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Ambientazo en todas las consejerías

Ni las acusaciones sorianas sobre el absentismo playero de los funcionarios de la Comunidad Autónoma había causado tanto revuelo. Los comentarios publicados aquí este miércoles en relación con el caos reinante en la Consejería de Economía y Hacienda tras la puesta en funcionamiento del nuevo procedimiento contable, el famoso Sistema de Gestión Económico-Financiero del Gobierno de Canarias (SEFCAN), fueron la comidilla en todas las consejerías del Gobierno. Porque cuando no es un pago retrasado a un proveedor es una subvención que no llega o el incumplimiento de compromisos tan sonados como la ayuda por alquiler de vivienda para los jóvenes. Los funcionarios que lo sabían vieron ratificados sus peores presagios, y los que lo intuían empezaron a explicarse muchas deficiencias que tardarán meses en enderezarse. Si se enderezan. Donde la historia sentó como una patada en el bajo vientre fue, como es natural, en la Consejería de Economía y Hacienda, cuyos los altos cargos no sabían qué agujero tapar para que la sublevación emocional no se saliera de madres.

Ni las acusaciones sorianas sobre el absentismo playero de los funcionarios de la Comunidad Autónoma había causado tanto revuelo. Los comentarios publicados aquí este miércoles en relación con el caos reinante en la Consejería de Economía y Hacienda tras la puesta en funcionamiento del nuevo procedimiento contable, el famoso Sistema de Gestión Económico-Financiero del Gobierno de Canarias (SEFCAN), fueron la comidilla en todas las consejerías del Gobierno. Porque cuando no es un pago retrasado a un proveedor es una subvención que no llega o el incumplimiento de compromisos tan sonados como la ayuda por alquiler de vivienda para los jóvenes. Los funcionarios que lo sabían vieron ratificados sus peores presagios, y los que lo intuían empezaron a explicarse muchas deficiencias que tardarán meses en enderezarse. Si se enderezan. Donde la historia sentó como una patada en el bajo vientre fue, como es natural, en la Consejería de Economía y Hacienda, cuyos los altos cargos no sabían qué agujero tapar para que la sublevación emocional no se saliera de madres.