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Paulino y Clavijo, empatados a incertidumbre

Asier Antona, secretario general del Partido Popular, lo contaba con desparpajo hace unos pocos días mientras almorzaba con un selecto grupo de empresarios grancanarios en el restaurante Churchill, junto a las oficinas municipales de Las Palmas de Gran Canaria: “Nuestro hombre es Fernando Clavijo; con él, el Partido Popular volverá al Gobierno de Canarias en 2015”. Sabe Antona, como sabe todo el PP canario, que con Paulino Rivero será imposible reeditar el pacto que tantas alegrías les dio porque los pocos puentes tendidos que quedaban al principio de esta legislatura han quedado definitivamente rotos. Lo reconocía la noche de este miércoles en la presentación del candidato de CC a la alcaldía de Telde un alto dirigente nacionalista, que remachaba: “Aunque no regrese Soria, con este PP no hay nada que hacer”. El estropicio que ha hecho Soria en sus relaciones con Canarias impide no sólo el diálogo, sino el entendimiento. Y sus correligionarios aplican tan estrictamente sus órdenes, que en ocasiones van más allá que el propio timonel. Por eso Soria, Antona y los suyos se refugian en las posibilidades que pueda tener el alcalde de La Laguna, y en su favor ya hacen campaña entre las fuerzas vivas para que éstas aprieten y sea el lagunero quien gane el pulso interno que quedará cerrado el próximo septiembre en Coalición Canaria. Pero, ¿se atreverá Clavijo, en el caso de ser el elegido por los suyos y luego por los electores, a celebrar un pacto con un partido que ha quemado su imagen en Canarias por la defensa ultramontana de los postulados petroleros de su líder? ¿Alguna encuesta apunta a un fortalecimiento de alguna fuerza política canaria que estos años haya pactado con el partido que ha destrozado la economía y el Estado del Bienestar?

Querencia a la derechona

Desde luego, los más allegados a Clavijo niegan rotundamente que haya intención de pactar con el PP en el futuro más próximo. Se enfrentarían a organizaciones insulares de gran influencia como la de Fuerteventura, radicalizada por culpa de las prospecciones petrolíferas y por la postura talibán que, en esa misma línea, han adoptado algunos de sus dirigentes y dirigentas. Pero les puede la querencia hacia la derechona, con la que, hasta la llegada de José Miguel Pérez a la secretaría general del PSOE canario, siempre se han sentido más cómodos. Además, un pacto con el PP neutralizaría de manera extraordinaria un hipotético crecimiento del PP en Tenerife, feudo entregado históricamente por Soria a sus socios nacionalistas a cambio de la libertad de movimientos en Gran Canaria. Antona y los suyos venden la piel del oso antes de cazarlo. Porque a estas alturas nadie da por seguro que cualquiera de las dos opciones presidenciables en CC tenga los tres quintos necesarios para alzarse con la victoria en el Consejo Político Nacional de septiembre. Al menos eso dicen con la boca chica las dos partes. De mantenerse así esa división, prevalecería el pacto alcanzado entre ambos por el que el menos votado cedería ante el otro contrincante para no desangrar más a la organización. Porque la sangría es evidente y empieza a ser cruenta. Este miércoles se palpaba la tensión en el multitudinario acto de presentación de Pablo Rodríguez como candidato a la alcaldía de Telde. En el palacio de Rocha de la ciudad se dieron cita los más destacados dirigentes de ambos bandos, con Paulino Rivero y Fernando Clavijo a la cabeza, más sus centuriones José Miguel Barragán y Ana Oramas, más una pléyade de dirigentes como Jorge Rodríguez, Carmelo Afonso, Mari Mar Julios, Fernando Bañolas… Sólo la sencillez del acto y la unanimidad que concita Pablo Rodríguez salvaron la sensación de estar contemplando el mayor número de sonrisas forzadas por metro cuadrado a este lado del río Pecos.

Ramillete de candidatos jugando al despiste

La gente de Clavijo dice contar con el respaldo de los siete secretarios insulares de la organización, empezando por él mismo, claro, que es el de Tenerife. Pero el voto en el Consejo Político de CC no es delegado, y cada cual se está trabajando ahora uno a uno cada sufragio. Secretarios generales aparte, no parece que exista unanimidad ni siquiera en la isla de la que los dos candidatos son naturales y vecinos. Tampoco hay unanimidad en Gran Canaria, donde solo falta que los cuchillos vuelen de lado a lado de la sala cada vez que se reúnen. Bañolas apoya a Clavijo, a sabiendas de que un amplio sector de la organización esgrime el concepto de la alternancia para recordar que Paulino Rivero lleva ya ocho años, que pueden ser otros cuatro; que sucedió a otro tinerfeño, Adán Martín. Cierto. Pero recuerdan a su vez que si se propone a Clavijo como candidato, la alternancia hacia otra isla habrá de esperar otros ocho años más, en total dieciséis. Prefieren los posibles doce de Rivero, que acabarían en 2019. Por el camino se están quedando curiosas emboscadas, como la de soltar nombres de candidatos de otras islas que enfrentar al actual presidente para debilitar sus apoyos. Empezaron, cómo no, por el incombustible Antonio Castro, que parece volver a quedarse en el casillero de salida; siguieron con Marcial Morales, que muy probablemente sustituirá en la candidatura al Cabildo de Fuerteventura a Mario Cabrera, que espera el desenlace de septiembre pare decidir si se queda o si se marcha al Parlamento. Luego soltaron a Bañolas, que hasta se entusiasmó, y han terminado por dejar correr esta semana el nombre de Pedro San Ginés, presidente del Cabildo de Lanzarote, que ni está ni se le espera para esos menesteres. Y toda esta pugna, total, para tratar de perpetuar la presidencia en manos de CC, con lo revuelto que anda el patio electoral. A ver si va a terminar ganando Podemos y todo esto no habrá quedado en no más que una larga y sufrida escaramuza.

