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Clavijo se entrega a Soria; el PSOE, a Clavijo. La vida sigue igual

Fernando Clavijo ha corrido un riesgo enorme abrazando la versión oficial que un reducido grupo de dirigentes del Partido Popular transmite para explicar la renuncia de José Manuel Soria a la vida política: solo fue un error de comunicación, sus empresas en paraísos fiscales pertenecen a su esfera privada y no ha cometido delito alguno. Otro sector, el menos complaciente, ya saben, da por bueno que el comportamiento “privado” del que fuera presidente del PP canario invadió durante muchos años a la esfera de lo público y teme que puedan continuar apareciendo reveladores datos que lo comprometan todavía más. Conociendo como conoce a Soria, un verdadero artista en el uso de la comunicación en todas sus vertientes (las sanas y las insanas), resulta una temeridad reducirlo simplemente a eso. Más cabría explicar esa actitud cariñosa del presidente canario con el ex ministro en la estrecha relación –rozando en algunos momentos la veneración- que ambos han conseguido cosechar estos últimos diez meses, así como la gratitud que le adeuda por la manita que el defenestrado le echó cuando sufrió la imputación por el caso Corredor. No hay que olvidar que en medio de aquel tremendo lío en el que se vio envuelto el presidente de Canarias –durante su etapa como alcalde de La Laguna- apareció por los alrededores capitaneando una conspiración contra el juez instructor, César Romero Pamparacuatro, nada más y nada menos que Eligio Hernández, el verdugo más justiciero de los jueces justicieros a este lado del río Pecos. Al Pollo del Pinar se le pudo ver en animada conversación de sobremesa en un restaurante de Santa Úrsula tramando la manera de desacreditar –vía querella ante el TSJC- al magistrado. Los otros dos comensales eran el catedrático de Derecho Procesal Vicente Gimeno Sendra y el principal encartado en el caso Corredor, Evaristo González. Lo que prueba que para causas nobles puede congregarse alrededor de la misma mesa lo mejor de cada casa. Fracasado aquel intento, que azoró a la esposa del exfiscal general del Estado, funcionaria en el juzgado de Pamparacuatro, el hombre la ha tomado con la diputada de Podemos Victoria Rosell, juntándose para la ocasión con el ya mentado José Manuel Soria, con lo que cerramos el círculo de este primer tramo de los tops de hoy. Pero no se vayan, que hay más mandanga.

 

Dos afeitadas al pacto

Fernando Clavijo pasará a los anales de la historia de Canarias como el presidente que rehabilitó políticamente a Soria tras cuatro años de una legislatura funesta para el Archipiélago, como se puede comprobar en las hemerotecas, en los presupuestos, en el bienestar de los canarios y en los resultados electorales del PP. Tras el cataclismo nacional que supuso confirmar que el ex ministro es un mentiroso patológico y un político que ni su partido quiere ver por los alrededores, Clavijo vuelve a las andadas manifestando su fe ciega en él. Terminaremos enterándonos algún día a qué demonios viene tanto cariño, porque también está acreditado que a día de hoy esos besos y esos abrazos no han permitido a Canarias recuperar nada de lo que perdió durante los últimos cuatro años de ministro isleño en la Villa y Corte. Soria está políticamente amortizado y salvo que al frente del PP canario pongan a alguien con ganas de seguirle haciendo caso, de nada va a servir a Coalición Canaria ni a este presidente tanta milonga. Porque ni siquiera para alcanzar el ansiado pacto de derechas en el Parlamento regional (CC, PP, Agrupación Socialista Gomera) hace falta la bendición de Soria. Es más, su desaparición juega a favor de ese acuerdo porque él era el principal obstáculo para que, por ejemplo, los parlamentarios majoreros de CC permitieran el conchabo nacional-gomero-derechoso. Y tres piedras, una por cada paridad. Clavijo esperaba este martes en Fórum Europa a José Manuel Soria, pero el hombre no pudo asistir, o no quiso asistir, o no consideró prudente asistir no fuera a ser que los periodistas le volvieran a preguntar algo y el hombre, noqueado, soltara lo del meridiano de Greenwich para explicar por qué un negocio Canarias-Londres tiene que tener una compañía offshore en Bahamas. En su lugar, sin embargo, se constituyó allí María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, lo que permite a los periodistas alimentar sin recato la teoría de que al Gobierno de Coalición Canaria con el PSOE le quedan exactamente dos afeitadas. Las que distan desde este preciso instante al 26 de junio si se confirma que, a pesar de las sacudidas de corrupción y empresas opacas, una parte importante de la peña continuará votando al PP y, este, en un tiempo prudencial, logra sumar una gran coalición o un pacto con Ciudadanos. Es el escenario con el que llevan soñando Clavijo y los suyos desde que se convocaron las elecciones del 20 de diciembre, y mira ya por dónde anda el sueño, camino de la pesadilla.

