad, respeto y complicidad con las que el público canario vivió, y sigue viviendo, el WOMAD.

Observé, asombrado, como eran capaces de asistir en masa a ver al cantautor irlandés Andy White, en silencio y aplaudiendo a rabiar después de cada una de sus canciones, y poco después volverse locos bailando con los ritmos cubanos y de soukous del congoleño Ricardo Lemvo & Makina Loca. Y todo eso en un festival gratuito que acoge un público transversal, en todos los sentidos. Ese respeto ante los artistas es algo que se mantiene año tras año, y no solamente eso, sino que, gracias al festival, el público asistente se ha convertido cada vez más en experto, conocedor y también crítico de eso que se convino en definir como músicas del mundo.