La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

En qué se parecen (y en qué no) las estrategias climáticas de la ONU y Canarias

La línea ascendente que protagonizan todos los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, dióxido de nitrógeno…) debe alcanzar su pico en 2025 e ir cayendo entre un 2 y un 3% cada año hasta 2050, cuando las emisiones netas caigan a cero. Solo así se evitarán las peores consecuencias de la crisis climática que los científicos llevan mucho tiempo avistando, según concluye el último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), organismo de las Naciones Unidas (ONU), publicado esta semana.

Canarias pretende acelerar toda esa carrera medioambiental y adelantar su descarbonización una década antes, “en línea con lo que dice la ONU, pero con los objetivos marcados en 2040”, asegura José Antonio Valbuena, consejero de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno regional. Tanto la estrategia de las Islas para lograr ese objetivo como el reciente estudio de la ONU desglosan cómo hacerlo. La responsabilidad recae ahora en otras manos.

En todo el mundo se han empezado a ver políticas y leyes que han rebajado la expulsión de gases contaminantes. ¿Es un progreso? Los expertos dicen que sí. ¿Es suficiente? Ni mucho menos. Actualmente, el Acuerdo de París (2015) es papel mojado y todas las líneas estratégicas que se acordaron en el principal tratado internacional contra cambio climático han caído en saco roto. La ONU concluye que si el mundo siguiese con lo pactado hace siete años podríamos superar los 2,5 grados a finales de siglo, cuando la meta está en 1,5. Por eso los investigadores del IPCC piden muchas más actuaciones. Y más rapidez.

En Canarias, los efectos del incremento en las temperaturas ya se manifiestan de múltiples formas. Las olas de calor han aumentado su frecuencia entre 1976 y 2015. La temperatura del océano que rodea a las Islas ha crecido en 0,28 grados. El nivel del mar también ha aumentado. Las grandes presas del Archipiélago han perdido parte de su volumen y ocho de las diez masas de acuíferos presentan mal estado químico. Todo ello sin obviar las graves consecuencias que están sufriendo la flora y la fauna del Archipiélago.

En las Islas, las emisiones correspondientes al año 2019 ascendieron a 13.037 toneladas de CO2 equivalente de gases de efecto invernadero (Gg CO2-eq), el 3% del total nacional. La Estrategia de Acción Climática, elaborada por Gestión y Planeamiento Territorial y Medioambiental (Gesplan), indica que si no se aplican medidas, aumentarán a valores superiores a los 20.000 Gg CO2-eq en 2040. Con las líneas estratégicas que plantea el documento, se prevé como objetivos posibles una reducción de casi la mitad para 2030 y alcanzar en 2040 unas emisiones de 862 Gg CO2-eq, que deberán ser absorbidos por los sumideros naturales de las Islas.

El Gobierno canario aún no ha aprobado una ley contra el cambio climático, pero sí cuenta con una hoja de ruta (en exposición pública, aún sin el visto bueno), una especie de documento maestro para darle forma a todas las medidas que desplegará en los próximos veinte años. Y la puerta está abierta para ello. El coste de las energías renovables (solar, eólica, baterías…) ha caído por encima de un 50% en las últimas dos décadas y la ONU recuerda que hasta se puede ahorrar dinero apostando por las plantas fotovoltaicas o los molinos de viento. El único problema es que, como casi todo en la maratón contra la crisis climática, no es suficiente. Una amalgama de cambios estructurales en todos los sectores es necesaria.

“La Ley Canaria Contra el Cambio Climático es ambiciosa, pero está en sintonía con lo que plantea la ONU en un contexto global. Nosotros lo que hacemos es localizarlo. Y por eso tenemos que hacer una estructura que no es sencilla, pero que no nos queda otra. La acción climática no es una acción concreta, son muchas, transversales, entrelazadas entre sí, de una complejidad enorme, que exigen un mecanismo complejo y dinámico”, añade Valbuena.