¿Reforma electoral? Olvídense

Mientras estas cosas ocurren, el socio de Clavijo en el Gobierno de Canarias, el PSOE (sí, el PSOE, aunque no lo parezca el PSOE gobierna en Canarias) sigue haciéndose el muerto. Ni está ni se le espera, y cuando de improviso se produce un resplandor, un síntoma de que los socialistas ya quieren abandonar la zona de ninguneo, la dirigencia da un puñetazo en la mesa y decreta de nuevo sumisión a Coalición Canaria. Ocurrió recientemente con Gustavo Matos, diputado socialista designado por el grupo parlamentario portavoz en la comisión de estudio para la tan traída y llevada reforma del sistema electoral canario. Matos asumió el reto como han de asumirse estas cosas: poniéndole la oreja al amplio clamor ciudadano y aplicando las resoluciones de su propio partido, ésas que hablan de rebajar los topes para obtener representación parlamentaria y crear una circunscripción regional que corrija las actuales desproporciones/injusticias. Al diputado se le ocurrió sugerir que, dado el mentado clamor, bueno sería incluir en la comisión (con voz pero sin voto) a partidos sufridores del actual sistema (Ciudadanos e Izquierda Unida, básicamente), una ocurrencia que sentó como una patada en las partes nobles al socio nacionalista que ya había marcado el territorio poniendo al frente de la tan citada comisión a un irredento defensor del actual sistema, el palmero Antonio Castro Cordobez. Las quejas de CC al Grupo Parlamentario Socialista no se hicieron esperar y, haciendo buena aquella amenaza del portavoz de CC, José Miguel Ruano, (“a ver si te estas calladito de una vez”), dirigida a Matos en los pasillos del Parlamento, la dirigencia socialista lo defenestró de inmediato. Los mismos que sin que él lo pidiera lo colocaron al frente de la reforma electoral lo descabalgaron de inmediato alegando que querían darle “más peso” a la representación socialista. El “peso” vendrá dado por la presencia a partir de ahora de la presidenta del grupo, Loli Corujo; del portavoz, Iñaki Álvaro Lavandera, y del portavoz adjunto Manuel Marcos Pérez. Es decir, una conejera, un majorero y un palmero, tres representantes de islas menores que, a la vez que defenderán lo que diga Coalición Canaria, se llevarán un pico en dietas por ser de islas distintas a Tenerife (300 euros al mes por cabeza). Es evidente que a CC no le interesa una higa la reforma electoral, que bastante bien le ha ido hasta ahora con la actual. Pero en estos momentos se suma a esa conveniencia la de ganarse a Casimiro Curbelo, líder de la Agrupación Socialista Gomera, combatiente defensor de la triple paridad y del actual estatus quo. Por lo tanto, vayan olvidándose de la reforma electoral, que esto vuelve a ser un paripé. Porque del ridículo que está haciendo el PSOE en la cancha de la política regional mejor no hablemos más, que da hasta pena.

Fernando Clavijo ha corrido un riesgo enorme abrazando la versión oficial que un reducido grupo de dirigentes del Partido Popular transmite para explicar la renuncia de José Manuel Soria a la vida política: solo fue un error de comunicación, sus empresas en paraísos fiscales pertenecen a su esfera privada y no ha cometido delito alguno. Otro sector, el menos complaciente, ya saben, da por bueno que el comportamiento “privado” del que fuera presidente del PP canario invadió durante muchos años a la esfera de lo público y teme que puedan continuar apareciendo reveladores datos que lo comprometan todavía más. Conociendo como conoce a Soria, un verdadero artista en el uso de la comunicación en todas sus vertientes (las sanas y las insanas), resulta una temeridad reducirlo simplemente a eso. Más cabría explicar esa actitud cariñosa del presidente canario con el ex ministro en la estrecha relación –rozando en algunos momentos la veneración- que ambos han conseguido cosechar estos últimos diez meses, así como la gratitud que le adeuda por la manita que el defenestrado le echó cuando sufrió la imputación por el caso Corredor. No hay que olvidar que en medio de aquel tremendo lío en el que se vio envuelto el presidente de Canarias –durante su etapa como alcalde de La Laguna- apareció por los alrededores capitaneando una conspiración contra el juez instructor, César Romero Pamparacuatro, nada más y nada menos que Eligio Hernández, el verdugo más justiciero de los jueces justicieros a este lado del río Pecos. Al Pollo del Pinar se le pudo ver en animada conversación de sobremesa en un restaurante de Santa Úrsula tramando la manera de desacreditar –vía querella ante el TSJC- al magistrado. Los otros dos comensales eran el catedrático de Derecho Procesal Vicente Gimeno Sendra y el principal encartado en el caso Corredor, Evaristo González. Lo que prueba que para causas nobles puede congregarse alrededor de la misma mesa lo mejor de cada casa. Fracasado aquel intento, que azoró a la esposa del exfiscal general del Estado, funcionaria en el juzgado de Pamparacuatro, el hombre la ha tomado con la diputada de Podemos Victoria Rosell, juntándose para la ocasión con el ya mentado José Manuel Soria, con lo que cerramos el círculo de este primer tramo de los tops de hoy. Pero no se vayan, que hay más mandanga.