El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Hasta pronto, don Pepito
A lo largo de la historia de un periódico se reciben muchas sentencias, unas más favorables que otras; muchas ajenas, unas cuantas propias. Sentencias que generalmente son producto de un largo proceso, de idas y venidas a los juzgados, de mucho trabajo de nuestros impagables y abnegados abogados, Luis Val y Marimi de la Nuez. Son, lo tenemos asumido, gajes del oficio, con los que apechugamos no sin cierto sobrecogimiento cada vez que nos son notificadas y empezamos por leer el enunciado. Ya se sabe eso de que los burros vuelan. Hemos sufrido más absoluciones que condenas, pero algunas de estas últimas han sido especialmente dolorosas. Nos dolió mucho que nos condenaran por el caso de La Favorita, lo que nos convirtió en los únicos investigados y castigados por la Justicia por aquel sablazo a las arcas públicas de 12 millones de euros hasta ahora sin aclarar. Nos dolió una injusta sentencia que perdonó a Soria las costas judiciales del caso chalet, tras quedar ridiculizado en una sala de vistas al descubrirse las vergonzosas mentiras de las que hizo cómplices a su esposa y a sus caseros. Ha habido sentencias, como esa que nos absolvía del pleito del ministro por el caso Chalet, que nos alegraron porque demostraban que lo que publicamos es cierto. Como nos alegró por los mismos motivos la sentencia del caso Isolux o que le archivaran al mismo ministro varias querellas contra nosotros por delitos, conspiraciones y otras majaderías que nunca cometimos.
A lo largo de la historia de un periódico se reciben muchas sentencias, unas más favorables que otras; muchas ajenas, unas cuantas propias. Sentencias que generalmente son producto de un largo proceso, de idas y venidas a los juzgados, de mucho trabajo de nuestros impagables y abnegados abogados, Luis Val y Marimi de la Nuez. Son, lo tenemos asumido, gajes del oficio, con los que apechugamos no sin cierto sobrecogimiento cada vez que nos son notificadas y empezamos por leer el enunciado. Ya se sabe eso de que los burros vuelan. Hemos sufrido más absoluciones que condenas, pero algunas de estas últimas han sido especialmente dolorosas. Nos dolió mucho que nos condenaran por el caso de La Favorita, lo que nos convirtió en los únicos investigados y castigados por la Justicia por aquel sablazo a las arcas públicas de 12 millones de euros hasta ahora sin aclarar. Nos dolió una injusta sentencia que perdonó a Soria las costas judiciales del caso chalet, tras quedar ridiculizado en una sala de vistas al descubrirse las vergonzosas mentiras de las que hizo cómplices a su esposa y a sus caseros. Ha habido sentencias, como esa que nos absolvía del pleito del ministro por el caso Chalet, que nos alegraron porque demostraban que lo que publicamos es cierto. Como nos alegró por los mismos motivos la sentencia del caso Isolux o que le archivaran al mismo ministro varias querellas contra nosotros por delitos, conspiraciones y otras majaderías que nunca cometimos.