El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Repsol ya encontró petróleo
Sí, Repsol ya encontró en Canarias el petróleo que buscaba. Y no ha sido en el fondo del mar en cualquiera de las cuadrículas-frutero que el ministro José Manuel Soria le ha autorizado. Ha sido en los despachos, al modo y manera de los veteranos especuladores, como ocurriera también en aquel cochino esperpento del caso Tebeto, sin mover una puñetera máquina. Los Presupuestos Generales del Estado para 2015 recogen la fórmula elegida por el ministro canario y por su compadre Brufau para que la petrolera pueda sacar tajada de inmediato, sin esperar si quiera a comprobar si hay hidrocarburos en las aguas canarias. La rebaja del impuesto de sociedades en 20 puntos, del 35 al 15%, va a suponer para Repsol una mordida anual de no menos de 370 millones de euros, aplicando los resultados netos de la compañía en 2013, mucho más de los 250 millones de dólares que dice que le van a costar los sondeos que tiene previsto iniciar este mismo mes de noviembre. La orgía fiscal en favor del compadre Brufau empezará en 2015, haya o no haya petróleo, y aunque va encaminada a todas las petroleras que operan en España, es evidente que la única que ahora mismo extrae crudo es Repsol. Negro y en barril ya se sabe lo que es. Si no aparecieran hidrocarburos, da lo mismo, el beneficio fiscal aliviará cualquier frustración. Pero, es más, si apareciera, la rebaja comenzaría en 2015 y se mantendría, salvo derogación, hasta que culminaran los trámites administrativos necesarios para las autorizaciones de explotación: échenle otros cinco años más. Sólo a partir de entonces empezaría a operar esa fantasmagórica y opaca regalía del 8% sobe la producción con la que el Gobierno de Mariano Rajoy pretende apaciguar los ánimos canarios. Una auténtica cortina de humo, no sólo por lo largo que fían ese engodo, sino por su engañosa cuantía.
300 millones: 35 pocos produciendo
Veamos. Si con ese 8% se pretende recaudar unos 300 millones de euros, sólo el 60% iría a parar a las arcas de las instituciones canarias, es decir, 180 millones de euros. Los 120 restantes irían al Ministerio de Hacienda, es decir, a la caja única. Esos 300 millones, además, supondrían para Repsol una bagatela si se los compara con lo que se va a ahorrar en impuesto de sociedades gracias a la rebaja anteriormente comentada del impuesto de sociedades. Porque un 8%, como dicen las autoridades ministeriales, es el modelo italiano, que casualmente viene a ser el más bajo que se aplica en nuestro entorno a las petroleras. Hay imposiciones en otros lares de hasta el 40%, pero éstas, como supondrán, no son de aplicación al compadre Brufau. Pero es que esas cifras todavía encierran una trampa peor. El escenario de recaudación de 300 millones de euros al año aplicando ese escuálido 8% sólo se daría en el caso de que Repsol encontrara petróleo a espuertas, es decir, con el cien por cien de expectativas, 4.000 barriles al día, lo que equivaldría a la explotación de unos 35 pozos en aguas canarias. El riesgo, multiplicado por 35, estupenda limosna.
Un consuelo: Repsol cotizará en España
Lo único bueno que tiene esta brutal rebaja fiscal concedida a Repsol por el Gobierno de España es que ahora es más probable que la compañía cotice en suelo patrio por sus beneficios. Ese raquítico 15% que, con la ingeniería contable que todas las grandes empresas aplican magistralmente, puede quedarse en un 2 o un 3% es un atractivo indudable. Siempre será más para las arcas públicas hispanas que el destino aún por desvelar de los beneficios que la petrolera obtuvo, por ejemplo, por la venta del 50% de sus derechos sobre las expectativas en los sondeos de Canarias a la alemana RWE y a la australiana Woodside. Una operación de la que, pese a los constantes requerimientos, nunca ha habido explicación. Lo que sí queda explicado desde hoy es el motivo por el que la compañía del compadre Brufau ha decidido asumir en solitario el coste de las prospecciones canarias: ya tenía pactada esta mordida fiscal con el Gobierno y enjugaría la inversión con un solo ejercicio fiscal. Un negocio redondo que también sirve para que todos comprendamos el alcance de la componenda y la invocación del presidente de la petrolera a lo que él llama “el empeño del operador”. Como intentó hacer Soria con el empresario canario Rafael Bittini en el caso Tebeto, y salvando las lógicas distancias económicas y de poderío, se trata de que Repsol gane una millonada sin mover una plataforma. Se le puede dar a esto cualquier nombre, que lo ponga cada cual.
