El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Canarias, desde la Meseta
¿Es de fiar el CIS? El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dependiente del Ministerio de Presidencia del Gobierno de España, es un organismo público cuya función primordial es pulsar el estado de opinión de los Españoles mediante “el análisis y el conocimiento científico” en cuestiones de interés público. Sus informes no son exclusivamente electorales, ni mucho menos, aunque sea esa vertiente de su trabajo la que más relevancia pública tiene. Sus barómetros son esperados como maná por los partidos políticos y por los medios de comunicación cuando llegan momentos del calendario tan señalados como son las vísperas electorales, como es el caso. Esperábamos del CIS algo más preciso y convincente en este último barómetro de abril en un momento en el que toda España se debate entre el fin de bipartidismo, los partidos emergentes o el que todo cambie para que siga siendo igual. El chasco ha sido monumental en Canarias porque el mapa parlamentario que ha dibujado el organismo es aparentemente erróneo, dicho sea con las prevenciones lógicas de una época sociológica y política muy cambiante que no aconseja posicionamientos tajantes en esta materia. La encuesta del CIS para Canarias confirma, eso sí, algunas tendencias repetidas en otras consultas de las conocidas últimamente: descalabro absoluto del Partido Popular, entrada en la Cámara de Podemos y de Ciudadanos. Y para de contar. A partir de esos dos datos, generalizados para toda España, el desaguisado se apodera del informe.
¿El resurgir del PSOE?
Es muy llamativo, demasiado llamativo, que el CIS deje fuera de sus previsiones electorales a Nueva Canarias, cuyo crecimiento aparece reflejado en todas las encuestas, bien es cierto que con desiguales rasgos. Que la representación actual de los de Román Rodríguez pase de dos parlamentarios (el tercero de sus diputados se lo aportó el PIL, con quien no concurre en 2015) a cero patatero es una proyección muy aventurada. El despliegue territorial que ha hecho NC en todas las islas, excepto en El Hierro, la aparición en sus filas de candidatos de tanto peso local como Santiago Pérez (Tenerife), Torres Stinga e Inés Rojas (por Lanzarote), unido al descalabro que presenta su más inmediato competidor, Coalición Canaria, en islas como Gran Canaria, hacen materialmente imposible que ese partido pierda por completo su representación parlamentaria y, en consecuencia, el crecimiento que aparece reflejado en otros estudios de opinión. También llama la atención en el trabajo del CIS la importante recuperación que experimenta el Partido Socialista Canario, que casi está a punto de ganar las elecciones, algo que ni siquiera recogen en estos momentos las encuestas que se manejan en los cuarteles socialistas. Sí parece cierto que Patricia Hernández se mueve en una horquilla que oscila entre los 12 y los 16 diputados porque sus resultados van a depender mucho de lo que hagan los electores de La Gomera con Casimiro Curbelo, o lo que ocurra en Lanzarote y Fuerteventura, donde baila un diputado por cada una de esas islas. Pero de ahí a superar sus resultados de 2011 (15) suena un poquitín irreal.
El despiporre de Podemos
El CIS apunta a un descalabro absoluto del PP en Canarias, con los peores resultados de toda su historia, que de confirmarse supondrían la salida forzosa de José Manuel Soria de la presidencia regional del partido. También en esta cuestión al organismo se le va un poco la mano. Salvo que en su feudo casi inexpugnable Gran Canaria ocurra un cataclismo, resulta a estas alturas un poco arriesgado sostener que los populares vayan a ver reducida su representación a 12-14 diputados sobre los 21 que tiene en estos momentos. Las demás encuestas conocidas sitúan sus estimaciones en parte alta de esa horquilla, 14 actas, aunque bajando, eso sí. Igualmente resulta excesiva la representación que el CIS otorga a Podemos. La propia organización de Noemí Santana trabaja sobre una hipótesis de entre cinco y seis diputados, y en su momento más álgido, las encuestas no le daban más de seis o siete. Las estimaciones de Ciudadanos (4-5) y de Coalición Canaria (17) sí coinciden con las tendencias apuntadas por las demás encuestas conocidas hasta ahora.
Se desmorona el pacto CC-PP
En cualquier caso, y salvo por la muy llamativa exclusión de Nueva Canarias, sí es cierto que la encuesta del CIS pronostica un escenario electoral en el que va a resultar imposible llevar a cabo un pacto entre Coalición Canaria, virtual ganador de las elecciones, y el Partido Popular, virtual y apoteósico perdedor. No sumarían ni a empujones porque, ni siquiera en el mejor escenario de un PP con 14, los 31 que sumaría con CC harían materialmente imposible un acuerdo. Salvo, eso sí, que al conchabo se uniera la gente de Ciudadanos, algo improbable en una fase tan delicada como los meses que irán desde junio hasta noviembre, cita con las elecciones generales. En este contexto, parece comprensible el profundo quejido de Soria de que todo el mundo huye de su partido como si estuviera apestado. Por el contrario, la encuesta del CIS desbarata también el pacto alternativo que todos los analistas daban por hecho, el de CC con el PSOE y Nueva Canarias, y en su lugar hace que emerja una reedición del actual entre lo nacionalistas de Paulino-Clavijo y los socialistas. Ni en los mejores sueños del PSOE ni en las más terroríficas pesadillas de Ana Oramas-Fernando Clavijo se habría dado esta posibilidad. El CIS debe haber escogido muy mal a sus encuestados o a sus encuestadores, o ha hecho una cocina de los datos desde un despacho de Madrid, de esos desde los que lo más lejos que se ve es la M-30.
