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El que defendió la inocencia de Soria

Tienen sus motivos en el PP para recomendar con pandero y castañuelas el nombramiento de Eligio Hernández como Diputado del Común, e incluso como presidente del Parlamento, censor de cuentas del Estado o, para qué quedarse cortos, como ministro de Justicia compartiendo gabinete futuro con José Manuel Soria (Dios nos libre y guarde). Porque fue Eligio Hernández, si la memoria no nos falla, quien declaró y dejó escrito que su amigo Manuel Fernández no cometió delito alguno asesorando a Anfi del Mar como intermediario urbanístico y turístico ante las Administraciones, al tiempo que era cargo público con diferentes destinos. Del mismo modo que dejó en un “comportamiento éticamente reprobable” aquel caso Salmón de José Manuel Soria, donde no apreció el delito impropio de libro. En ambos casos, todo hay que decirlo, la Sala de lo Civil y Penal del TSJC dio la razón al insigne letrado palmero, cosa que no nos sorprende en absoluto y no atinamos por qué. Más sonada fue la encendida defensa que hizo Hernández de su amigo palmero José Antonio Martín, expulsado de la carrera judicial por su carrerón con un narcotraficante al que asesoró indebidamente. En aquel instante tan grandioso de su carrera pública, Hernández aprovechó para cargar contra determinados jueces, a los que descalificó por su condición de “progresistas”.

Tienen sus motivos en el PP para recomendar con pandero y castañuelas el nombramiento de Eligio Hernández como Diputado del Común, e incluso como presidente del Parlamento, censor de cuentas del Estado o, para qué quedarse cortos, como ministro de Justicia compartiendo gabinete futuro con José Manuel Soria (Dios nos libre y guarde). Porque fue Eligio Hernández, si la memoria no nos falla, quien declaró y dejó escrito que su amigo Manuel Fernández no cometió delito alguno asesorando a Anfi del Mar como intermediario urbanístico y turístico ante las Administraciones, al tiempo que era cargo público con diferentes destinos. Del mismo modo que dejó en un “comportamiento éticamente reprobable” aquel caso Salmón de José Manuel Soria, donde no apreció el delito impropio de libro. En ambos casos, todo hay que decirlo, la Sala de lo Civil y Penal del TSJC dio la razón al insigne letrado palmero, cosa que no nos sorprende en absoluto y no atinamos por qué. Más sonada fue la encendida defensa que hizo Hernández de su amigo palmero José Antonio Martín, expulsado de la carrera judicial por su carrerón con un narcotraficante al que asesoró indebidamente. En aquel instante tan grandioso de su carrera pública, Hernández aprovechó para cargar contra determinados jueces, a los que descalificó por su condición de “progresistas”.