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El Hierro, mirando a Soria

El actual ministro de Industria, Energía y Turismo empezó su andadura en el Gobierno de España otorgando a la isla de El Hierro un espaldarazo que prometía. En plena crisis del volcán de La Restinga, que supuso la caída de visitas turísticas, el cierre de negocios y el despido de centenares de trabajadores, José Manuel Soria frenó en un giro mediático espectacular el cierre de un emblema para la isla, su parador nacional, que el Gobierno socialista había dado por amortizado en medio del marasmo final. El Cabildo de El Hierro, algo más que el gobierno insular de la isla, lo gobernaba entonces y lo gobierna ahora un presidente socialista, Alpidio Armas, respaldado por el Partido Popular, lo que supuso desde 2011 romper con una dinámica política que parecía inamovible, el poder de la Agrupación Herreña de Independientes, el siempre incómodo e indomable socio local de Coalición Canaria. Soria se convertía en un héroe local, consideración que se incrementaba por momentos a medida que se iba acercando la terminación y puesta en funcionamiento del proyecto público más prometedor de la isla, la central hidroeólica de Gorona del Viento, un referente mundial de autoabastecimiento energético con renovables, exportable a otras islas del Archipiélago y a otras zonas del planeta. Un ejemplo mundial de la capacidad de la tecnología y del ser humano para profundizar en la tendencia imparable de las energías limpias y el fin de los combustibles fósiles. Pero como otras muchas promesas rotas, otras expectativas defraudadas, también Gorona del Viento ha caído en el saco de la perplejidad y de la frustración colectiva. Terminada la planta, la falta de una autorización del Ministerio de Industria para operar dentro de los parámetros y el sistema retributivo del sector energético mantiene en vilo al Cabildo, a toda la isla de El Hierro y al cada vez más desmoralizado sector de las renovables.

El actual ministro de Industria, Energía y Turismo empezó su andadura en el Gobierno de España otorgando a la isla de El Hierro un espaldarazo que prometía. En plena crisis del volcán de La Restinga, que supuso la caída de visitas turísticas, el cierre de negocios y el despido de centenares de trabajadores, José Manuel Soria frenó en un giro mediático espectacular el cierre de un emblema para la isla, su parador nacional, que el Gobierno socialista había dado por amortizado en medio del marasmo final. El Cabildo de El Hierro, algo más que el gobierno insular de la isla, lo gobernaba entonces y lo gobierna ahora un presidente socialista, Alpidio Armas, respaldado por el Partido Popular, lo que supuso desde 2011 romper con una dinámica política que parecía inamovible, el poder de la Agrupación Herreña de Independientes, el siempre incómodo e indomable socio local de Coalición Canaria. Soria se convertía en un héroe local, consideración que se incrementaba por momentos a medida que se iba acercando la terminación y puesta en funcionamiento del proyecto público más prometedor de la isla, la central hidroeólica de Gorona del Viento, un referente mundial de autoabastecimiento energético con renovables, exportable a otras islas del Archipiélago y a otras zonas del planeta. Un ejemplo mundial de la capacidad de la tecnología y del ser humano para profundizar en la tendencia imparable de las energías limpias y el fin de los combustibles fósiles. Pero como otras muchas promesas rotas, otras expectativas defraudadas, también Gorona del Viento ha caído en el saco de la perplejidad y de la frustración colectiva. Terminada la planta, la falta de una autorización del Ministerio de Industria para operar dentro de los parámetros y el sistema retributivo del sector energético mantiene en vilo al Cabildo, a toda la isla de El Hierro y al cada vez más desmoralizado sector de las renovables.