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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Chamanes, marqueses y vaya usted a saber

La noticia más novelera de este martes no estuvo en un volcán, ni en las Bolsas, ni siquiera en el Parlamento de Canarias. Estuvo en los juzgados del Puerto del Rosario, donde compareció en calidad de imputado (incluso de detenido) el insuperable Domingo González Arroyo, ex líder del PP y en la actualidad del Partido Progresista Majorero, con querencia a regresar al PP el día menos pensado. Su presunto delito estaba relacionado con una denuncia de la que ha sido hasta hace poco su pareja, que lo acusa de malos tratos durante los 21 años de relación que ambos mantuvieron. La jueza sobreseyó provisionalmente la causa al detectar poca coherencia entre las declaraciones de denunciante y denunciado, lo que deja el asunto en el alero. Toda Fuerteventura hervía en rumores por la azarosa vida sentimental del marqués, sus desafortunadas expresiones sobre las mujeres majoreras, particularmente las adversarias políticas, a lo que habría que sumar la contribución a la causa hecha por su ex compañera, rodeada en estos momentos de una interesante tropa de telepredicadores, echadores de cartas y chamanes. Como para un culebrón, que para eso estamos ante un marquesado.

La noticia más novelera de este martes no estuvo en un volcán, ni en las Bolsas, ni siquiera en el Parlamento de Canarias. Estuvo en los juzgados del Puerto del Rosario, donde compareció en calidad de imputado (incluso de detenido) el insuperable Domingo González Arroyo, ex líder del PP y en la actualidad del Partido Progresista Majorero, con querencia a regresar al PP el día menos pensado. Su presunto delito estaba relacionado con una denuncia de la que ha sido hasta hace poco su pareja, que lo acusa de malos tratos durante los 21 años de relación que ambos mantuvieron. La jueza sobreseyó provisionalmente la causa al detectar poca coherencia entre las declaraciones de denunciante y denunciado, lo que deja el asunto en el alero. Toda Fuerteventura hervía en rumores por la azarosa vida sentimental del marqués, sus desafortunadas expresiones sobre las mujeres majoreras, particularmente las adversarias políticas, a lo que habría que sumar la contribución a la causa hecha por su ex compañera, rodeada en estos momentos de una interesante tropa de telepredicadores, echadores de cartas y chamanes. Como para un culebrón, que para eso estamos ante un marquesado.