El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Tacto plateado
Pero para palabras plateadas las que el mismo personaje, José Miguel Suárez Gil, un prodigio de la oratoria del que debieran aprender muchos, pronunció hace algunas semanas en Miami. Ocurría por entonces que visitaba aquellas tierras norteamericanas el presidente canario, Adán Martín, en compañía de dirigentes empresariales y otras gentes. Cuando le tocó el turno al presidente plateado se paró el mundo, Starsky y Hutch dejaron de perseguir la corrupción imperante en Miami y un cohete que iba a despegar en Cabo Cañaveral retrasó su partida. Era lógico. Un discurso así no se escucha todos los días. Como la cosa tiene derechos de autor, sólo les reproducimos una inigualable frase: “Nosotros, los canarios, somos tan buena gente, tan poco racistas, que a los negros los llamamos morenos”. Dos cubanos negros que escuchaban optaron por mandarse a mudar ante un azorado auditorio. Cuando, al término del acto, alguien afeó tal comportamiento a Suárez Gil, éste le espetó, en el tono bananero que le caracteriza: “Pero, ¿acaso no es verdad?” Pues sí, como también es verdad que no nos merecemos un dirigente empresarial de este plateado pelaje.
Pero para palabras plateadas las que el mismo personaje, José Miguel Suárez Gil, un prodigio de la oratoria del que debieran aprender muchos, pronunció hace algunas semanas en Miami. Ocurría por entonces que visitaba aquellas tierras norteamericanas el presidente canario, Adán Martín, en compañía de dirigentes empresariales y otras gentes. Cuando le tocó el turno al presidente plateado se paró el mundo, Starsky y Hutch dejaron de perseguir la corrupción imperante en Miami y un cohete que iba a despegar en Cabo Cañaveral retrasó su partida. Era lógico. Un discurso así no se escucha todos los días. Como la cosa tiene derechos de autor, sólo les reproducimos una inigualable frase: “Nosotros, los canarios, somos tan buena gente, tan poco racistas, que a los negros los llamamos morenos”. Dos cubanos negros que escuchaban optaron por mandarse a mudar ante un azorado auditorio. Cuando, al término del acto, alguien afeó tal comportamiento a Suárez Gil, éste le espetó, en el tono bananero que le caracteriza: “Pero, ¿acaso no es verdad?” Pues sí, como también es verdad que no nos merecemos un dirigente empresarial de este plateado pelaje.