Espacio de opinión de Canarias Ahora
De zorras, monos y moras
Es altamente probable que la última mujer asesinada en el Estado español por el hombre que era su pareja o expareja escuchara, entre otros insultos, y de forma destacada, el de ¡Zorra!, como el título de la eurovisiva canción. Es también altamente probable que le ocurra a las próximas, a las víctimas de la violencia de género de este año y a las del 2025, del 2030 o del 2042. Los crímenes machistas nos acompañarán mucho tiempo. Los execrables insultos, a las víctimas mortales y a otras mujeres maltratadas que afortunadamente salvan la vida, también.
Puedo equivocarme, pero mucho me temo que no hay canción, festivalera o no, que cambie o resignifique la despectiva palabra. Como no se resignificará el ¡Mono! que los racistas utilizan contra futbolistas de piel negra por muchas canciones que lo pretendieran. O el ¡Moro/a¡, que en los más diversos ámbitos se emplea despectivamente en referencia a marroquíes, mauritanos o saharauis. Zorra, mono o mora seguirán significando lo mismo y seguirán constituyendo una indisimulada agresión, machista la primera, racista las otras dos. Igual lo próximo es intentar resignificar puta o feminazi, que también son de uso común entre los machistas más vomitivos. Todo es posible.
Por supuesto que es legítimo que haya gente a la que le guste la afamada canción y que la considere casi un himno feminista. Tanto como que a otros y a otras, por contra, no nos lo parezca, además de resultarnos profundamente hortera. Una división que observo entre familiares y amigas. Cuestión de plurales puntos de vista o de no menos variados musicales gustos.
Eurovisión
Se trata, además, del tema musical elegido para representar a España en el Festival de Eurovisión. El mismo evento que ha dado sonados triunfos a Israel en el pasado al margen de su actitud de estado criminal contra los hombres y mujeres de Palestina. Como el de Dana Internacional, que ganó en 1998, belicista cantante que aplaude de forma entusiasta la barbarie de su país en la zona. Estoy seguro de que, de presentarse, la volverían a votar.
Parece que a los eurofans no les importa la cruel realidad. Deben tener una musical coraza que les permite una nula sensibilidad ante el sufrimiento permanente de millones de personas, en buena parte niños y niñas, como los más de diez mil menores asesinados en los últimos meses por el potente y despiadado ejército israelí.
El Festival de Eurovisión debió expulsar a Israel, como hizo con Rusia en 2022 por su rechazable invasión de Ucrania. Sin embargo, utiliza dos curiosas varas de medir, las mismas, por cierto, que se usan en el ámbito del deporte: exclusión rusa, alfombra para Israel. Como si los muertos, heridos y desplazados en uno y otro caso, en Ucrania y en Gaza, tuvieran distinto valor; y sus verdugos merecieran castigo de exclusión en el primer caso, musical o deportivo aplauso en el segundo.
Evento apolítico
El respeto a los derechos humanos, el rechazo a los espantosos crímenes que hemos visto estos meses, la solidaridad con las víctimas y la reivindicación de un mundo más justo exigirían la fulminante expulsión de Israel del concurso. Y dado que la organización permite que participe asegurando que el certamen es “un evento apolítico” (¿se puede ser más cínico?), lo más justo y ético sería un boicot al festival que, lamentablemente, no se va a producir.
Sigan cantando.
Es altamente probable que la última mujer asesinada en el Estado español por el hombre que era su pareja o expareja escuchara, entre otros insultos, y de forma destacada, el de ¡Zorra!, como el título de la eurovisiva canción. Es también altamente probable que le ocurra a las próximas, a las víctimas de la violencia de género de este año y a las del 2025, del 2030 o del 2042. Los crímenes machistas nos acompañarán mucho tiempo. Los execrables insultos, a las víctimas mortales y a otras mujeres maltratadas que afortunadamente salvan la vida, también.
Puedo equivocarme, pero mucho me temo que no hay canción, festivalera o no, que cambie o resignifique la despectiva palabra. Como no se resignificará el ¡Mono! que los racistas utilizan contra futbolistas de piel negra por muchas canciones que lo pretendieran. O el ¡Moro/a¡, que en los más diversos ámbitos se emplea despectivamente en referencia a marroquíes, mauritanos o saharauis. Zorra, mono o mora seguirán significando lo mismo y seguirán constituyendo una indisimulada agresión, machista la primera, racista las otras dos. Igual lo próximo es intentar resignificar puta o feminazi, que también son de uso común entre los machistas más vomitivos. Todo es posible.