El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Se ha tenido que rebajar el sueldo
El esperpento no podía ser más grotesco: don Pepito tratando de salvarse de una condena penal con peregrinas elipsis que le evitaran reconocer que se refería a la juez Victoria Rosell cuando hablaba de prevaricaciones e insultos varios; su abogado intentando llevar a su cliente a la vereda del derecho a la libertad de expresión y el derecho a la información; el reo (como él se ha definido estos días en sus delirantes editoriales) haciendo valer su condición de patricio eterno del tinerfeñismo, faro inigualable de la rectitud y las buenas costumbres de la sociedad canaria, enredado en el laberinto de sus acusaciones atolondradas y presuntamente delictivas? Y ante la terrible amenaza de que les cayera una condena penal con responsabilidades civiles pecuniarias, distrayendo la atención del tribunal con un panorama financiero apocalíptico en Editorial Leoncio Rodríguez. Para acreditarlo, al brillante letrado de la parte acusada no se le ocurrió mejor cosa que aportar una fotocopia de un artículo de Canarias Ahora en el que, efectivamente, se relata el último expediente de regulación de empleo (ERE) en el que anda embarcada la empresa editora de El Día con lo que, en el mismo acto, se daba carta de credibilidad a nuestro periódico y se reconocía una situación delicada que atraviesa esa empresa. Por si quedaban dudas, el editor lo remachó: “He tenido que prescindir de buenos ingresos para atender los pagos de la empresa para el personal y los acreedores”. La situación de la editora es “precaria”, lo que le ha obligado a “transformar en capital una parte de mi patrimonio familiar para pagar a los empleados”, porque “a pesar de ser el periódico más leído en Canarias, no se vende publicidad”. Desconocemos qué parte de ese patrimonio (siete inmuebles a su nombre; 25 a nombre de la empresa editora) ha sido enajenado; y en qué cuantía se ha rebajado el sueldo anual de 796.000 euros que consta en el Registro Mercantil como retribuciones a los consejeros de una empresa que sólo tiene un administrador único, él.
El esperpento no podía ser más grotesco: don Pepito tratando de salvarse de una condena penal con peregrinas elipsis que le evitaran reconocer que se refería a la juez Victoria Rosell cuando hablaba de prevaricaciones e insultos varios; su abogado intentando llevar a su cliente a la vereda del derecho a la libertad de expresión y el derecho a la información; el reo (como él se ha definido estos días en sus delirantes editoriales) haciendo valer su condición de patricio eterno del tinerfeñismo, faro inigualable de la rectitud y las buenas costumbres de la sociedad canaria, enredado en el laberinto de sus acusaciones atolondradas y presuntamente delictivas? Y ante la terrible amenaza de que les cayera una condena penal con responsabilidades civiles pecuniarias, distrayendo la atención del tribunal con un panorama financiero apocalíptico en Editorial Leoncio Rodríguez. Para acreditarlo, al brillante letrado de la parte acusada no se le ocurrió mejor cosa que aportar una fotocopia de un artículo de Canarias Ahora en el que, efectivamente, se relata el último expediente de regulación de empleo (ERE) en el que anda embarcada la empresa editora de El Día con lo que, en el mismo acto, se daba carta de credibilidad a nuestro periódico y se reconocía una situación delicada que atraviesa esa empresa. Por si quedaban dudas, el editor lo remachó: “He tenido que prescindir de buenos ingresos para atender los pagos de la empresa para el personal y los acreedores”. La situación de la editora es “precaria”, lo que le ha obligado a “transformar en capital una parte de mi patrimonio familiar para pagar a los empleados”, porque “a pesar de ser el periódico más leído en Canarias, no se vende publicidad”. Desconocemos qué parte de ese patrimonio (siete inmuebles a su nombre; 25 a nombre de la empresa editora) ha sido enajenado; y en qué cuantía se ha rebajado el sueldo anual de 796.000 euros que consta en el Registro Mercantil como retribuciones a los consejeros de una empresa que sólo tiene un administrador único, él.