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Soria se pone a los pies de Clavijo

Siempre le fue bien al líder del PP canario amarrar los pactos con Coalición Canaria antes de las elecciones. Lo hizo con Paulino Rivero en 2007 de manera tan compacta que ni siquiera los 26 diputados de Juan Fernando López Aguilar consiguieron hacer prevalecer otra lógica. En aquella ocasión Soria y Rivero pactaron una campaña de medio tono, tan floja que a punto provoca colocar al candidato socialista en la mayoría absoluta. Pero la concurrencia de dos gallos de pelea en el mismo corral desembocó en que aquel pacto de gobierno llegara renqueante hasta octubre de 2010. Y nunca más se pusieron de acuerdo. Soria aprendió la lección y cree que ahora con Fernando Clavijo se dan las circunstancias para volver a amarrar un pacto pre-electoral que garantice al PP el regreso al Gobierno. Pero para ello era necesario no enfrentarle al candidato de Coalición Canaria un rival de postín que, llegado el caso, planteara alguna duda en el reparto del poder. Debía ser alguien de Gran Canaria (para ocupar la vicepresidencia) y de un perfil político bajo, con escasa implantación electoral pero con reconocida capacidad para pactarlo todo. Pero Soria sabe también que la aritmética puede fallar, lo que significa que a esas cualidades del candidato debía unir una más: experiencia y solidez en el grupo parlamentario popular para ser capaz de afrontar sin derrota otros cuatro años de oposición. Sólo con estas claves puede explicarse que el presidente del PP canario haya elegido a última hora a María Australia Navarro candidata a la presidencia del Gobierno. Antes que ella hubo otros nombres en la libreta azul. El primero, Asier Antona, secretario general y candidato natural en ausencia del líder máximo. Pero el palmero, ambicioso pero no idiota, pidió que pasara de él ese cáliz. Tiene edad y aguante suficientes para esperar que se le presente una nueva oportunidad. Luego aparecieron en escena los hermanos Bento, Enrique y María del Carmen, pero ninguno de los dos tiene las cualidades necesarias para ceñirse al pacto que Soria quiere con Clavijo.

 

 

 

Roldós se lo pone más fácil a Bravo

Pero teniendo su lógica acomodaticia la designación de Australia Navarro como candidata a la presidencia del Gobierno, la pregunta que asalta a muchos es a qué vino entonces lanzar su nombre hace un mes como candidata al Cabildo de Gran Canaria. Fue tan creíble esa acción que hasta la propia interesada se la creyó, lo que conduce a pensar que así fue hasta que los últimos acontecimientos aconsejaron al Gran Timonel hacer otra cosa. Todos pasamos por la “deuda pendiente” que Soria tenía con Navarro, a la que había prometido ese puesto en 2011; y pasamos por la venganza fría que el ministro servía a quien se le enfrentó crudamente por el conflicto del Oasis de Maspalomas. Por eso resultó sorprendente que este jueves haya habido este movimiento de fichas:  Australia al Parlamento; Mercedes Roldós al Cabildo. Tampoco es la ex consejera de Sanidad la mejor candidata que tiene Soria en ese amplio banquillo de cuadros del que presume. La madre naturaleza no le adornó con los dones de la simpatía y del carisma, ni es persona que aparente calidez ni cercanía. Ninguna encuesta la ha valorado jamás, lo que automáticamente hemos de interpretar como una decisión de Soria de jugar al pierde en el Cabildo. Debe haber visto las orejas al lobo con el movimiento (en el PP lo llaman chantaje) del presidente Bravo de presentarse por su cuenta o bajo las siglas de marcas débilmente establecidas como Compromiso por Gran Canaria, ansiosa de no perder el pulso vital tras la deserción de Nardy Barrios, su lideresa. Si Navarro era una rival fácil, Roldós lo será aún más. Los encuestadores empezarán el trabajo de campo este mismo viernes.

