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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Crece el Towers's fan Club

No vamos a ser nosotros, precisamente nosotros, los que vayamos a desmentir a Manolo Torres con su anuncio verbal de dimisión y su marcha atrás, también oral. Cada uno es dueño de sus propias dimisiones y marchas atrás, faltaría más, y si él dice que va a cumplir con sus cuatro años de contrato, adelante con los faroles. Ya saben que ese anuncio frustrado de dimisión se produjo por la convocatoria de Orlando por parte de Uribe para el último partido. Un jugador, Orlando, que ya ha dicho públicamente que nunca será presidente del club de fans de Manolo Torres. Más que nada porque no le apetece lo más mínimo. Otro que se ha abonado al mismo club es el brasileño Baiano, que a punto estuvo este jueves de aflojarle cuatro sopapos (y Torres a punto de correspondérselos también) por un quítame allá esa carta de libertad. Sembraron vientos con esos jugadores liberados a coste cero y recogen tempestades con los que se quieren mandar a mudar por igual método. Torres y su equipo ven cómo se les viene el mundo encima, con unos que quieren ir a tocarle el txistu a la Virgen Blanca y otros a cantar unas rancheras más allá del Río Grande. Y todos, encima, empeñados en cobrar. Oye, qué injusticia más tremenda.

No vamos a ser nosotros, precisamente nosotros, los que vayamos a desmentir a Manolo Torres con su anuncio verbal de dimisión y su marcha atrás, también oral. Cada uno es dueño de sus propias dimisiones y marchas atrás, faltaría más, y si él dice que va a cumplir con sus cuatro años de contrato, adelante con los faroles. Ya saben que ese anuncio frustrado de dimisión se produjo por la convocatoria de Orlando por parte de Uribe para el último partido. Un jugador, Orlando, que ya ha dicho públicamente que nunca será presidente del club de fans de Manolo Torres. Más que nada porque no le apetece lo más mínimo. Otro que se ha abonado al mismo club es el brasileño Baiano, que a punto estuvo este jueves de aflojarle cuatro sopapos (y Torres a punto de correspondérselos también) por un quítame allá esa carta de libertad. Sembraron vientos con esos jugadores liberados a coste cero y recogen tempestades con los que se quieren mandar a mudar por igual método. Torres y su equipo ven cómo se les viene el mundo encima, con unos que quieren ir a tocarle el txistu a la Virgen Blanca y otros a cantar unas rancheras más allá del Río Grande. Y todos, encima, empeñados en cobrar. Oye, qué injusticia más tremenda.