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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Qué malos deben ser los dolores de conspirar

Tienen sus motivos para reclamar insistentemente elecciones anticipadas. Los dirigentes del PP saben que cada día que pasa es una jornada más de alto riesgo en la que ir dilapidando la ya de por sí exigua confianza que un amplio sector de españoles tiene en el partido de la oposición, la teórica alterativa al Gobierno socialista. Porque los ciudadanos reclaman mayoritariamente un cambio, pero con la misma claridad les aborda la incertidumbre acerca de la capacidad de Rajoy y los suyos para gobernar. Por eso cada día que pasa es un auténtico suplicio, una desquiciante revisión de las encuestas y de los titulares de prensa en busca de una nueva metedura de pata que alerte a los españoles acerca de los modos de quienes nos quieren gobernar. Rajoy calla o se esconde, elude las agrestes polémicas en las que se meten los suyos, deja que ladren, que malmetan, que jueguen con las cosas de comer... en la errónea creencia de que a él no le llegarán los efectos ni los jirones que va produciendo la jauría. Dolores de Conspirar y González Pons se lanzaron este viernes nuevamente a culpar al Gobierno de asuntos imposibles; la primera, equiparando a Rubalcaba con el terrorista Troitiño (los electores se lo sabrán recompensar con el desprecio) y el segundo atribuyendo a Zapatero el anuncio de despidos en Telefónica, donde nos encontramos con un personaje que seguramente recordarán todos ustedes, Eduardo Andrés Julio Zaplana Hernández-Soro, más conocido como Eduardo Zaplana, adjunto al secretario general de la compañía, cargo por el que cobra cada año una cantidad superior a 600.000 euros.

Tienen sus motivos para reclamar insistentemente elecciones anticipadas. Los dirigentes del PP saben que cada día que pasa es una jornada más de alto riesgo en la que ir dilapidando la ya de por sí exigua confianza que un amplio sector de españoles tiene en el partido de la oposición, la teórica alterativa al Gobierno socialista. Porque los ciudadanos reclaman mayoritariamente un cambio, pero con la misma claridad les aborda la incertidumbre acerca de la capacidad de Rajoy y los suyos para gobernar. Por eso cada día que pasa es un auténtico suplicio, una desquiciante revisión de las encuestas y de los titulares de prensa en busca de una nueva metedura de pata que alerte a los españoles acerca de los modos de quienes nos quieren gobernar. Rajoy calla o se esconde, elude las agrestes polémicas en las que se meten los suyos, deja que ladren, que malmetan, que jueguen con las cosas de comer... en la errónea creencia de que a él no le llegarán los efectos ni los jirones que va produciendo la jauría. Dolores de Conspirar y González Pons se lanzaron este viernes nuevamente a culpar al Gobierno de asuntos imposibles; la primera, equiparando a Rubalcaba con el terrorista Troitiño (los electores se lo sabrán recompensar con el desprecio) y el segundo atribuyendo a Zapatero el anuncio de despidos en Telefónica, donde nos encontramos con un personaje que seguramente recordarán todos ustedes, Eduardo Andrés Julio Zaplana Hernández-Soro, más conocido como Eduardo Zaplana, adjunto al secretario general de la compañía, cargo por el que cobra cada año una cantidad superior a 600.000 euros.