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Unos rones y unos ‘trankimazines’

Carlos Alonso ha cantado por donde más le duele. En un gesto que tiene más de provocación que de lealtad política, el presidente del Cabildo de Tenerife arremetió duramente este viernes contra el socio que su partido, Coalición Canaria, tiene en la isla y presuntamente en toda Canarias, el PSOE. Dice que ese partido está dividido y practica “la vieja política”, consistente en no se sabe qué cosa que no esté haciendo él cada día. Ante una pregunta de un periodista que tenía todo el color, el olor y el sabor de estar teledirigida, el presidente del Cabildo descalificó en una rueda de prensa institucional al que es socio suyo hace más de cuatro años, Aurelio Abreu, que ha soportado con un estoicismo tibetano las humillaciones incesantes que le ha infligido. Humillaciones que van desde reducir sus competencias “a las momias y a las basuras”, en feliz expresión de un dirigente del PSOE a mantener en permanente estado de carantoña las relaciones con el Partido Popular. Aurelio Abreu se mantiene impasible, no se sabe si por estilo o por falta de cuajo. Quien no tardó nada en responder a Carlos Alonso fue el secretario general del PSOE de La Laguna, otro Abreu, Javier, que literalmente vació el cargador sobre la testa del presidente del Cabildo recomendándole, entre otras cosas, que se mire al espejo y se tome unos trankimazines (voz proveniente del plural del ansiolítico Trankimazin, que se prescribe solo con receta médica para cuadros muy concretos de estados de ansiedad y de angustia, con o sin agorafobia). Abreu sostiene que Alonso quiere emular a su antecesor en el cargo, Ricardo Melchior, empeño que tiene complicado después de perder 50.000 votos y cinco consejeros en su primera comparecencia como candidato a la presidencia del Cabildo. “Que se presente al Senado aunque su partido no lo deje para ver cuántos votos saca”, espetaba de radio en radio el dirigente socialista lagunero.

Cargan a la derecha

Salvo Javier Abreu, nadie en el Partido Socialista Canario parece decidido a reclamar de Coalición Canaria un poquito de respeto, aunque sea institucional. Carlos Alonso no deja de provocar a su socio con continuas invocaciones al Partido Popular (este viernes pronunció la enésima) para que se sume al pacto en el Cabildo, un trance por el que no podría pasar el PSOE por prescripción federal y hasta por coherencia. A esas provocaciones se suman las que provienen del presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, que no ha tenido el menor recato en hacerse la primera foto de su mandato con José Manuel Soria, el ministro que más ha machacado a Canarias en toda la historia de la democracia, al que el presidente del Gobierno ha elevado a la categoría de sumo pontífice de las relaciones con el Gobierno de España. Ya se prepara “una cumbre” (tócate un pie) con Soria y unos secretarios de Estado en un paripé que hará las delicias de los que saben un poco de política nacional. Mientras estas derivas derechosas se producen, los graves incidentes sufridos por el pacto siguen sin resolverse, como quedó patente este mismo viernes con Carlos Alonso, y como sigue patente en el Cabildo de Lanzarote y en los ayuntamientos de Arico, Puerto de la Cruz, Tegueste o La Laguna. Ha resultado absolutamente reveladora la fotografía del alcalde de esta última ciudad, el nacionalista José Alberto Díaz, firmando en solitario la delegación de competencias a los concejales de su grupo y del PSOE sin la presencia de su socio local, Javier Abreu, que se negó a prestarse al postureo. Díaz tiene un papelón muy complicado en este mandato porque a las abiertas desavenencias que tiene con el PSOE, lo que le va a dificultar enormemente la gestión, se une la quiebra de su propio grupo municipal, casi dividido en dos mitades. La ruptura interna es de tal calibre que el alcalde ha pedido a su partido que le quite de ahí a la concejala Blanca Pérez, lideresa del comité local de La Laguna, que se la tiene jurada.