 

Un movimiento municipalista

José Miguel Bravo de Laguna ya tiene bastante avanzado su nuevo proyecto político. Lo puso en marcha desde que le vio las orejas al lobo. Podrá ir o no con Compromiso, pero lo que tiene claro el veterano político es que tiene que buscar el arrastre de los municipios de la isla. No basta con Las Palmas de Gran Canaria, donde Juan José Cardona, desde el Ayuntamiento, puede restarle esos votos que por analogía acabarían del lado del PP en el Cabildo. Por eso ha establecido ya contactos con líderes municipales independientes como el alcalde de San Mateo, Antonio Ortega, o con el propietario de AFV-Ciuca, de Telde, Guillermo Reyes, sin que de momento se conozcan los resultados. Sí se sabe que no podrá contar con el alcalde de Ingenio, el escindido del PP Juan José Gil, porque éste ya ha anunciado que pedirá a los que le sigan en su nueva formación, Somos, el voto para Antonio Morales, el otro gran protagonista de la jornada al ser designado formalmente candidato al mismo Cabildo del que venimos hablando. En Berlín no se ha estado quieto Bravo de Laguna, y aunque hasta allá no fue Marco Aurelio Pérez, alcalde de San Bartolomé de Tirajana, algún intento hizo por sumarlo a la causa, sin que tampoco podamos acreditar a estas alturas que lo haya conseguido. Damos por sentado que al proyecto se habrá sumado ya otro damnificado, el actual vicepresidente Juan Domínguez, y no descarten que a última hora lo haga, por despecho, Lucas Bravo de Laguna, con lo que nos encontraríamos con la santísima trinidad al completo: el padre, el hijo y el espíritu santo.

 

Expediente de expulsión

Resultó bastante patética la entrevista, o mejor dicho, las respuesta que ofreció Lucas Bravo de Laguna a la entrevista que en La Provincia le hizo la periodista Flora Marimón. Todos sabíamos del tamaño del ego que tiene el consejero de Deportes del Cabildo, pero ha resultado excesivo tener que leerle decir que quiere ir en las listas del PP, y más concretamente, que quiere volver a repetir en el cargo porque “he realizado una labor extraordinaria en la Consejería de Deportes (…), la gente del deporte en Gran Canaria, a nivel general (sic), está muy satisfecha, y no he perdido ninguna elección a las que me he presentado”. Él sabe que lo tiene difícil, y mucho más desde que a su padre José Miguel se le ocurrió dejar caer que estaba en el mercado de fichajes de invierno. Se lo dijo a la cara María Australia Navarro: “Si tu padre se va a otro partido, aquí no te queremos”. Y la flamante candidata no hablaba en barbecho, transmitía un recadito de la superioridad. Es más que probable que este mismo viernes se anuncie una rueda de prensa en la que se comunique al mundo que la infidelidad de Bravo de Laguna se castigará con la apertura de un expediente de expulsión. Y para darle más morbo y más pábulo a la endogamia, el que le tendría que tramitar ese expediente, salvo que se lo lleven a él también por delante, será el mismísimo Lucas Bravo de Laguna. Es decir, canasta de tres.

Siempre le fue bien al líder del PP canario amarrar los pactos con Coalición Canaria antes de las elecciones. Lo hizo con Paulino Rivero en 2007 de manera tan compacta que ni siquiera los 26 diputados de Juan Fernando López Aguilar consiguieron hacer prevalecer otra lógica. En aquella ocasión Soria y Rivero pactaron una campaña de medio tono, tan floja que a punto provoca colocar al candidato socialista en la mayoría absoluta. Pero la concurrencia de dos gallos de pelea en el mismo corral desembocó en que aquel pacto de gobierno llegara renqueante hasta octubre de 2010. Y nunca más se pusieron de acuerdo. Soria aprendió la lección y cree que ahora con Fernando Clavijo se dan las circunstancias para volver a amarrar un pacto pre-electoral que garantice al PP el regreso al Gobierno. Pero para ello era necesario no enfrentarle al candidato de Coalición Canaria un rival de postín que, llegado el caso, planteara alguna duda en el reparto del poder. Debía ser alguien de Gran Canaria (para ocupar la vicepresidencia) y de un perfil político bajo, con escasa implantación electoral pero con reconocida capacidad para pactarlo todo. Pero Soria sabe también que la aritmética puede fallar, lo que significa que a esas cualidades del candidato debía unir una más: experiencia y solidez en el grupo parlamentario popular para ser capaz de afrontar sin derrota otros cuatro años de oposición. Sólo con estas claves puede explicarse que el presidente del PP canario haya elegido a última hora a María Australia Navarro candidata a la presidencia del Gobierno. Antes que ella hubo otros nombres en la libreta azul. El primero, Asier Antona, secretario general y candidato natural en ausencia del líder máximo. Pero el palmero, ambicioso pero no idiota, pidió que pasara de él ese cáliz. Tiene edad y aguante suficientes para esperar que se le presente una nueva oportunidad. Luego aparecieron en escena los hermanos Bento, Enrique y María del Carmen, pero ninguno de los dos tiene las cualidades necesarias para ceñirse al pacto que Soria quiere con Clavijo.