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Brito y Pérez se esconden en Puerto de la Cruz

Solo ante el peligro. El concejal de Recursos Humanos del Puerto de la Cruz, Luis Miguel Rodríguez, del PP, probó este lunes la parte más amarga del cargo público y la factura de pactar con personajes de la talla política de Marcos Brito, de CC. Porque, como era de prever, se armó en las oficinas municipales de esa ciudad a cuenta de la supresión de pluses y otros recortes en los convenios colectivos de funcionarios y personal laboral. Marcos Brito se mandó a mudar, y Sandra Rodríguez, concejala de Economía y Hacienda, alegó indisposición para no estar presente. Ambos dejaron a Luis Miguel Rodríguez asumiendo una reunión con trabajadores públicos, lo que inexorablemente condujo al más previsible de los caos. El concejal no sabía cómo hacer frente a aquella situación, ni qué contestar ante la avalancha de reivindicaciones y peticiones, lo que condujo enseguida a que inspirara la lástima de los presentes. El momento álgido llegó cuando el edil recalcaba que el gobierno municipal quería diálogo y un funcionario le decía que estaban dispuestos a dialogar siempre y cuando retirara la propuesta del gobierno (CC+PP) para revisar a la baja los dos convenios. Cuando dijo nones y se produjo el clamor, y a Luis Miguel sólo le faltó meterse debajo de la mesa cantando una ranchera. La cosa terminó sin acuerdo.

Solo ante el peligro. El concejal de Recursos Humanos del Puerto de la Cruz, Luis Miguel Rodríguez, del PP, probó este lunes la parte más amarga del cargo público y la factura de pactar con personajes de la talla política de Marcos Brito, de CC. Porque, como era de prever, se armó en las oficinas municipales de esa ciudad a cuenta de la supresión de pluses y otros recortes en los convenios colectivos de funcionarios y personal laboral. Marcos Brito se mandó a mudar, y Sandra Rodríguez, concejala de Economía y Hacienda, alegó indisposición para no estar presente. Ambos dejaron a Luis Miguel Rodríguez asumiendo una reunión con trabajadores públicos, lo que inexorablemente condujo al más previsible de los caos. El concejal no sabía cómo hacer frente a aquella situación, ni qué contestar ante la avalancha de reivindicaciones y peticiones, lo que condujo enseguida a que inspirara la lástima de los presentes. El momento álgido llegó cuando el edil recalcaba que el gobierno municipal quería diálogo y un funcionario le decía que estaban dispuestos a dialogar siempre y cuando retirara la propuesta del gobierno (CC+PP) para revisar a la baja los dos convenios. Cuando dijo nones y se produjo el clamor, y a Luis Miguel sólo le faltó meterse debajo de la mesa cantando una ranchera. La cosa terminó sin acuerdo.