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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Soria no habla de sus alquileres

Es como si le nombraran a La Favorita. El presidente del PP canario se vuelve como loco cuando alguien le menta el feo asunto de su estancia en plan precarista en un chalet de Santa Brígida entre junio de 2004 y abril de 2006, semana arriba, semana abajo. No los pagó, y él lo sabe, y por eso se puso de los nervios este martes cuando los cronistas parlamentarios le asaltaron con este asunto en los pasillos del Parlamento regional. Disparó para todos lados, incluido aquel en el que se atorran algunos militantes del PP. Sabe perfectamente que no puede demostrar que pagó los alquileres porque es notorio que los recibos de aceite y vinagre que su señora esposa presentó en el juzgado son para revolcarse por los suelos. Los peritos calígrafos acreditan que aquello fue firmado el mismo día, lo que no sabemos todavía es cuál. Las cuentas de su casero lo reflejan muy a las claras y da igual una mueca que un banderazo. ¿O nos vamos a creer ahora que una dama de esa condición se presentaba cada primero de mes en casa del casero con 1.600 euros en un sobre? Por cierto, ¿eran billetes chicos, medianos o los llamados Ben Laden, esos de 500 de los que todos hablan pero que nadie ve? O casi nadie, a lo que parece.

Es como si le nombraran a La Favorita. El presidente del PP canario se vuelve como loco cuando alguien le menta el feo asunto de su estancia en plan precarista en un chalet de Santa Brígida entre junio de 2004 y abril de 2006, semana arriba, semana abajo. No los pagó, y él lo sabe, y por eso se puso de los nervios este martes cuando los cronistas parlamentarios le asaltaron con este asunto en los pasillos del Parlamento regional. Disparó para todos lados, incluido aquel en el que se atorran algunos militantes del PP. Sabe perfectamente que no puede demostrar que pagó los alquileres porque es notorio que los recibos de aceite y vinagre que su señora esposa presentó en el juzgado son para revolcarse por los suelos. Los peritos calígrafos acreditan que aquello fue firmado el mismo día, lo que no sabemos todavía es cuál. Las cuentas de su casero lo reflejan muy a las claras y da igual una mueca que un banderazo. ¿O nos vamos a creer ahora que una dama de esa condición se presentaba cada primero de mes en casa del casero con 1.600 euros en un sobre? Por cierto, ¿eran billetes chicos, medianos o los llamados Ben Laden, esos de 500 de los que todos hablan pero que nadie ve? O casi nadie, a lo que parece.