Blanca Pérez, al Cabildo

No debe pasar desapercibido que José Alberto Díaz le haya delegado a su compañera de partido Blanca Pérez la concejalía de Drogodependencias. Todo el mundo conoce en La Laguna los problemas que esta mujer tiene con el alcohol, problemas que alcanzaron su punto álgido en marzo de 2012, cuando fue detenida por la Policía Local de La Laguna en estado de embriaguez conduciendo su Volkswagen Polo en dirección prohibida. Al verse sorprendida, la concejala, que entonces se ocupaba de los asuntos sociales, se bajó de su coche y se echó a correr. Cuenta el atestado que al ser alcanzada por los agentes pidió que avisaran al concejal de Policía, José Alberto Díaz, mira tú qué cosas, actual alcalde y enemigo íntimo de la concejala. Pérez fue condenada a un año sin carné de conducir y a 1.800 euros de multa tras dar positivo en el correspondiente control de alcoholemia. Ante el escándalo, presentó su dimisión, pero Fernando Clavijo, por entonces alcalde, en un gesto de buenismo de los suyos, la perdonó y la mantuvo como concejala. Eso sí, le retiró las competencias de Asuntos Sociales y le entregó las de Presidencia. La oposición se apiadó de ella y no pidió al alcalde que la apartara de la vida pública porque creyó en el propósito de la enmienda y en que Coalición Canaria no la volvería a presentar. Se equivocaron. Cuando Clavijo la dejó como concejala de Presidencia, Blanca Pérez recorrió las dependencias municipales avisando a los funcionarios de lo malo que es beber en horas de trabajo. Y concurrió a las elecciones de mayo como si nada hubiera pasado. Sigue bebiendo: “Si te la encuentras sobria, no te saluda; pero como vaya cargada y en el punto de exaltación de la mitad, mejor es que te escondas”, relata un concejal que la conoce bien desde su etapa como comunista recalcitrante, luego convertida al nacionalismo gracias a los polvos mágicos de José Carlos Mauricio. Para quitarle un problema al alcalde de La Laguna, CC la va a mandar al Cabildo para que Carlos Alonso compruebe qué cosa es esa de la “vieja política” que él afea a los demás.

Ruptura en el grupo de CC

La inminente llegada de Blanca Pérez al grupo de Coalición Canaria en el Cabildo de Tenerife seguramente llenará de gozo a unos cuantos consejeros de ese partido que han visto cómo Carlos Alonso los ha marginado descaradamente. Cinco, tenemos contabilizados, que se pueden haber quedado sin una puñetera competencia porque Alonso ha preferido acogerse a la posibilidad de nombrar directores generales (consejeros no electos) que gobiernen con él. Entre los damnificados se encuentran personas tan consideradas como Efrain Medina, que hizo una audaz campaña –dentro y fuera de Tenerife- a favor de la candidatura de Fernando Clavijo, y Cristóbal de la Rosa, al que algunas quinielas colocan como próximo viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias. En su rueda de prensa de este viernes, Carlos Alonso acusó a su socio socialista de dinamitar el pacto y de tener problemas de divisió interna. Parecía como si frente a él no tuviera a un grupo de periodistas sino un inmenso espejo de sala de ballet.

Carlos Alonso ha cantado por donde más le duele. En un gesto que tiene más de provocación que de lealtad política, el presidente del Cabildo de Tenerife arremetió duramente este viernes contra el socio que su partido, Coalición Canaria, tiene en la isla y presuntamente en toda Canarias, el PSOE. Dice que ese partido está dividido y practica “la vieja política”, consistente en no se sabe qué cosa que no esté haciendo él cada día. Ante una pregunta de un periodista que tenía todo el color, el olor y el sabor de estar teledirigida, el presidente del Cabildo descalificó en una rueda de prensa institucional al que es socio suyo hace más de cuatro años, Aurelio Abreu, que ha soportado con un estoicismo tibetano las humillaciones incesantes que le ha infligido. Humillaciones que van desde reducir sus competencias “a las momias y a las basuras”, en feliz expresión de un dirigente del PSOE a mantener en permanente estado de carantoña las relaciones con el Partido Popular. Aurelio Abreu se mantiene impasible, no se sabe si por estilo o por falta de cuajo. Quien no tardó nada en responder a Carlos Alonso fue el secretario general del PSOE de La Laguna, otro Abreu, Javier, que literalmente vació el cargador sobre la testa del presidente del Cabildo recomendándole, entre otras cosas, que se mire al espejo y se tome unos trankimazines (voz proveniente del plural del ansiolítico Trankimazin, que se prescribe solo con receta médica para cuadros muy concretos de estados de ansiedad y de angustia, con o sin agorafobia). Abreu sostiene que Alonso quiere emular a su antecesor en el cargo, Ricardo Melchior, empeño que tiene complicado después de perder 50.000 votos y cinco consejeros en su primera comparecencia como candidato a la presidencia del Cabildo. “Que se presente al Senado aunque su partido no lo deje para ver cuántos votos saca”, espetaba de radio en radio el dirigente socialista lagunero.

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