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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Del infierno al paraíso pasando por Hacienda

Por si no lo recuerdan, Guillermo Concepción cayó en desgracia a principios de 2010 cuando decidió no obedecer las instrucciones de Águeda Montelongo y del secretario de Organización del PP majorero, Carlos Figueroa, cuando le ordenaron que iniciara una estrategia de ruptura con Coalición Canaria en el Cabildo de la isla, donde ambas fuerzas siguen compartiendo tareas de gobierno a día de hoy. Esa estrategia tenía que haber acabado en una moción de censura interpuesta por el PP y el PSOE, que también hizo de las suyas con alguna consejera que se oponía al conchabo. Pero Aguedita se encontró con la negativa de Guillermo Concepción, que alegó que estaba sujeto a un compromiso que no podía romper por intereses electoralistas. Eso y la rápida maniobra envolvente del presidente de la institución, el asambleario Mario Cabrera, blindaron al vicepresidente Concepción, que enseguida se convirtió en el blanco de todas las agresiones verbales de los dirigentes conservadores. Lo más bonito que dijeron de él era que se había convertido en “la reinona del Cabildo”, en homófoba referencia a su condición sexual. Lo persiguieron por tierra, mar y aire y le abrieron un expediente de expulsión sin darle traslado ni trámite de audiencia. Ahora, a cinco meses de las elecciones, vuelve a ser el macho de las cañadas, por lo que se ve.

Por si no lo recuerdan, Guillermo Concepción cayó en desgracia a principios de 2010 cuando decidió no obedecer las instrucciones de Águeda Montelongo y del secretario de Organización del PP majorero, Carlos Figueroa, cuando le ordenaron que iniciara una estrategia de ruptura con Coalición Canaria en el Cabildo de la isla, donde ambas fuerzas siguen compartiendo tareas de gobierno a día de hoy. Esa estrategia tenía que haber acabado en una moción de censura interpuesta por el PP y el PSOE, que también hizo de las suyas con alguna consejera que se oponía al conchabo. Pero Aguedita se encontró con la negativa de Guillermo Concepción, que alegó que estaba sujeto a un compromiso que no podía romper por intereses electoralistas. Eso y la rápida maniobra envolvente del presidente de la institución, el asambleario Mario Cabrera, blindaron al vicepresidente Concepción, que enseguida se convirtió en el blanco de todas las agresiones verbales de los dirigentes conservadores. Lo más bonito que dijeron de él era que se había convertido en “la reinona del Cabildo”, en homófoba referencia a su condición sexual. Lo persiguieron por tierra, mar y aire y le abrieron un expediente de expulsión sin darle traslado ni trámite de audiencia. Ahora, a cinco meses de las elecciones, vuelve a ser el macho de las cañadas, por lo que se ve.