TVE también discrimina a NC
El mismo día nos regaló otra muestra de lo lejos que están intelectualmente Canarias y Madrid. Que la televisión pública estatal haya dejado fuera de las entrevistas al candidato de Canarias a Nueva Canarias requiere una disculpa y una enmienda inmediatas por parte de los rectores de Televisión Española. Nadie debió advertir a los responsables madrileños de la cosa que en Canarias existen partidos locales con representación parlamentaria más allá de Coalición Canaria. Y en la advertencia, consignar, asimismo, que ese partido local al que muy estúpidamente han dejado fuera, también tiene un diputado en las Cortes Generales, Pedro Quevedo. Por lo tanto, lo que podría soportarse como un error se convierte en una clamorosa negligencia profesional en cadena: desde Canarias, donde no se advirtió de estas circunstancias, hasta Madrid, donde tampoco hicieron nada por informarse un poquito de lo que ocurre en esta asirocada ultraperiferia. Nada debería sorprendernos, no obstante, dada la deriva que padecen los servicios informativos de esa casa, con periodistas procedentes de Intereconomía incrustados, con nuevos programas destinados a manipular todavía más la realidad de este país y con reportajes propagandísticos tan descarados como el que este sábado va a emitir el depauperado Informe Semanal sobre la Ley Mordada. El enfoque que dibujan las promos no puede ser más elocuente: la Ley de Seguridad Ciudadana la ha diseñado el gran Mariano Rajoy para garantizar la seguridad de los españoles. Chúpate esa. Román amenaza con la fiscalía, tampoco es para ponerse así, por mucho que lo que se pretenda sea un resarcimiento al que la cadena pública está desde luego obligada.
El desaguisado de RTVC
Ya que hablamos de televisiones públicas, bueno es detenerse un poco en lo ocurrido con el relevo de Willy García al frente de la autonómica. Se ha vuelto a hacer buena la ley de Murphy en su aspecto más pesimista: nada impide que lo que sale mal empeore. Y la cosa empeora por momentos. Siendo admirable que el Parlamento haya sacado adelante en esta legislatura la nueva ley de radiotelevisión pública de Canarias con el objetivo de democratizarla y darle nuevos aires de transparencia, neutralidad y buen hacer profesional, todo el proceso de selección de vocales de su flamante consejo rector frustró las expectativas de los que pretendíamos que los partidos políticos fueran generosos y desterraran las viejas prácticas de las cuotas partidarias. No pudo ser esta vez, lo que no significa que haya que descartarlo para el futuro. Pero esa primera frustración condujo a una segunda esta misma semana, al conocer (de lejos, porque fuimos invitados a última hora y con defectuosas maneras) cómo resultó el acto de toma de posesión del nuevo presidente de ese consejo rector, Santiago Negrín. De entrada, Negrín no invitó a su antecesor en el cargo, Willy García, quizás porque no quería pasar el mal trago de verle el careto al tiempo que lanzaba algunos mensajes que no se correspondían desde luego con las exigencias de un acto formal y protocolario como aquel. ¿Antecesor? ¿Hemos dicho antecesor? Nos hemos equivocado otra vez: Santiago Negrín, pese a haber prometido su cargo, todavía no es presidente del consejo rector de RTVC porque lo sigue siendo Willy Gaarcía por aquellas cosas del surrealismo local y de la ley de la tostada con mantequilla que cae al suelo por la parte untada.
Aguedita de testigo
Pues sí, Negrín no invitó a su antecesor al acto que ponía en marcha el relevo en RTVC, y cargó de manera inclemente contra su gestión, avalada por el mismo partido con el que el nuevo presidente accede a su cargo. Por lo que parece, el nuevo presidente, pronto director general, va a levantar alfombras y a abrir ventanas para que entre el saneamiento público a la casa. Se va a encontrar con algunas sorpresas, unas más agradables que otras. Será agradable para él comprobar que algunos contratos pasan el filtro de cualquier auditor exigente, pero a su vez será muy desagradable comprobar que algunos otros, los más escandalosos, vienen arrastrándose en el organismo desde tiempos inmemoriales que podrían entroncar directamente con el mandato de algunos de los ex presidentes autonómicos que tanto elogió en su discurso. Cuando tire de la manta y levante esas alfombras, dará muchas alegrías a Águeda Montelongo, presente en el acto como si con ella no fuera una gran parte del escándalo. Le deseamos no obstante mucha suerte al nuevo responsable de RTVC en la esperanza de que pueda cumplir los objetivos que se ha marcado, pero advirtiéndole de quede muy poco nos servirá a los canarios tener una tele que a él le satisfaga si nadie la ve.
¿Es de fiar el CIS? El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dependiente del Ministerio de Presidencia del Gobierno de España, es un organismo público cuya función primordial es pulsar el estado de opinión de los Españoles mediante “el análisis y el conocimiento científico” en cuestiones de interés público. Sus informes no son exclusivamente electorales, ni mucho menos, aunque sea esa vertiente de su trabajo la que más relevancia pública tiene. Sus barómetros son esperados como maná por los partidos políticos y por los medios de comunicación cuando llegan momentos del calendario tan señalados como son las vísperas electorales, como es el caso. Esperábamos del CIS algo más preciso y convincente en este último barómetro de abril en un momento en el que toda España se debate entre el fin de bipartidismo, los partidos emergentes o el que todo cambie para que siga siendo igual. El chasco ha sido monumental en Canarias porque el mapa parlamentario que ha dibujado el organismo es aparentemente erróneo, dicho sea con las prevenciones lógicas de una época sociológica y política muy cambiante que no aconseja posicionamientos tajantes en esta materia. La encuesta del CIS para Canarias confirma, eso sí, algunas tendencias repetidas en otras consultas de las conocidas últimamente: descalabro absoluto del Partido Popular, entrada en la Cámara de Podemos y de Ciudadanos. Y para de contar. A partir de esos dos datos, generalizados para toda España, el desaguisado se apodera del informe.