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Siempre queda la cagadita de la gaviota

Mientras Trillo y su corte de bufones sigue erre que erre lanzando infundios sin pruebas, sus actuaciones van quedando perfectamente retratadas. Quizás por impericia, por imprudencia o porque la mentira tiene las patas muy cortas, o quizás porque por donde pasa el capitán Tan siempre aparece una cagadita de gaviota. Una de ellas dejó su rastro en la sastrería madrileña donde regalaban los trajes, las corbatas y los zapatos a Francisco Camps. Ha quedado probado que Federico Trillo trató de voltear sin éxito el testimonio del dueño y de los trabajadores de esa sastrería para que desautorizaran al sastre José Tomás, la raíz del árbol cuyos frutos prohibidos están a punto de envenenar para siempre la carrera política del muy honorable presidente de la Generalitat valenciana. La estrategia es tan perversa como ilegal, pero hasta el momento nadie se ha atrevido a presentarse ante el Tribunal Supremo a denunciar al ex presidente del Congreso de los Diputados por un presunto delito contra la Administración de Justicia. Porque si ya tiene muchos trillos intentar tapar la corrupción con denuncias falsas, de las que hablaremos más adelante, supera todo lo admisible que un alto dignatario de la nación se dedique a apretarle el pescuezo a los testigos de un sumario judicial que perjudica a su partido.

Mientras Trillo y su corte de bufones sigue erre que erre lanzando infundios sin pruebas, sus actuaciones van quedando perfectamente retratadas. Quizás por impericia, por imprudencia o porque la mentira tiene las patas muy cortas, o quizás porque por donde pasa el capitán Tan siempre aparece una cagadita de gaviota. Una de ellas dejó su rastro en la sastrería madrileña donde regalaban los trajes, las corbatas y los zapatos a Francisco Camps. Ha quedado probado que Federico Trillo trató de voltear sin éxito el testimonio del dueño y de los trabajadores de esa sastrería para que desautorizaran al sastre José Tomás, la raíz del árbol cuyos frutos prohibidos están a punto de envenenar para siempre la carrera política del muy honorable presidente de la Generalitat valenciana. La estrategia es tan perversa como ilegal, pero hasta el momento nadie se ha atrevido a presentarse ante el Tribunal Supremo a denunciar al ex presidente del Congreso de los Diputados por un presunto delito contra la Administración de Justicia. Porque si ya tiene muchos trillos intentar tapar la corrupción con denuncias falsas, de las que hablaremos más adelante, supera todo lo admisible que un alto dignatario de la nación se dedique a apretarle el pescuezo a los testigos de un sumario judicial que perjudica a su partido.