El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Geursa, cajón de desastres
Nada sería posible en adjudicaciones como la del parque urbano de la desembocadura del barranco del Guiniguada sin el concurso de una empresa pública de amplio recorrido impúdico, como es el caso de Geursa. Les hablamos de la sociedad que adjudica este tipo de obras aplicando siempre a conveniencia la Ley de Sociedades Anónimas (en cuanto a la discrecionalidad) y la de los Presupuestos Generales para tirar del dinero público sin recato alguno. Se pasan por el arco del triunfo la Ley de Contratos del Estado, y de modo muy atlético, el interés general. Está al frente de Geursa Alberto Plasencia, un gran tipo que atesora las más acrisoladas virtudes de ser navegable hasta su desembocadura, es decir, de no hacer ascos a caminar por ese fino desfiladero que separa lo legal del compadreo, el interés general de lo que mandan los jefes. Hacemos fervientes votos por que al equipo de gobierno entrante le dé por levantar todas las alfombras seriamente, empezando por Geursa y terminando por Sagulpa. Y por el camino, ¿qué quieren que les contemos?
Nada sería posible en adjudicaciones como la del parque urbano de la desembocadura del barranco del Guiniguada sin el concurso de una empresa pública de amplio recorrido impúdico, como es el caso de Geursa. Les hablamos de la sociedad que adjudica este tipo de obras aplicando siempre a conveniencia la Ley de Sociedades Anónimas (en cuanto a la discrecionalidad) y la de los Presupuestos Generales para tirar del dinero público sin recato alguno. Se pasan por el arco del triunfo la Ley de Contratos del Estado, y de modo muy atlético, el interés general. Está al frente de Geursa Alberto Plasencia, un gran tipo que atesora las más acrisoladas virtudes de ser navegable hasta su desembocadura, es decir, de no hacer ascos a caminar por ese fino desfiladero que separa lo legal del compadreo, el interés general de lo que mandan los jefes. Hacemos fervientes votos por que al equipo de gobierno entrante le dé por levantar todas las alfombras seriamente, empezando por Geursa y terminando por Sagulpa. Y por el camino, ¿qué quieren que les contemos?