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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Piquitos de oro del día después

No hubo le menor tregua. Apenas habían acabado los discursos en Ferraz y ya estaba toda la prensa del país, toda, sin excepción, cargando sobre Zapatero la derrota de Trinidad Jiménez en las primarias de la Federación Socialista Madrileña. Es cierto que el secretario general del PSOE apostó claramente por su ministra de Sanidad, pero es igualmente cierto que lo hizo en un proceso absolutamente democrático del que sólo puede presumir en este país su partido. Y al día siguiente de la derrota, puede seguir haciéndolo. Otra cosa es que sobre este presidente estén cayendo de modo inclemente, una tras otra, las maldiciones que antes eran constantes parabienes, y que se equivocara estrepitosamente haciendo caso a sus acólitos tratando de cortar el paso a quien lleva el mismo camino que a él le ha llevado hasta la Moncloa y Ferraz. Dicho sea sin ánimo profético, por favor. Aquí, en Canarias, las primarias han tenido otros matices mucho más antropófagos, con navajazos de todos los tamaños y descuartizamientos en la plaza pública con vocación de definitiva ruptura. Aquí, contrariamente a un reduccionista titular que leímos, el PSOE no castigó a Zapatero, y de haber habido algo similar, lo que hizo la militancia fue precisamente apostar por el candidato más defendido por Ferraz.

No hubo le menor tregua. Apenas habían acabado los discursos en Ferraz y ya estaba toda la prensa del país, toda, sin excepción, cargando sobre Zapatero la derrota de Trinidad Jiménez en las primarias de la Federación Socialista Madrileña. Es cierto que el secretario general del PSOE apostó claramente por su ministra de Sanidad, pero es igualmente cierto que lo hizo en un proceso absolutamente democrático del que sólo puede presumir en este país su partido. Y al día siguiente de la derrota, puede seguir haciéndolo. Otra cosa es que sobre este presidente estén cayendo de modo inclemente, una tras otra, las maldiciones que antes eran constantes parabienes, y que se equivocara estrepitosamente haciendo caso a sus acólitos tratando de cortar el paso a quien lleva el mismo camino que a él le ha llevado hasta la Moncloa y Ferraz. Dicho sea sin ánimo profético, por favor. Aquí, en Canarias, las primarias han tenido otros matices mucho más antropófagos, con navajazos de todos los tamaños y descuartizamientos en la plaza pública con vocación de definitiva ruptura. Aquí, contrariamente a un reduccionista titular que leímos, el PSOE no castigó a Zapatero, y de haber habido algo similar, lo que hizo la militancia fue precisamente apostar por el candidato más defendido por Ferraz.