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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Zerolo juega al 17

No siempre están juntos Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz de Tenerife, y su fiel Jorge Bethencourt, periodista y hasta hace bien poco asesor especial para actividades clasificadas, diversas, molestas y/o insalubres. Hay veces en las que el que fuera director de la tele canaria se retira antes de tiempo y deja al alcalde en el Mencey hasta altas horas de la madrugada negociando la calidad que ha de tener siempre el agua de abasto de la capital tinerfeña ahora que se privatiza toda. El se considera suficiente para tales menesteres, aunque en la ocasión que les contamos estuviera con algunas otras personas de la compañía contratante, y alguna más venida por añadidura color platino. Zerolo, sin monaguillos, todo sufi, lo dejó muy claro: quiero un agua de confianza, que no salga de la isla, que no me genere incertidumbres ni problemas dentro de mi partido, y que mientras yo sea alcalde, me pasen a explicar pura y clara cada mes y medio a mi despacho hasta que lleguemos a diecisiete visitas. Diecisiete, ¿eh?

No siempre están juntos Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz de Tenerife, y su fiel Jorge Bethencourt, periodista y hasta hace bien poco asesor especial para actividades clasificadas, diversas, molestas y/o insalubres. Hay veces en las que el que fuera director de la tele canaria se retira antes de tiempo y deja al alcalde en el Mencey hasta altas horas de la madrugada negociando la calidad que ha de tener siempre el agua de abasto de la capital tinerfeña ahora que se privatiza toda. El se considera suficiente para tales menesteres, aunque en la ocasión que les contamos estuviera con algunas otras personas de la compañía contratante, y alguna más venida por añadidura color platino. Zerolo, sin monaguillos, todo sufi, lo dejó muy claro: quiero un agua de confianza, que no salga de la isla, que no me genere incertidumbres ni problemas dentro de mi partido, y que mientras yo sea alcalde, me pasen a explicar pura y clara cada mes y medio a mi despacho hasta que lleguemos a diecisiete visitas. Diecisiete, ¿eh?