El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Políticos, los de antes
Los nostálgicos van a tener enseguida la tentación de apuntarse a caballo ganador, pero no se hagan ilusiones, que no somos de los que sostenemos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Aunque, bien mirado, hay determinadas excepciones que vienen a confirmar la regla, como el modo de actuar de los políticos cuando de una corruptela se trata. Antes, los políticos corruptos eran gente de orden: disimulaban si tenían querida o querido; no hacían ostentación pública de riquezas más allá de las justas y necesarias para diferenciarse de la plebe, y sobre todo, se estaban quietos parados esperando a que el corrompedor de turno les viniera a ver al despacho, al restaurante o a casa de la Sole. Tenían cuentas en Suiza o en Holanda, claro, pero ¡con qué clase las manejaban!, ¡qué estilo a la hora de enviar a un currito a sacar perras y a blanquearlas! ¡Con qué clase adoptaban la postura del egipcio, consistente en alargar una mano con la palma hacia arriba por detrás del trasero, mientras la otra, ante la frente y perfectamente estirada, miraba hacia el suelo! Ahora no, ahora han perdido todo el glamour.
Los nostálgicos van a tener enseguida la tentación de apuntarse a caballo ganador, pero no se hagan ilusiones, que no somos de los que sostenemos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Aunque, bien mirado, hay determinadas excepciones que vienen a confirmar la regla, como el modo de actuar de los políticos cuando de una corruptela se trata. Antes, los políticos corruptos eran gente de orden: disimulaban si tenían querida o querido; no hacían ostentación pública de riquezas más allá de las justas y necesarias para diferenciarse de la plebe, y sobre todo, se estaban quietos parados esperando a que el corrompedor de turno les viniera a ver al despacho, al restaurante o a casa de la Sole. Tenían cuentas en Suiza o en Holanda, claro, pero ¡con qué clase las manejaban!, ¡qué estilo a la hora de enviar a un currito a sacar perras y a blanquearlas! ¡Con qué clase adoptaban la postura del egipcio, consistente en alargar una mano con la palma hacia arriba por detrás del trasero, mientras la otra, ante la frente y perfectamente estirada, miraba hacia el suelo! Ahora no, ahora han perdido todo el glamour.