El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Mucha hambre en el estadio
Los descansos de los partidos de la UD Las Palmas en el estadio de Gran Canaria han dado lugar a un nuevo deporte: la caza del maní. No pierdan detalle del amplio movimiento que se registra en la zona de las gradas VIP cuando el reloj marca el minuto 43 de la primera parte. Gente que viene y va como alma que lleva el diablo, pisando callos a los vecinos y no dejando que los que van comidos al estadio disfruten de esos dos minutillos más la añadidura que decrete el árbitro. Los novatos se molestan con razón y más aún cuando no conocen el motivo de esa estampida a deshoras que les impide ver el fútbol, que es a lo que los comunes van al estadio. Caen en la cuenta cuando unos minutillos después, ya con los jugadores caminando hacia los vestuarios, deciden darse un garbeo por la antesala de la grada. Allí, hacía poco que había unos cuantos manises, refrescos y botellas de agua que las hordas hambrientas engullen con afán sentaditos en la escalera entre calada y calada a un puro habano. La grada será VIP, pero algunos de los que allí se acomodan deberían ir merendados al estadio.
Los descansos de los partidos de la UD Las Palmas en el estadio de Gran Canaria han dado lugar a un nuevo deporte: la caza del maní. No pierdan detalle del amplio movimiento que se registra en la zona de las gradas VIP cuando el reloj marca el minuto 43 de la primera parte. Gente que viene y va como alma que lleva el diablo, pisando callos a los vecinos y no dejando que los que van comidos al estadio disfruten de esos dos minutillos más la añadidura que decrete el árbitro. Los novatos se molestan con razón y más aún cuando no conocen el motivo de esa estampida a deshoras que les impide ver el fútbol, que es a lo que los comunes van al estadio. Caen en la cuenta cuando unos minutillos después, ya con los jugadores caminando hacia los vestuarios, deciden darse un garbeo por la antesala de la grada. Allí, hacía poco que había unos cuantos manises, refrescos y botellas de agua que las hordas hambrientas engullen con afán sentaditos en la escalera entre calada y calada a un puro habano. La grada será VIP, pero algunos de los que allí se acomodan deberían ir merendados al estadio.