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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Madrid, la víctima

Las tesis del Círculo de Empresarios tan evidentes como previsibles: aunque no se le menciona por su nombre en ningún momento de su declaración institucional, es Rivero el culpable de una legislación aprobada históricamente en el Parlamento de Canarias por las dos fuerzas históricamente predominantes, Coalición Canaria y el Partido Popular, particularmente leyes tan criticadas como la moratoria. Es Rivero, además, el culpable de una Administración enorme y de numerosas empresas públicas también creadas en el mismo caldo de cultivo del tradicional pacto de centro-derecha. A Paulino Rivero se le endosa en exclusiva también la “confrontación permanente” con el Gobierno de España, obviando que el hostigamiento lo puso en marcha desde el primer día José Manuel Soria con acciones sobradamente conocidas no solo por los miembros de este lobby sino por toda la sociedad canaria. El primer ejemplo, aunque pueda parecer anecdótico, fue el plantón que el presidente de Tourespaña dio al viceconsejero de Turismo, Ricardo Fernández de la Puente, en una reunión concertada por los cauces reglamentarios. No fue un gesto baladí porque Soria quería mandar un primer recado al consejero de Turismo, que no es otro que el mismísimo Paulino Rivero. Añadan a ese desprecio institucional aspectos vitales para Canarias como el decreto de las renovables, la supresión de las bonificaciones a las tasas aeroportuarias, la imposición del certificado de empadronamiento para poder viajar, la imposición del petróleo manu militari? y los recortes que han afectado a todas las comunidades autónomas, especialmente sangrantes en Canarias por sus condiciones sociales particulares a pesar de ser una de las regiones que presenta mejor ficha contable. Ni un solo reproche del Círculo de Empresarios a los desprecios, al hostigamiento, al castigo que inflige Madrid a Canarias para acorralar a Paulino Rivero y a sus socios de gobierno en una situación tan extrema como la actual.

Las tesis del Círculo de Empresarios tan evidentes como previsibles: aunque no se le menciona por su nombre en ningún momento de su declaración institucional, es Rivero el culpable de una legislación aprobada históricamente en el Parlamento de Canarias por las dos fuerzas históricamente predominantes, Coalición Canaria y el Partido Popular, particularmente leyes tan criticadas como la moratoria. Es Rivero, además, el culpable de una Administración enorme y de numerosas empresas públicas también creadas en el mismo caldo de cultivo del tradicional pacto de centro-derecha. A Paulino Rivero se le endosa en exclusiva también la “confrontación permanente” con el Gobierno de España, obviando que el hostigamiento lo puso en marcha desde el primer día José Manuel Soria con acciones sobradamente conocidas no solo por los miembros de este lobby sino por toda la sociedad canaria. El primer ejemplo, aunque pueda parecer anecdótico, fue el plantón que el presidente de Tourespaña dio al viceconsejero de Turismo, Ricardo Fernández de la Puente, en una reunión concertada por los cauces reglamentarios. No fue un gesto baladí porque Soria quería mandar un primer recado al consejero de Turismo, que no es otro que el mismísimo Paulino Rivero. Añadan a ese desprecio institucional aspectos vitales para Canarias como el decreto de las renovables, la supresión de las bonificaciones a las tasas aeroportuarias, la imposición del certificado de empadronamiento para poder viajar, la imposición del petróleo manu militari? y los recortes que han afectado a todas las comunidades autónomas, especialmente sangrantes en Canarias por sus condiciones sociales particulares a pesar de ser una de las regiones que presenta mejor ficha contable. Ni un solo reproche del Círculo de Empresarios a los desprecios, al hostigamiento, al castigo que inflige Madrid a Canarias para acorralar a Paulino Rivero y a sus socios de gobierno en una situación tan extrema como la actual.