Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Puigdemont estira la cuerda pero no rompe con Sánchez
El impacto del cambio de régimen en Siria respaldado por EEUU, Israel y Turquía
OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Mitin de Nochebuena

Sección cargadita de asuntos informativos y televisivos, por lo que parece, y no por gusto nuestro, sino porque tenemos la manía de hacernos eco de la actualidad sin poner el medidor de intensidades ni de intencionalidades. De ahí que no queramos dejar de aprovechar la ocasión para referirnos al programa que ofreció esta Nochebuena La 2 de Televisión Española en Canarias desde la Plaza de Santa Ana. Los Gofiones ofrecían su tradicional concierto de Navidad -el mismo que llegó a estar en peligro con la llegada del centro reformista- y al alcalde de la ciudad no se le ocurrió otra cosa que aprovechar la ocasión para largarse un mitin en toda regla. Lo nunca visto en este tipo de actos, pero parece claro que no existen límites de ningún tipo, y lo mismo vale un festival de villancicos que unos juegos florales, que la inauguración de una fuente, o un funeral para hablar del pacto por la inmigración o del desastre del Prestige. Y nadie le tose a este buen señor y le indica -amablemente, eso sí- que existen unos límites que está rebasando ampliamente.

Sección cargadita de asuntos informativos y televisivos, por lo que parece, y no por gusto nuestro, sino porque tenemos la manía de hacernos eco de la actualidad sin poner el medidor de intensidades ni de intencionalidades. De ahí que no queramos dejar de aprovechar la ocasión para referirnos al programa que ofreció esta Nochebuena La 2 de Televisión Española en Canarias desde la Plaza de Santa Ana. Los Gofiones ofrecían su tradicional concierto de Navidad -el mismo que llegó a estar en peligro con la llegada del centro reformista- y al alcalde de la ciudad no se le ocurrió otra cosa que aprovechar la ocasión para largarse un mitin en toda regla. Lo nunca visto en este tipo de actos, pero parece claro que no existen límites de ningún tipo, y lo mismo vale un festival de villancicos que unos juegos florales, que la inauguración de una fuente, o un funeral para hablar del pacto por la inmigración o del desastre del Prestige. Y nadie le tose a este buen señor y le indica -amablemente, eso sí- que existen unos límites que está rebasando ampliamente.