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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

El de Las Palmas ni se insinuó

Margarita Ramos, que de Derecho parece saber mucho más que el subdelegado del Gobierno, montó en cólera, y además de anunciar urbi et orbi que aquello era una deslealtad institucional que inicialmente perjudicaba a los parados pero que a la postre pagaría su autor, se dirigió al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, que ahora le ha dado la razón, dejando por tanto con los glúteos a la intemperie a ese subdelegado del Gobierno tan impetuoso. Fíjense si era peregrina la iniciativa de don Guillermo que su homólogo de Las Palmas, el inspector de Policía Luis Molina, ni se atrevió a insinuar algo similar. Claro que solo en Gran Canaria, el PP controla nada menos que los dos principales ayuntamientos, el de Las Palmas de Gran Canaria y el de Telde (además de Moya, Ingenio, Mogán, San Bartolomé...), y en Tenerife, de 31, el PP manda en dos y medio. Pero, ¿quién es este Guillermo Díaz Guerra a quien su propio partido ha convertido en el pim-pam-pum del Gobierno de Canarias. Funcionario de la Comunidad Autónoma, Díaz Guerra es un hombre del aparato del PP en Tenerife, en su día de la confianza de Cristina Tavío, hoy más inclinado a las querencias de Antonio Alarcó después de que la niña lo soltara a los pies de los caballos en vísperas de las elecciones de 2011 señalándolo como el candidato a la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife. Lo quemó, como pretendía, y el hombre quedó en expectativa de destino, pero muy dañado con la actitud de su presidenta insular.

Margarita Ramos, que de Derecho parece saber mucho más que el subdelegado del Gobierno, montó en cólera, y además de anunciar urbi et orbi que aquello era una deslealtad institucional que inicialmente perjudicaba a los parados pero que a la postre pagaría su autor, se dirigió al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, que ahora le ha dado la razón, dejando por tanto con los glúteos a la intemperie a ese subdelegado del Gobierno tan impetuoso. Fíjense si era peregrina la iniciativa de don Guillermo que su homólogo de Las Palmas, el inspector de Policía Luis Molina, ni se atrevió a insinuar algo similar. Claro que solo en Gran Canaria, el PP controla nada menos que los dos principales ayuntamientos, el de Las Palmas de Gran Canaria y el de Telde (además de Moya, Ingenio, Mogán, San Bartolomé...), y en Tenerife, de 31, el PP manda en dos y medio. Pero, ¿quién es este Guillermo Díaz Guerra a quien su propio partido ha convertido en el pim-pam-pum del Gobierno de Canarias. Funcionario de la Comunidad Autónoma, Díaz Guerra es un hombre del aparato del PP en Tenerife, en su día de la confianza de Cristina Tavío, hoy más inclinado a las querencias de Antonio Alarcó después de que la niña lo soltara a los pies de los caballos en vísperas de las elecciones de 2011 señalándolo como el candidato a la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife. Lo quemó, como pretendía, y el hombre quedó en expectativa de destino, pero muy dañado con la actitud de su presidenta insular.