Ahora es en Canarias y hay riesgo
Atendiendo a unas elocuentes (como siempre) declaraciones a Canarias7 del subsecretario de Estado de Industria, el también canario Enrique Hernández Bento, estamos ante un sainete que parece no tener fin. Soria ha elegido a este estrecho colaborador suyo para que se luzca con noticias aparentemente benefactoras como la regalía del 8% o los duros trámites que habría de realizar Repsol para unas explotaciones futuras, en el caso de encontrar crudo en sus sondeos de ahora. Este Hernández Bento suena insistentemente como uno de los posibles candidatos a suceder al señor ministro en la carrera presidencial canaria, una vez confirmado que sus horizontes personales, empresariales y políticos son otros. Pero metido en su locuacidad y además de las abultadas mentiras ya relatadas aquí, don Enrique tuvo un par de lapsus que lo delatan. Uno de ellos, sin duda, es afirmar que “las regiones que soportan riesgos, aunque sean mínimos, también tienen que disfrutar de los beneficios”. La afirmación, pese al leve matiz, tiene su enjundia porque, si no nos equivocamos esta es la primera vez que el señor subsecretario admite la existencia de riesgos, aunque sean mínimos. Y ante esos riesgos, lo mejor es, atención, compensar a “las regiones” que los soportan. Esa afirmación echa por tierra la majadería tantas veces cacareada por él y por su señor ministro de que las prospecciones no están en Canarias, sino en España. Pero posturitas aparte, nada mejor que ser generoso con el populacho para que, entretenido en valorar el gesto, no repare en el auténtico beneficiario de la medida. Como siempre, el factor más poderoso de la operación.
La consulta, en manos de los colectivos
El Gobierno de Canarias ha acogido con una mezcla de resignación y desdén el acuerdo del Tribunal Constitucional de admitir a trámite el recurso del Gobierno de España y suspender la consulta canaria sobre las prospecciones petrolíferas. Estaba cantado, y no sólo por los titánicos esfuerzos de José Manuel Soria por reventarla, ni por la natural cerrazón del PP a todo lo que huela democracia más allá de las convocatorias que le son propicias, sino porque con la crisis catalana por medio, a ver cómo explica Rajoy una excepción así. No pasa nada, viene a ser el mensaje desde el Gobierno canario. Su posición no se debilita en absoluto ante esta negativa, más bien al contrario: le va a bastar con dejar hacer a los colectivos sociales para que ese recurso y esa suspensión tan mediatizada haga crecer la indignación ciudadana y, con ella, la brecha que separará en las urnas al PP del resto de las fuerzas políticas. No habrá, por lo tanto, consulta alternativa, ni remedo de consulta, salvo que alguna de esas fórmulas sea promovida por los colectivos que han estado en esta batalla. Ya anuncian movilizaciones desde ahora hasta el día 23, fecha prevista de la frustrada consulta, y a ellas se sumarán las instituciones y los partidos políticos como han hecho hasta ahora. Otro gallo hubiera cantado si entre los principales partidos políticos –particularmente los dos gubernamentales- hubiera ganas de marcha, pero ese no parece ser ahora mismo el ambiente que se respira. Quedan pendientes, eso sí, las acciones judiciales y las políticas -mayormente en Bruselas-. Respecto a las primeras, en cuestión de semanas se sabrá algo de la suspensión cautelar solicitada ante el Supremo. Lo de la UE, con Cañete haciendo de las suyas, tendrá un recorrido mucho más incierto, si cabe.
Sí, Repsol ya encontró en Canarias el petróleo que buscaba. Y no ha sido en el fondo del mar en cualquiera de las cuadrículas-frutero que el ministro José Manuel Soria le ha autorizado. Ha sido en los despachos, al modo y manera de los veteranos especuladores, como ocurriera también en aquel cochino esperpento del caso Tebeto, sin mover una puñetera máquina. Los Presupuestos Generales del Estado para 2015 recogen la fórmula elegida por el ministro canario y por su compadre Brufau para que la petrolera pueda sacar tajada de inmediato, sin esperar si quiera a comprobar si hay hidrocarburos en las aguas canarias. La rebaja del impuesto de sociedades en 20 puntos, del 35 al 15%, va a suponer para Repsol una mordida anual de no menos de 370 millones de euros, aplicando los resultados netos de la compañía en 2013, mucho más de los 250 millones de dólares que dice que le van a costar los sondeos que tiene previsto iniciar este mismo mes de noviembre. La orgía fiscal en favor del compadre Brufau empezará en 2015, haya o no haya petróleo, y aunque va encaminada a todas las petroleras que operan en España, es evidente que la única que ahora mismo extrae crudo es Repsol. Negro y en barril ya se sabe lo que es. Si no aparecieran hidrocarburos, da lo mismo, el beneficio fiscal aliviará cualquier frustración. Pero, es más, si apareciera, la rebaja comenzaría en 2015 y se mantendría, salvo derogación, hasta que culminaran los trámites administrativos necesarios para las autorizaciones de explotación: échenle otros cinco años más. Sólo a partir de entonces empezaría a operar esa fantasmagórica y opaca regalía del 8% sobe la producción con la que el Gobierno de Mariano Rajoy pretende apaciguar los ánimos canarios. Una auténtica cortina de humo, no sólo por lo largo que fían ese engodo, sino por su engañosa cuantía.