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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Pero, ¿cuándo se le va a caer la cara de vergüenza?

Somos conscientes de que pedimos un imposible: que tenga vergüenza, sentido del honor y decencia; que tenga respeto por lo que está llamado a representar en nombre de los ciudadanos, y hasta decoro para no ofender más a los que le votaron y a su propia familia. José Manuel Soria acaba de recibir otra sentencia en contra, la que le condena a pagar las costas en un proceso judicial que emprendió contra un ciudadano que quiso ser libre y exponer libremente ¡en una comisión de investigación parlamentaria! su visión sobre la verdadera trama corrupta de eolo, la que protagonizaron a su juicio (y al de muchos) los hermanos Soria en comandita con los Esquivel y José Manuel Arnáiz. La Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, en una sentencia claramente incompleta (debió condenarle también a las costas de segunda instancia porque el ciudadano no pidió llegar hasta allí y le ha costado dinero), le ha vuelto a decir al vicepresidente del Gobierno que actuó de mala fe, que todo lo que Francisco Cabrera argumentó en el Parlamento, joder, ¡en el Parlamento!, estaba respaldado no solamente por su libertad constitucional para expresarse sino por una amplia documentación acreditativa. A estas horas, este indeseable que tenemos en el Gobierno sigue sin dimitir.

Somos conscientes de que pedimos un imposible: que tenga vergüenza, sentido del honor y decencia; que tenga respeto por lo que está llamado a representar en nombre de los ciudadanos, y hasta decoro para no ofender más a los que le votaron y a su propia familia. José Manuel Soria acaba de recibir otra sentencia en contra, la que le condena a pagar las costas en un proceso judicial que emprendió contra un ciudadano que quiso ser libre y exponer libremente ¡en una comisión de investigación parlamentaria! su visión sobre la verdadera trama corrupta de eolo, la que protagonizaron a su juicio (y al de muchos) los hermanos Soria en comandita con los Esquivel y José Manuel Arnáiz. La Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, en una sentencia claramente incompleta (debió condenarle también a las costas de segunda instancia porque el ciudadano no pidió llegar hasta allí y le ha costado dinero), le ha vuelto a decir al vicepresidente del Gobierno que actuó de mala fe, que todo lo que Francisco Cabrera argumentó en el Parlamento, joder, ¡en el Parlamento!, estaba respaldado no solamente por su libertad constitucional para expresarse sino por una amplia documentación acreditativa. A estas horas, este indeseable que tenemos en el Gobierno sigue sin dimitir.