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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Dos escudos humanos

Para confundir aún más y tratar de desacreditar la auditoría de gestión de Alarcó, nada mejor que un editorial de El Día cantando las excelencias científicas del doctor. “Es un prestigioso científico para las islas que ha sacrificado su actividad profesional para dedicarse a ejercer unos cargos públicos desde la más absoluta honestidad. Es decir, ha renunciado a importantes ingresos económicos (...) para emplear su tiempo en beneficio de los canarios”. El mismo tinerfeñito de a pie que antes opinó que le sentó mal el pleno del Cabildo estaría ahora opinando, por lo bajini, que tampoco hacía falta tanto sacrificio, que mejor se quedara el doctor ejerciendo la medicina, que no había necesidad ninguna de meterse a trajinar dinero ajeno si ésa no es su especialidad. Pero fue más lejos el editorialista, y en su afán por bendecir la gestión de Alarcó mezcló en ella dos nombres, el de otros tantos miembros del consejo rector de la fundación auditada, el doctor Parache y Álvaro Arbelo, el último presidente de CajaCanarias. Y fíjense qué frase más atravesada: “Nos cuesta mucho trabajo creer que hayan cometido irregularidades”. Ni que decir tiene que ambos señores, de cuya profesionalidad nadie ha dudado en esa auditoría, no conocen en absoluto el día a día de la mentada fundación, y no son en absoluto responsables de las andanzas de su presidente, el tan mentado Alarcó.

Para confundir aún más y tratar de desacreditar la auditoría de gestión de Alarcó, nada mejor que un editorial de El Día cantando las excelencias científicas del doctor. “Es un prestigioso científico para las islas que ha sacrificado su actividad profesional para dedicarse a ejercer unos cargos públicos desde la más absoluta honestidad. Es decir, ha renunciado a importantes ingresos económicos (...) para emplear su tiempo en beneficio de los canarios”. El mismo tinerfeñito de a pie que antes opinó que le sentó mal el pleno del Cabildo estaría ahora opinando, por lo bajini, que tampoco hacía falta tanto sacrificio, que mejor se quedara el doctor ejerciendo la medicina, que no había necesidad ninguna de meterse a trajinar dinero ajeno si ésa no es su especialidad. Pero fue más lejos el editorialista, y en su afán por bendecir la gestión de Alarcó mezcló en ella dos nombres, el de otros tantos miembros del consejo rector de la fundación auditada, el doctor Parache y Álvaro Arbelo, el último presidente de CajaCanarias. Y fíjense qué frase más atravesada: “Nos cuesta mucho trabajo creer que hayan cometido irregularidades”. Ni que decir tiene que ambos señores, de cuya profesionalidad nadie ha dudado en esa auditoría, no conocen en absoluto el día a día de la mentada fundación, y no son en absoluto responsables de las andanzas de su presidente, el tan mentado Alarcó.