Energía

Ahora que se ha vuelto a plantear la idea de levantar regasificadoras en Canarias, los expertos climáticos apuntan de forma tajante que “si se sigue invirtiendo en carbón y otras infraestructuras fósiles, habrá un estancamiento y eso dificultará la limitación del calentamiento global por debajo de los 2 grados”. Esta parece ser la afirmación más rotunda que se encuentra en toda la investigación. No hay tiempo de transiciones ni alternativas, las políticas radicales deben aprobarse ya. “Necesitamos cambios sustanciales en el sistema energético durante los próximos 30 años”, subrayan los autores.

En Canarias, la apuesta por las renovables es clara para efectuar el cambio de modelo energético. Este sector representa casi el 50% del total de las emisiones, el 41,6% generado en las centrales térmicas que usan combustibles fósiles, principalmente fuel-oil. Durante el año 2020, la generación de energía eléctrica en las Islas mediante renovables fue de un 17,5%, muy alejado del 43% de la Península y del 38% del resto de la media europea. La Estrategia indica que es uno los ejes de actuación prioritario en el Archipiélago en la lucha contra el cambio climático.

Para lograr la descarbonización total del sector en 2040 y que toda la producción de energía eléctrica provenga de fuentes limpias es preciso, primero, gestionar y reducir la demanda, con la aplicación de tecnologías que permitan un mayor y más eficiente aprovechamiento de la red. Aquí deberán intervenir todas las energías renovables existentes: fotovoltaica, eólica (tanto en tierra como en el mar), geotermia, hidrógeno verde, hidráulica o biomasa.  Además, es fundamental contar con distintos niveles de almacenamiento, desde baterías viviendas o centrales hidráulicas de bombeo, ya que uno de los principales problemas de las fuentes limpias es su variabilidad. 

Transporte

Los expertos del IPCC piden “cambios transformativos” en el transporte, que en 2019 emitió un 23% de todo el dióxido de carbono expulsado en el mundo. Consideran que se debe hacer un uso cada vez mayor de la electromovilidad en tierra y apostar por el hidrógeno para aviones y barcos.

Pero no todo son las baterías, los coches eléctricos y el biodiesel. También son necesarias “modificaciones sistémicas que conduzcan a la reducción de la demanda del transporte”, por lo que se presenta como prioritario un giro cultural para depender menos del automóvil.

“Estos mecanismos impulsados por las instituciones podrían incluir campañas para ir en bicicleta al trabajo, abonos de transporte público gratuitos o tarifas de aparcamiento”, detallan los científicos.

El sector del transporte en Canarias es responsable de más del 40% de las emisiones GEI de las islas, solo por detrás del energético. En el Archipiélago, este área cobra especial relevancia a la hora de efectuar acciones de descarbonización, ya que incluso se sitúa trece puntos por encima de la media nacional (27%). Y es el transporte terrestre el que más emisiones genera, por encima del 60% respecto al marítimo y aéreo. De hecho, Canarias es la autonomía que mayor porcentaje de vehículos de gasolina tiene respecto al total. A 31 de diciembre de 2020, contaba con un parque de 1.776.044 vehículos, de los cuales, 3.806 eran eléctricos en circulación.

La Estrategia de Acción Climática fija como objetivo que en 2030, unos 388.167 vehículos de contaminación nula y un 28% de energía renovable, una cuota por encima del 14% exigido por la UE para ese año. Diez años después, que aumente hasta los 2 millones con una cuota de renovable de 100% para el sector, con una demanda eléctrica de 4.467 Gwh. Las principales vías para conseguir estos objetivos, según la Estrategia, serán la electrificación del transporte y el uso de biocarburantes avanzados.

A la transformación del parque de vehículos y la proliferación de puntos de recarga eléctricos, se suman otras acciones que incidan directamente sobre la movilidad urbana. Desde aumentar la oferta de aparcamientos que ayuden a prescindir del vehículo eléctrico dentro de las ciudades a fomentar el uso del transporte público o compartido, así como bicicletas o patinetes. Otra de las iniciativas se basa en el fomento de directrices para adecuar la intensidad del tráfico en función de la calidad del aire mediante distintos planes de movilidad. Además, la Estrategia cita la necesidad de reducir la movilidad innecesaria y priorizar el teletrabajo.

