Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Puigdemont estira la cuerda pero no rompe con Sánchez
El impacto del cambio de régimen en Siria respaldado por EEUU, Israel y Turquía
OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Melchior, por patas

Nada es casual en política, y mucho menos la retirada de un viejo lobo de mar, como es el caso de Ricardo Melchior, presidente del Cabildo de Tenerife, que ha anunciado su marcha no sin antes asegurarse que la retaguardia queda bien asegurada por alguien de su círculo más estrecho sin ánimos revisionistas. El descubrimiento del agujero negro que compone el endeudamiento de la primera institución insular tinerfeña ha roto en mil pedazos su legendaria fama de gestión impecable y moderna, eficiente y económicamente ejemplar, para situarse a la cabeza de las corporaciones españolas más irresponsables. Que en 2010 se haya endeudado en 137 millones de euros no es más que una prueba de cómo huyen hacia adelante los malos gestores si se les compara, por ejemplo, con sus vecinos más cercanos, históricamente considerados unos aplatanados pésimos administradores de lo público. Sí, la comparación es demoledora, porque mientras el grupo de gobierno de Coalición Canaria y el Partido Popular en el Cabildo de Tenerife abría esa brecha hasta completar un desolador panorama de 428 millones de deuda viva, el de Gran Canaria, gobernado por el PSOE y Nueva Canarias, reducía la suya en 43 millones, amortizando préstamos sin recurrir a ningún endeudamiento, ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. La tarjeta que presenta el Cabildo de Tenerife en cuanto a su endeudamiento no puede ser más decepcionante: la suma de la deuda de los otros seis cabildos es de 241 millones, casi la mitad de lo que ha acumulado el que preside Ricardo Melchior. Y para colmo, esos 137,3 millones de préstamos asumidos en 2010 han quedado anulados por la Justicia (pendientes de una última resolución), lo que coloca a la Corporación en una difícil tesitura financiera. No, no va a ser la de Melchior una retirada gloriosa, ni mucho menos.

Nada es casual en política, y mucho menos la retirada de un viejo lobo de mar, como es el caso de Ricardo Melchior, presidente del Cabildo de Tenerife, que ha anunciado su marcha no sin antes asegurarse que la retaguardia queda bien asegurada por alguien de su círculo más estrecho sin ánimos revisionistas. El descubrimiento del agujero negro que compone el endeudamiento de la primera institución insular tinerfeña ha roto en mil pedazos su legendaria fama de gestión impecable y moderna, eficiente y económicamente ejemplar, para situarse a la cabeza de las corporaciones españolas más irresponsables. Que en 2010 se haya endeudado en 137 millones de euros no es más que una prueba de cómo huyen hacia adelante los malos gestores si se les compara, por ejemplo, con sus vecinos más cercanos, históricamente considerados unos aplatanados pésimos administradores de lo público. Sí, la comparación es demoledora, porque mientras el grupo de gobierno de Coalición Canaria y el Partido Popular en el Cabildo de Tenerife abría esa brecha hasta completar un desolador panorama de 428 millones de deuda viva, el de Gran Canaria, gobernado por el PSOE y Nueva Canarias, reducía la suya en 43 millones, amortizando préstamos sin recurrir a ningún endeudamiento, ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. La tarjeta que presenta el Cabildo de Tenerife en cuanto a su endeudamiento no puede ser más decepcionante: la suma de la deuda de los otros seis cabildos es de 241 millones, casi la mitad de lo que ha acumulado el que preside Ricardo Melchior. Y para colmo, esos 137,3 millones de préstamos asumidos en 2010 han quedado anulados por la Justicia (pendientes de una última resolución), lo que coloca a la Corporación en una difícil tesitura financiera. No, no va a ser la de Melchior una retirada gloriosa, ni mucho menos.