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No estaba cuando se marchó

Es cierto que la bandera de Soria logró concitar a su alrededor algún sentimiento de orgullo patrio, de identificación con un símbolo que quizá no se haya cuidado con esmero históricamente. Pero también es verdad que la mayoría de la población consideró la bandera un nuevo exceso del entonces presidente del Cabildo, otro gesto propio de su megalomanía. “Se la van a tener que tragar”, declaró a la prensa el día que la inauguró, en referencia a esos ciudadanos críticos. Y se la tuvo que tragar él porque antes de que tomara posesión la nueva Corporación la bandera ya no ondeaba en la plaza de los Fueros de Gran Canaria. Un demoledor informe de seguridad, redactado tras varios accidentes que pudieron ser fatales, aconsejaba desde entonces no volver a izar la bandera allí dadas las condiciones de viento, de humedad marina y de circulación de vehículos que se dan en la zona.

Es cierto que la bandera de Soria logró concitar a su alrededor algún sentimiento de orgullo patrio, de identificación con un símbolo que quizá no se haya cuidado con esmero históricamente. Pero también es verdad que la mayoría de la población consideró la bandera un nuevo exceso del entonces presidente del Cabildo, otro gesto propio de su megalomanía. “Se la van a tener que tragar”, declaró a la prensa el día que la inauguró, en referencia a esos ciudadanos críticos. Y se la tuvo que tragar él porque antes de que tomara posesión la nueva Corporación la bandera ya no ondeaba en la plaza de los Fueros de Gran Canaria. Un demoledor informe de seguridad, redactado tras varios accidentes que pudieron ser fatales, aconsejaba desde entonces no volver a izar la bandera allí dadas las condiciones de viento, de humedad marina y de circulación de vehículos que se dan en la zona.