Para el transporte marítimo (que supone en torno al 20% de las emisiones en el sector del tranporte) se plantea la electrificación de los buques para distancias de menos de 100 kilómetros; para trayectos mayores, se propone el biogás natural, el amoníaco o el hidrógeno, que reducen las emisiones. En este sentido, se fomentarían los trayectos cortos y un registro de emisiones de todas las infraestructuras portuarias de las Islas.  Mientras que para el aéreo interinsular, aún no se disponen de soluciones a corto plazo, como el consumo de combustibles sintéticos de bajas emisiones de carbono o el uso de biocombustibles y, más alejado del tiempo actual, pilas de hidrógeno o baterías eléctricas.

Urbanismo

Un aspecto sobre el que pone especialmente el foco la ONU es en el crecimiento de las ciudades y qué implicaciones tiene esto en la lucha contra el clima. “En los países en desarrollo (…), donde las emisiones per cápita son actualmente bajas, se espera que aumenten con la construcción y el uso de nuevas infraestructuras, junto con los cambios en los ingresos y estilos de vida”.

La descarbonización de los pueblos pasa por tres grandes transformaciones: reducir el consumo energético urbano en todos los sectores, electrificación y mejora en la captación y las reservas de carbono en la atmósfera, una técnica aún sin desarrollar que los científicos han puesto encima de la mesa como una posibilidad de futuro.

Otras actuaciones: ciudades compactas con distancias más cortas entre los domicilios y los puestos de trabajo, anteponer los traslados a pie, infraestructuras urbanas verdes y azules (espacios naturales), etc. Incluso los tejados cubiertos de vegetación, indican desde el IPCC, “ofrecen la posibilidad de mitigar el cambio climático directamente mediante el secuestro y el almacenamiento de carbono”.

La Estrategia de Acción Climática de Canaria estima que 10.000 Gg CO2-eq de las Islas provienen de las urbes, que albergan al 75% de la población del Archipiélago. En concreto, exceptuando al sector energético y al transporte, de usos domésticos, hostelería, comercio, la gestión de residuos, la gestión del agua o las administraciones públicas. Por todo ello, y en consonancia con la ONU, la Estrategia considera las ciudades claves para reducir emisiones y su planificación juega un papel fundamental.

Para adecuar los sistemas urbanos a la mitigación del cambio climático, es preciso adaptarlos a al territorio, teniendo en cuenta el clima local, con el manejo de la naturaleza como aliada. Ello reviste una gran complejidad, pues debe partir de una estrategia consensuada a todos los niveles, desde la ciudadanía a las instituciones, con la participación de los actores como elemento fundamental. Para 2040, se plantea un objetivo final de mitigación de descarbonización de los pueblos y ciudades de Canarias, es decir, lograr emisiones cero y que el 100% de la energía consumida sea renovable.

¿Cómo? Los principales ejes de actuación que marca la Estrategia pasa por concebir un modelo basado en parámetros constructivos “bioclimáticos” bajo el concepto de “ecobarrios” y la implantacón de sistemas generadores de energía limpia para fomentar la autosuficiencia, así como una gestión más eficiente del agua y los residuos y favorecer la reutilización y el reciclaje. El aprovechamiento del espacio cobra especial relevancia, para evitar el consumo de nuevo suelo, a la par que la conectividad, fomentando un sistema de movilidad sostenible que sitúe en el centro el transporte público y de cercanía, para facilitar los desplazamientos a pie o en bicicleta. 

