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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Insultos en la casa de Carenzio

Crece el tremor en El Hierro y en los círculos más cercanos y concéntricos del ciudadano italiano Giovanni Carenzio, afincado durante décadas en Las Palmas de Gran Canaria pero voluntariamente desaparecido del mapa, como si se lo tragara la tierra, desde hace unas cuantas semanas. En esos círculos, los allegados y los concéntricos, se habla de dinero, de mucho dinero, de Gran Canaria y de Tenerife, de reclamaciones de cantidades y de llamadas que se contestan y de otras que no se contestan. Los conocedores de la operación de pies en polvorosa lo sitúan en Madrid, desde donde tanto él como su esposa han telefoneado a algunos de los más conspicuos acreedores para asegurarles que el señor Carenzio hará frente a todos sus compromisos económicos. Lo que no han dicho las fuentes es si esos compromisos se satisfarán en base al principal o añadiendo los suculentos intereses tradicionalmente prometidos que son los que, a la postre, han impedido que algunos hayan acudido a interponer las correspondientes denuncias. El cabreo de ciertas personas por la inesperada estampida de Carenzio ha provocado incluso pintadas en la fachada de la casa del italiano y su familia en la calle Castillo, pintadas realizadas con spray púrpura conteniendo irrepetibles insultos entre los que se encontraba la palabra “estafador”. Unos brochazos blancos mal dados los han ocultado por el momento.

Crece el tremor en El Hierro y en los círculos más cercanos y concéntricos del ciudadano italiano Giovanni Carenzio, afincado durante décadas en Las Palmas de Gran Canaria pero voluntariamente desaparecido del mapa, como si se lo tragara la tierra, desde hace unas cuantas semanas. En esos círculos, los allegados y los concéntricos, se habla de dinero, de mucho dinero, de Gran Canaria y de Tenerife, de reclamaciones de cantidades y de llamadas que se contestan y de otras que no se contestan. Los conocedores de la operación de pies en polvorosa lo sitúan en Madrid, desde donde tanto él como su esposa han telefoneado a algunos de los más conspicuos acreedores para asegurarles que el señor Carenzio hará frente a todos sus compromisos económicos. Lo que no han dicho las fuentes es si esos compromisos se satisfarán en base al principal o añadiendo los suculentos intereses tradicionalmente prometidos que son los que, a la postre, han impedido que algunos hayan acudido a interponer las correspondientes denuncias. El cabreo de ciertas personas por la inesperada estampida de Carenzio ha provocado incluso pintadas en la fachada de la casa del italiano y su familia en la calle Castillo, pintadas realizadas con spray púrpura conteniendo irrepetibles insultos entre los que se encontraba la palabra “estafador”. Unos brochazos blancos mal dados los han ocultado por el momento.