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Eligio lo intenta en las mesas de convergencia

Colosal, como siempre. El ex fiscal general del Estado, Eligio Hernández, anulado por el Supremo por los cuatro costados, está que se sale, y en esta ocasión, aunque les pueda parecer sorprendente, por la tangente izquierda. Ojos que todavía presentan el diámetro de las órbitas de los chernes lo vieron hace un par de días en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid atribuyéndose la representación de la izquierda alternativa canaria, codeándose con lo más granado de Izquierda Unida y del PCE (Llamazares, Cayo Lara, José Luis Centella...), y con los promotores de ese movimiento estatal que se ha dado en denominar mesas de convergencia (Armando Fernández Steinko, Carlos Martínez, Juan Torres...) Aparentaba estar en su salsa con el proyecto de refundación de la izquierda, que tiene como única exigencia identificable la de estar fuera del PSOE, partido al que sigue perteneciendo el Pollo del Pinar, salvo que tengamos datos no actualizados. Los más veteranos del lugar lo miraban con estupefacción porque no entendían que tan rudo socialista (por emplear el término con el que se autodefine), defensor de las causas más derechosas y antediluvianas andara trotando por allí con una naturalidad absolutamente pasmosa.

Colosal, como siempre. El ex fiscal general del Estado, Eligio Hernández, anulado por el Supremo por los cuatro costados, está que se sale, y en esta ocasión, aunque les pueda parecer sorprendente, por la tangente izquierda. Ojos que todavía presentan el diámetro de las órbitas de los chernes lo vieron hace un par de días en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid atribuyéndose la representación de la izquierda alternativa canaria, codeándose con lo más granado de Izquierda Unida y del PCE (Llamazares, Cayo Lara, José Luis Centella...), y con los promotores de ese movimiento estatal que se ha dado en denominar mesas de convergencia (Armando Fernández Steinko, Carlos Martínez, Juan Torres...) Aparentaba estar en su salsa con el proyecto de refundación de la izquierda, que tiene como única exigencia identificable la de estar fuera del PSOE, partido al que sigue perteneciendo el Pollo del Pinar, salvo que tengamos datos no actualizados. Los más veteranos del lugar lo miraban con estupefacción porque no entendían que tan rudo socialista (por emplear el término con el que se autodefine), defensor de las causas más derechosas y antediluvianas andara trotando por allí con una naturalidad absolutamente pasmosa.