¿Y qué pasaría en La Laguna?

La candidatura de Paulino Rivero a repetir como presidente del Gobierno no parece que pueda generar muchos movimientos en la estructura de poder de Coalición Canaria, salvo que se alcance in extremis un pacto por quedar por delante de Clavijo en el cónclave nacionalista y se elaboren listas integradoras. Pero si finalmente se alzara con el entorchado el alcalde de La Laguna, habría movimientos muy interesantes en Tenerife. Se verían afectadas prácticamente todas las listas a excepción del Cabildo de la isla, que ya cerró anticipada y muy hábilmente Clavijo con Ricardo Melchior confirmando a Carlos Alonso. Fue el remate al acuerdo anteriormente fraguado para la retirada del veterano político: tú me mantienes a Alonso, que no va a levantar alfombras, y yo te apoyo frente a Paulino. Dicho y hecho. Si se fijan, la del presidente del Cabildo de Tenerife es la única candidatura segura que ya tiene cerrada bajo siete llaves la organización. Si Clavijo optara finalmente a la presidencia del Gobierno, habría que ocupar la plaza de La Laguna, para la que llegó a sonar con insistencia precisamente el nombre de Ricardo Melchior, una elección que contravendría los cánticos de renovación que viene proclamando el actual alcalde. Descartado Melchior y sin que nadie haya dicho esta boca es mía a la espera de lo que ocurra en el Consejo Político de septiembre, hagamos alguna conjetura: la diputada Flora Marrero. Vaya por adelantado que no tenemos ni una sola información que pudiera avalar que ella vaya a ser la sustituta de Clavijo, pero ateniéndonos a los cánones de lanzamiento que CC ha heredado de ATI, estamos en condiciones de afirmar que es la que más puntos tiene. A ver si no qué significa su activa presencia en foros laguneros en las redes sociales; o lo que es aún más elocuente, ¿qué hace Flora Marrero en lugar prominente en las procesiones y romerías de cualquier fiesta lagunera que se precie? La última vez se le pudo ver en la de San Juan destacando entre los concejales y junto a Fernando Clavijo. Lo mismo hizo Manolo Hermoso con Ana Oramas antes de lanzarla al estrellato, ponerla a su lado en todas las procesiones posibles, ahí, junto al pendón, si hubiera o hubiese.

Asier Antona, secretario general del Partido Popular, lo contaba con desparpajo hace unos pocos días mientras almorzaba con un selecto grupo de empresarios grancanarios en el restaurante Churchill, junto a las oficinas municipales de Las Palmas de Gran Canaria: “Nuestro hombre es Fernando Clavijo; con él, el Partido Popular volverá al Gobierno de Canarias en 2015”. Sabe Antona, como sabe todo el PP canario, que con Paulino Rivero será imposible reeditar el pacto que tantas alegrías les dio porque los pocos puentes tendidos que quedaban al principio de esta legislatura han quedado definitivamente rotos. Lo reconocía la noche de este miércoles en la presentación del candidato de CC a la alcaldía de Telde un alto dirigente nacionalista, que remachaba: “Aunque no regrese Soria, con este PP no hay nada que hacer”. El estropicio que ha hecho Soria en sus relaciones con Canarias impide no sólo el diálogo, sino el entendimiento. Y sus correligionarios aplican tan estrictamente sus órdenes, que en ocasiones van más allá que el propio timonel. Por eso Soria, Antona y los suyos se refugian en las posibilidades que pueda tener el alcalde de La Laguna, y en su favor ya hacen campaña entre las fuerzas vivas para que éstas aprieten y sea el lagunero quien gane el pulso interno que quedará cerrado el próximo septiembre en Coalición Canaria. Pero, ¿se atreverá Clavijo, en el caso de ser el elegido por los suyos y luego por los electores, a celebrar un pacto con un partido que ha quemado su imagen en Canarias por la defensa ultramontana de los postulados petroleros de su líder? ¿Alguna encuesta apunta a un fortalecimiento de alguna fuerza política canaria que estos años haya pactado con el partido que ha destrozado la economía y el Estado del Bienestar?

Querencia a la derechona