También la iluminación cobra una especial relevancia, ya que supone un derroche energético que contribuye a aumentar la huella de carbono. En este sentido, se recomienda aplicar las buenas prácticas de la Fundación Starlight, del Instituto de Astrofísica de Canarias y seguir las directrices de la Ley del Cielo de Canarias para controlar la contaminación e implantar un sistema eficiente. Para acometer todas las actuaciones, urge la transformación y actualización de los planeamientos municipales, insulares o regionales vigentes, que deben estar orientados a la lucha contra el cambio climático, de cara a rehabilitar y reformar los entornos urbanos.

Edificios

Las viviendas más novedosas incluyen requisitos bioclimáticos para captar CO2. La ONU asegura que estos códigos energéticos han demostrado ser “especialmente eficaces” si son obligatorios y ayudarán a refrigerar las casas del mañana, cuando las olas de calor se multipliquen. Pero esto se debe complementar con otros instrumentos reguladores, como poner freno al expansionismo urbano.

“Los requisitos para limitar el uso del suelo y los impuestos sobre la propiedad también se consideran políticas eficaces para limitar la expansión urbana y dar prioridad a los edificios multifamiliares frente a las viviendas unifamiliares”, destaca el último documento del IPCC.

En este punto, la Estrategia indica que el 31,4% del parque edificado en Canarias es anterior al año 1980, contando el 16% con más de 50 años de antigüedad. No disponen de ningún requisito de ahorro de energía y presentan una acusada pobreza energética. Tan solo el 2,9% de los edificios de las Islas están adecuados a códigos de eficiencia. En otras palabras, el 97% de los edificios de las Islas necesitan rehabilitación para alcanzar los niveles acordes con la descarbonzación e integrarlos con su entorno.

El objetivo es alcanzar en 2040 el consumo energético “casi nulo” del parque edificado. Principalmente, a través del ahorro y la eficiencia energética, el autoabastecimiento a través del uso de energías renovables (sobre todo placas solares en cubiertas), el manejo adecuado de residuos, la integración de vegetación en los techos, paredes y terrazas o la incorporación de elementos que faciliten el uso de transporte no motorizado. Todas estas acciones se pueden aunar desde la concepción arquitectónica de los edificios, definidos como verdes sostenibles o bioclimáticos.

Industria

El informe del IPCC vuelve a incidir en el hidrógeno. Explicita que el uso de la electricidad, directa o indirectamente a través del hidrógeno “ofrece muchas opciones para reducir las emisiones”, así como la industria ligera y la manufactura pueden descarbonizarse con biocombustibles, calefacción electrotérmica y bombas de calor.

Por otro lado, la distribución geográfica de las renovables tiene implicaciones en el sector, porque según donde queden encuadrados los aerogeneradores flotantes que Canarias instale en sus aguas, por ejemplo, es más interesante o no trasladar las fábricas a esa región para disminuir los costes de producción de energía. El futuro podría configurarse en torno a nichos industriales en zonas aisladas.

En Canarias, la industria tiene una reducida representación en el tejido productivo, participando en el Producto Interior Bruto en un 5%, principalmente a través de la manufacturera. Precisamente, está ubicada en nichos aislados, como en polígonos, con empresas de pequeña dimensión. La industria de la alimentación es la que más emisiones generó, alcanzando apenas un 0,89% del total. Y el sector de procesos industriales aporta el 2,6%. El objetivo es lograr la total descarbonización en 2040 mediante el uso racional de la energía, la introducción de renovables y biocumbustibles o cambiar los modelos productivos.

El turismo es el principal motor económico del Archipiélago, al que se le considera, a pesar de pertenecer al sector servicios, una industria. Aunque la Estrategia no establece una cifra concreta de su contribución a las emisiones, sí estima que representa una magnitud considerable por las actividades vinculadas, como el transporte o las relacionadas con los hoteles que implican un gasto importante en el consumo energético.

Como principal objetivo, el documento se marca lograr un destino turístico “carbono cero”. Primero, evaluar su contribución al cambio climático para fijar un diagnostico y actuar en consecuencia. También se plantea la posibilidad de rehabilitar la planta alojativa con instalaciones eficientes, con reducciones de consumo de energía y agua y la implantación de renovables.

