El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Dinero y disciplina
Todos los problemas de la Policía Local se reducen a una cuestión dineraria, lo mismo que le pasa a Antonio Morales con el mismo cuerpo en Agüimes, donde tiene una rebelión desatada solo por unos pluses. En tiempos de crisis todavía hay colectivos que no sólo quieren conservar derechos y privilegios, sino que los quieren ampliar. Pero también hay un problema de disciplina derivado de diferentes decisiones tomadas en el pasado por alcaldes o alcaldesas que quisieron poner al frente del cuerpo a quienes consideraban más de su confianza. La ley no les dio la razón y optaron por puenteos que a la postre han creado camarillas insanas, y tras las camarillas, las arbitrariedades, los protegidos. Pero volvamos al dinero. Sabroso se enfrenta en Las Palmas de Gran Canaria a un privilegio de la Policía Local que al menos resulta bastante discutible: por cuatro días festivos trabajados a lo largo del año, los agentes disfrutan de quince de compensación en forma de vacaciones. Nada que objetar, a no ser porque desde hace tiempo se les ha permitido vender esos días al Ayuntamiento, que obligatoriamente se los ha de comprar. No hay dinero para esos excesos, dice el alcalde, y la respuesta sindical ha sido la de boicotear asuntos de interés ciudadano. Del lado del grupo de gobierno, como es menester, no han faltado exabruptos y algunas innecesarias e insultantes invocaciones al carácter de liberados de algunos sindicalistas. Quizás sea la hora de rebajar las chulerías por ambas partes y sentarse a pensar en la ciudad. Por una vez y sin que sirva de precedente.
Todos los problemas de la Policía Local se reducen a una cuestión dineraria, lo mismo que le pasa a Antonio Morales con el mismo cuerpo en Agüimes, donde tiene una rebelión desatada solo por unos pluses. En tiempos de crisis todavía hay colectivos que no sólo quieren conservar derechos y privilegios, sino que los quieren ampliar. Pero también hay un problema de disciplina derivado de diferentes decisiones tomadas en el pasado por alcaldes o alcaldesas que quisieron poner al frente del cuerpo a quienes consideraban más de su confianza. La ley no les dio la razón y optaron por puenteos que a la postre han creado camarillas insanas, y tras las camarillas, las arbitrariedades, los protegidos. Pero volvamos al dinero. Sabroso se enfrenta en Las Palmas de Gran Canaria a un privilegio de la Policía Local que al menos resulta bastante discutible: por cuatro días festivos trabajados a lo largo del año, los agentes disfrutan de quince de compensación en forma de vacaciones. Nada que objetar, a no ser porque desde hace tiempo se les ha permitido vender esos días al Ayuntamiento, que obligatoriamente se los ha de comprar. No hay dinero para esos excesos, dice el alcalde, y la respuesta sindical ha sido la de boicotear asuntos de interés ciudadano. Del lado del grupo de gobierno, como es menester, no han faltado exabruptos y algunas innecesarias e insultantes invocaciones al carácter de liberados de algunos sindicalistas. Quizás sea la hora de rebajar las chulerías por ambas partes y sentarse a pensar en la ciudad. Por una vez y sin que sirva de precedente.