Agricultura

La mayoría de las opciones de mitigación en este campo ya están disponibles y listas para ser desplegadas, según el informe. Intensificación sostenible de la agricultura (nada de macrogranjas), modificación de las dietas, haciendo un pequeño guiño a limitar el consumo de carne, y la rebaja en el desperdicio de alimentos. También son “fundamentales” la reforestación y la restauración, así como el recorte de las emisiones de metano (CH4) y dióxido de nitrógeno (NO2).

En Canarias, el sector primario representaba el 1,7% de la demanda energética y sus emisiones llegan el 1,6% del total, muy por debajo de la media nacional, que aumenta hasta el 12%. Las principales fuentes de emisiones del sector vienen de la fermentación entérica de la alimentación de los animales (59%), seguida de la gestión de los suelos agrícolas (28%) y de la gestión del estiércol (19%).

Las buenas practicas resultan fundamentales para alcanzar su descarbonización: desde la conservación del suelo o el fomento de las reservas de carbono, al uso eficiente del agua a el fomento del pastoreo sostenible. Cobra mucha relevancia la potenciación de canales de comercialización de kilometro cero, lo que además de generar menos emisiones, aumenta la soberanía alimentaria y de cultivos basados en variedades autóctonas.

Por qué una estrategia no es suficiente

Hay leyes y políticas climáticas en los países que reportan el 53% de las emisiones de gases contaminantes. Y existen más de 690 normativas que pretenden cortar el grifo de todas esas emanaciones. En resumen, más 10.500 ciudades y casi 250 regiones que representan a más de 2.000 millones de personas se han comprometido a tomar medidas voluntarias en este sentido.

Sin embargo, recalca la ONU, los agentes subnacionales, como las comunidades autónomas y los pequeños estados, “suelen carecer de apoyo, financiación y recursos humanos”. En Canarias, municipios de todas las Islas han reclamado personal y fondos para ejecutar con seguridad la transición ecológica. “Los gobiernos regionales tienen jurisdicción sobre los sectores relevantes para el clima, como el uso del suelo, los residuos y la política urbana; pueden experimentar con soluciones climáticas; y pueden forjar asociaciones con el sector privado y a nivel internacional para impulsar una mayor acción climática”.

“La ONU manda un mensaje de alerta. Estamos en un momento, en una década, en la que nos lo jugamos todo. Si no hacemos la tarea de establecer un sistema normativo sólido, que planifique una hoja de ruta sin ningún tipo de posibilidad de marcha atrás, sencillamente la batalla la tenemos perdida. Y lo peor de todo esto es que estamos en una batalla global. Nosotros podemos hacer nuestra tarea perfectamente en mitigación y adaptación. Pero si las grandes potencias generadoras del cambio climático, como Rusia, China, India o Estados Unidos, no se ponen de acuerdo, el futuro que nos espera al planeta tierra es muy incierto”, recuerda Valbuena

Por ello, considera que los objetivos de la ONU son “muy difíciles de cumplir”, dado que además, la tendencia actual se aleja de las metas. “Cada vez hay menos espacio de tiempo; va a llegar un momento, si el planeta no cambia, en los informes de la ONU se dirá que ya no hay marcha atrás”, añade.

Y en Canarias, se ha decidido acelerar la transición que fija la ONU porque los territorios insulares son los más frágiles en la lucha contra el cambio climático. “No solo por la subida del nivel del mar, sino porque cualquier tipo de variaciones en nuestras condiciones climatológicas tienen unas repercusiones irreversibles en nuestra biodiversidad: mayores riesgos de desertificaciones, menos lluvias, no tenemos esos apoyos en el continente para complementar los elementos que nos puedan fallar”.

Por ello, “el objetivo es que en 2040 hayamos reducido en su totalidad las emisiones de gases de efecto invernadero, que son 10 años antes que el objetivo que la UE ha fijado para el continente”.